Melina Alexia Varnavoglou: Estación Black out
Por Boris Katunaric
La siguiente entrevista podría comenzar con un diálogo por Whatsapp mientras el entrevistador va llegando al lugar de encuentro.
-¿La línea E me deja?
-Sí, te bajás en María Moreno.
-No sé por qué pensé en Black out.
-Jajaja, siempre pienso que vivo cerca de ella.
-Bueno, como se hizo con Walsh, militemos para sacarle el José a esta estación del orto. Rebauticémosla Estación Black out.
Nos encontramos en la salida de nuestra futura estación Black out y compramos varias cervezas, llegamos y charlamos, comimos milanesas con puré. Nos dispusimos a la grabación de la entrevista entre anécdotas y chistes. Boludeamos bastante hasta poder concentrarnos. Si bien divagamos entre pregunta y respuesta, la charla pudo focalizar en la profundidad que da a un libro lleno de una belleza cruel, por momentos furiosa. Melina además de poeta y estudiante de la carrera de filosofía es librera, su relación con la lectura es total, así lo demuestra en esta charla. Prendemos el grabador. Arrancamos.
APU: Esta es la cristalización de tu debut ¿Cómo lo pensas después de haber publicado y del laburo que implica escribir un libro?
MAV: Pienso que el tiempo de los poemas es un poco infinito en el sentido de que, las primeras versiones de estos poemas, algunos vienen desde hace ocho años, otros de hace cinco, de tres o de un año, otros meses. Hay mucha variedad del proceso temporal de la escritura y corrección de los poemas, pero en ese tiempo también hubo gente. Quizá la mitad de los poemas los leí en vivo, los fui corrigiendo, además de haberlos trabajado en talleres diversos, con Irene Gruss con Osvaldo Bossi, con Daniel Durand a lo último, con Claudia Masin, con Paula Jiménez España también. Fueron pasando por diferentes lugares más allá de mi computadora, y todos ellos fueron cargando niveles de maduración. Entonces más allá de lo que yo hice para sentarme todas las veces que me senté a corregir para el libro, siento que cada poema tuvo su tiempo más allá del libro. La primera vez que pensé que tenía un libro fue hace cuatro años, cinco. Tenía una idea de hilo conductor que no la tenía clara, y creo que ahora sí, pero en ese momento eran los poemas que más me gustaban, y en ese momento no tenía una voz. Creo que el libro me dio una voz, esos poemas que para mí tenían algo en común por intuición, tenían algún tipo de arraigo en lo íntimo, en las situaciones incómodas respecto a lo amoroso, en narrar historias de otras mujeres. El libro tiene tres partes, y esas tres partes estuvieron siempre excepto la segunda.
APU: La segunda es la que le da título al libro.
MAV: Si, consiste en un solo poema, lo incluí después, es lo más reciente que escribí como corpus. La tercera siempre tuvo esa idea de perfiles, de personajes y si tienen algo en común es que son un poco icónicas y un poco marginales, pero todos marcaron algo en la historia; Giordano Bruno, Da Vinci…
APU: Es una pregunta que tenía planeada para después pero hablás de algunos pintores, Magritte, Polok, Turner. ¿Cómo es esas esa relación de lo visual, la pintura, con la poesía?
MAV: Tengo mucho fanatismo por las artes plásticas, por la pintura sobre todo, por el modernismo, los expresionistas. No sé si fue consciente la operación de que fueran pintores, creo que sucedió por afinidad cultural y de creer que en la pintura se cifra algo del orden de lo crucial. Tanto los poemas como las pinturas tienen una dimensión temporal de que suceden en un mismo momento. Agarrás el poema y lo ves, tiene una dimensión gráfica, el corte de verso te configura el poema como imagen.
APU: Creo, pero realmente no estoy seguro, que André Breton decía algo así como que el poema es el espacio en blanco por fuera alrededor de las palabras. Debería chequearlo.
MAV: Está bueno eso, a mí me gusta lo que es crucial. No por el costado de lo metafórico, que puede tener mil sentidos y un trazo lo mismo, pero el trazo es el trazo y la palabra que elegiste es la palabra que elegiste, creo que eso es lo inamovible. Creo que trato de hacer eso retóricamente, a través de los personajes, a todos se les juega algo crucial, como a Giordano Bruno que lo queman, a la Mona Lisa que está como petrificada, como a Sybila Merian, son figuras que rescaté de algún lado, pero en el poema “Sin pretensiones” ahí está la comparación entre la pintura y la poesía, los pintores pueden cambiar una forma de ver el mundo con muy pocos elementos, en cambio la poesía trabaja con miles de objetos, entonces envidio un poco el poder de síntesis que tienen los pintores y me gustaría lograr algo de eso en la poesía.
APU: Sin embargo, a pesar de lo visual, el poema “Autos” hace un énfasis increíblemente bello sobre el sonido, y no el sonido de las palabras. Hay una transición muy interesante de la máquina a la naturaleza “Y los escucho, son como la hierba”. Es todo un pasaje auditivo y sensorial. Esto de la hierba me suena panteísta, algo de un todo.
MAV: Es uno de los poemas que más me gustan. Por eso hasta a veces lo leo primero. También creo que la frase con la que empieza es medio efectista “La primera noche que no pude dormir con un hombre”. Podrían haber sido los autos o cualquier otro objeto externo a la escena porque de lo que se trataba de una situación de desolación. Anecdóticamente son los autos pero los objetos crean ambientes. Creo que la tensión entre lo artificial y lo natural. Tiene que ver con la tensión entre el espacio del objeto abstracto y el objeto de lo que nos hace sentir bien, de lo que significa algo para nosotros. De repente sacar los autos como parte del paisaje urbano y volverlos parte de mi paisaje afectivo y de convertirlos en hierba, en fuego, en sonido, en algo para mí, porque era un objeto que me hacía sentir acompañada, entonces no podían ser sólo autos. Por eso digo “yo no quiero que los vuelvan más sigilosos” porque el sonido es lo que me hace sentir acompañada y lo que los asemeja a los animales… animales salvajes, animales como yo, algo vivo, algo que estaba más allá de la escena que yo vivía. También tiene que ver con el insomnio porque cerrás los ojos pero escuchás. O sea, no sé qué sonido tiene la hierba expandiéndose pero, el sonido de los autos alejándose, me daban una sensación de crecimiento.
APU: El poema que da título al libro empieza con un epígrafe de Verónica Viola Fisher. Todo el poema es de una gran especulación sobre la violencia. Una escena imaginaria que tiene que ver con el deseo o la necesidad de la muerte del otro.
MAV: La cita es de “Hacer sapito”. A grandes rasgos vislumbra el abuso y habla sobre la violación de un hombre mayor. Cuando lo empecé a escribir era un poema normal, corto, una escena donde veía a un tipo sacar la basura y yo estaba por salir a bailar con tacos. Y me sentí muy poderosa ante ese varón decrépito. De alguna manera en mi fantasía mi mente disparó hacia un varón concreto que es quien abusó de mí en la adolescencia y que ahora si es que vive debe rozar la senectud. Es una escena concreta. Al principio del poema no sabía que iba a terminar matando al tipo, no sabía que iba a tener ese desenlace, lo fue pidiendo el poema mismo. La primera imagen era la contraposición una chica joven con tacos, ahora adulta, una imagen de vitalidad contra el varón decrépito sacando la basura.
APU: O sea, la ruina.
MAV: Ahí me imaginé un escenario de ajusticiamiento desfasado, respecto de una violencia cometida hace mucho tiempo de un viejo que no tiene idea que la cometió. Es un tipo que ha cometido abuso y no lo sabe, que con total normalidad saca la basura. Pero esa chica que se pone los tacos para ir a bailar, que la piropean, que sale con esa vitalidad a la calle sí sabe lo que le pasó, entonces no es inocente. El chabón ahí está desarmado, inerme.
APU: Hay una situación de poder, que tiene que ver más con lo que conocemos hoy como empoderamiento.
MAV: Es venganza. Es el deseo de justicia, lo ideológico del poema. Pero lo sincero del poema es la necesidad de actuar por mano propia y a discreción frente a alguien que tiene el poder pero que en este momento está desarmado. Un varón sin las herramientas que le dan poder.
APU: Lo vinculo con la tapa del libro y también con el momento social. En la tapa, en mi interpretación, ella está forzando el rompimiento del palo, de lo fálico. Aunque no esté rajado ni astillado, la niña es la que está traccionando el rompimiento de ese poder fálico.
MAV: Si, está buena esa interpretación. La idea es descentralizar el poder. Que sea para todes todo. Que deje de existir la desigualdad de poder entre hombres y mujeres. O entre hombres y el resto de la sociedad. Lo que sucede en “Por mano propia”, es un cambio de roles que de repente, ella, cuando era niña, no tenía poder y el tipo estaba en su adultez sana y poderosa y violatoria… es un juego de contraposición. Es un viejo inerme sacando la basura, sacando su mierda. Como que esa violencia de matarlo es mínima en comparación a la que ella sufrió. En el poema hablo sobre la mirada, ese odio en las pupilas no es más que la proyección de la mirada violenta del otro. A mí me encantaría no tener esa violencia en los ojos, me encantaría pero la tengo, entonces, al menos, denme el poder de mirar y que mi mirada fulmine, que sea propia. No quiero más bajar la cabeza y hacer de cuenta que no veo. Se trata de ejercer un acto demorado, que miles de veces tuvimos ganas de hacerlo. Miles de veces tuvimos ganas de pegar, de responder a la violencia. En el plano de lo simbólico ella mata. Pero si la violó de chica fue como querer matarla, disminuirla. Ella carga con esa muerte y tiene derecho a responder. Encima al poco tiempo fue lo de Nahir que es una locura que tenga cadena perpetua...
Me pareció un poco monstruoso cuando lo escribí y un poco enajenada respecto de mí. No sabía que el desenlace iba a ser la muerte. Tampoco que le iba a pegar un tiro a través de la bolsa, eso me pareció muy bueno (risas).
APU: La basura ahí tiene algo que hacer, va de la mano de la basura.
MAV: Es él sacando su propia basura, cómo haciéndose cargo de su mierda y es “te voy a matar con toda la mierda que sos”. Toda su miseria íntima expuesta en plena calle. Como que mil veces a nosotras nos han golpeado en la calle, nos han puesto en bolsas de basura y nos han tirado en el CEAMSE. Nuestros cuerpos, hechos mierda, son públicos. En cambio, la miseria de ellos nunca es pública. Por eso por fin se ve la mierda de los varones violadores y hay toda una conmoción cuando por fin se expone públicamente un costado, que al fin, es vergonzoso de violar. Dejamos de tener vergüenza nosotras por ser violadas y empiezan a tener vergüenza ellos por ser violadores. No quiero que se interprete como un poema mata machos, creo que se trata de no sufrir más violencia acumulada porque esa violencia acumulada nos puede llegar a matar, a que nos suicidemos, que nos autolesionemos.
APU: También, en el primer segmento del libro están estos dos versos: Aferrarse a la soga/ hasta deshilacharla. Habla de una resiliencia también. Estar ahorcade y seguir vivos.
MAV: Y entonces la libertad.
APU: Pienso en la horca también, como exposición pública, a la mirada de los otros. Que vean como vos morís.
MAV: Pienso que todo el libro oscila entre el suicidio o el ajusticiamiento. A Giordano Bruno lo quieren quemar en la hoguera y esta piba que toma melatonina y se está quedando dormida y piensa en el suicidio. Lo de la soga hasta deshilacharla habla de que nuestra misma condena, si la destruimos puede ser nuestra salvación. Si lo que te constriñe llega a tal punto de anularte, si lográs vencerlo, te puede liberar. El cadalso también puede ser tu liberación. Lo infinito o el muelle/ la silla o la soga. Es pensar que lo definitivo puede no ser tan definitivo. El cuerpo puede estar cargado de vida o cargado de muerte, también depende de lo que vos hagas con tu cuerpo. Ese poder está en tu propia capacidad de supervivencia.
APU: ¿Cómo ves el trabajo que hiciste con el lenguaje en este libro?
MAV: Me gusta creer que es una cosa en construcción. Desde la mixtura de registros de formas de escribir. Desde lo más lírico a lo más subjetivista, lo más imaginista o lo narrativo. Trato de hacer un balance. Digo que es en construcción porque hay una voz definida, pero a veces paso de algo bien definido a una metáfora híper lírica entonces no sé cuál es el pulso del poema. Me gustaría que se comprenda que el lenguaje común del libro es esa mixtura entre la lírica y la narrativa. También hay una falsa discusión porque hay poemas narrativos que son re líricos y poemas líricos…
APU: Que no merecen mayor atención.
MAV: Y sí. Pero me gustaría que mis poemas tengan las dos cosas. Como lo que decíamos de la pintura, un lenguaje arraigado en el presente, que interpele a cómo se habla hoy pero que sea un lenguaje extrañado, que permita cierta libertad, la libertad que nos da la lírica. La lírica es un espacio que lamentaría mucho que se vaya de la poesía. Hablamos de Watanabe, de Selva Casal, Olga Orozco, Elizabeth Bishop. Creo que la lírica es un momento del poema. No sé si hay poemas líricos, hay poemas que tienen un momento lírico. Watanabe puede estar describiendo muy llanamente y con un nivel de detalle sin metáfora. La lírica no es lo poético, la lírica es un pulso. Es donde el poema dice su verdad. Me gustan los poemas donde llegan a esa apertura de verdad. Suena a Heiddegger pero en Bishop me re pasa, ella hace un poema sobre el Iceberg y está describiendo el fuckin Iceberg y de repente se convierte en una metáfora de algo. Es como los autos, los autos son autos, pero de repente se convierten en metáfora de afecto, de compañía. Creo que la lírica es lo que mantiene vivo a los símbolos y la poesía es un discurso de símbolos.
Es algo que me fascina. Quizás sólo en el arte hay símbolos. Es decir, de cosas, no que ocupan otras cosas, es decir analogías, sino de una tercer cosa, un tercer elemento ficcional que nos resume algo inexpresable. Es como cuando Vallejo dice Hay golpes en la vida, tan fuertes, yo no sé. Golpes como del odio de Dios. Y yo no sé cómo mierda es la ira de Dios. Y tampoco sé cómo son los golpes de la vida a los que se refiere. Y la idea de dios también es inexpresable. Convierte a la ira de dios en un símbolo de algo inexpresable que son los golpes.Pero esa relación es lo que permite transmitir la idea y sólo esa, por eso las metáforas buenas son las que son precisas. El espacio de lo simbólico es importante para las mujeres y para las personas oprimidas en el mundo porque tenemos mucho inenarrable. Es el territorio de imaginación de un mundo inexpresable para los demás. por eso es tan importante para mi que hagamos poesía.
La charla se termina, la cerveza también. Melina dice “tengo whisky”. Hacemos honor a María Moreno en su Estación Black out.