El Salvador: ¿Cómo es la política de Bukele contra las pandillas?

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APU ENTREVISTAS

El Salvador: ¿Cómo es la política de Bukele contra las pandillas?

21 Junio 2024

Alejandro Cassaglia, especialista en seguridad internacional, conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre el fenómeno Bukele en El Salvador, quien fue reelegido con un triunfo electoral muy amplio, con una política de seguridad que parece haber resuelto la situación social grave que tenía con las maras.

Agencia Paco Urondo: Según el propio Bukele, hoy El Salvador es uno de los países más seguros de América Latina cuando tenía los peores registros hace solamente cuatro años ¿Qué pasa en este país con su presidente y las políticas de seguridad?

Alejandro Cassaglia: Para entrar en Bukele hay que ver qué pasaba en El Salvador antes de su llegada. Pude visitar el país un par de veces y antes de él era prácticamente inviable. Con muchos problemas de pobreza, sociales y de inseguridad. Donde, por ejemplo, todas las personas que entrevistamos cuando estuvimos la primera vez tenían un muerto en la familia o en su entorno, producto de la Mara Salvatrucha o la Pandilla 18, las dos organizaciones más grandes que están en el Triángulo Norte formado por El Salvador, Honduras y Guatemala.

Pandillas que se habían originado en Estados Unidos y que después, cuando terminó la guerra en los 90, este país empezó a deportar masivamente y encontró en El Salvador un caldo de cultivo adecuado. Con mucha miseria, un país que acababa de salir de una guerra de 12 años, con un problema de chicos con hogares disfuncionales porque el papá había muerto o estaba preso o estaba como inmigrante en Estados Unidos y la mamá debía cuidar a sus cuatro, cinco, seis hijos y salía a trabajar todo el día. Por lo cual, los chicos se criaban en la calle, en el barrio que prácticamente ocupaba ese lugar paternal. Al hablar del barrio hablamos de la organización criminal que allí se movía.

Era un fenómeno que crecía día a día, el Estado estaba prácticamente ausente. Estas dos organizaciones antagónicas se enfrentaban en las calles y tenías tremendas matanzas. En 2012, se contaron106 homicidios cada 100.000 habitantes, lo que convertía a El Salvador en uno de los países más violentos del mundo.

La coalición ARENA, de derecha, que venía gobernando desde finales de la guerra, no encontraba solución, si bien estableció políticas públicas parecidas a las de Bukele como la Ley de mano dura donde, por ejemplo, el solo hecho de estar tatuado producía que te llevaran detenido, con una causa por asociación ilícita y condenaran a 20, 40 años de cárcel.

APU: Esas detenciones arbitrarias es una de las tantas cosas que se critican a Bukele, pero por lo que estás diciendo es una política que venía desde antes.

A.C.: Tal cual. La coalición ARENA hizo esa ley y después hizo otra que la endureció aún más, pero no daba resultado. Uno de los problemas que tenés en estos países es que por cada chico que metés preso, tenés 50 o 100 más que quieren entrar a estas organizaciones. Eso hacía que no lograran reducir su número y estamos hablando de una coalición de derecha. Recordemos que Nayib Bukele viene del Frente Farabundo Martí para Liberación Nacional, que fue una organización guerrillera que se politiza y él llega de la mano de esa organización de ideología de izquierda.

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APU: ¿Bukele fue militante del Farabundo Martí?

A.C.: Sí, en los inicios. Incluso cumplió funciones menores dentro de algunas alcaldías. Después se empezó a abrir, a formar su propio espacio político; primero fue alcalde de Cuscatlán, en el 2015 llega a la alcaldía de San Salvador donde empieza a tener un perfil alto y a trabajar en los temas de seguridad, hasta que en el 2019 llega la presidencia del país con un mensaje duro, de combate a las organizaciones criminales y con un 53% de votantes. Ni bien llega, se pone manos a la obra a cumplir las promesas eleccionarias.

APU: Según tengo entendido, la primera política en relación con estos dos grupos de pandillas fue de común acuerdo. ¿Es así?

A.C.: Son cuestiones que se comentan, la verdad que no se sabe si es tan así. Supongamos que hubieran sido ciertos, estos pactos. La realidad es que en la práctica los destruyó, son organizaciones que en El Salvador están desmembradas y sus líderes presos. Recordemos la construcción de la megacarcel con casi 68.000 pandilleros presos, con lo cual reduce los homidicios en el 2023 a un 2,7%, la reducción fue brutal. Lo que logra es que las maras empiecen a tenerle miedo a los uniformados (policía y fuerzas armadas), algo que no sucedía. Los policías se sienten respaldados, antes de la llegada de Bukele, tenían miedo. Sobre todo los de bajo rango porque, debido a los magros salarios, vivían en colonias (como nuestra villas o las favelas brasileras) que estaban en poder de la Salvatrucha o de la 18, donde eran monitoreados y podía correr riesgo su vida o la de su familia.

APU: Cuando hay organizaciones narcocriminales,  suele darse un entramado con ramificaciones en la policía, en la justicia, en la política. ¿Esto no sucedía en El Salvador? Y si estaba presente ¿como lograron romper con eso?

A.C.: Cuando estuvimos en 2009, 2010, fue justo cuando ARENA pierde las elecciones y se erige la izquierda con el Farabundo Martí. Sabemos que a las izquierdas las eligen los sectores más vulnerables, ya que la derecha es siempre de proponer mano dura. Sin embargo, a los mareros no le interesaba la política. Me decían “nosotros no votamos, si no tenemos ni documentos”. Cuando asume Bukele, produce una nueva relación del Gobierno con las fuerzas armadas y las fuerzas policiales, dándole beneficios y respaldo. Es cuando empezás a verlos sin pasamontañas, ya no se esconden, no tienen miedo como en el pasado. El Estado recupera el control de sectores donde había una gobernanza criminal ante la ausencia de las tres funciones de Estado.

APU: Una de las cuestiones que le critican mucho son las detenciones masivas, vos marcabas que era una política que venía de antes ¿Fue muy diferente con Bukele? ¿Cuánto tuvo de sucia, la guerra contra las pandillas?

A.C.: Como te decía, en las políticas de mano dura de la época de ARENA también se producían detenciones por estar tatuado, que en estas organizaciones es algo importante, hay que ganárselo, son una lectura de su participación en la organización y la lectura de su vida personal. Es como tener una credencial que lo acredita como miembro de la de una organización criminal. En algún momento se las denominó como terrorista, cosa con la que no estoy de acuerdo.  Con lo cual, no es algo a tomar a la ligera, decir que la detención por el tatuaje es algo arbitrario.

Ahora, El Salvador tiene la particularidad de que las penas son acumulativas. Entonces tenés tipos que están condenados a 450, 650 años. Hace poco salió un artículo donde a una persona lo habían condenado a más de 1000 años, con lo cual te van a saltar las corrientes legalistas, abolicionistas o zafaronistas en Argentina y te van a decir que es una tontería cumplir 400 años de condena porque la vida no te da. Del otro lado, te van a decir que con eso se aseguran que el tipo no va a salga en libertad.

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Alejandra Cassaglia
“Estar tatuado en estas organizaciones es algo importante, hay que ganárselo”.

Se construye esta megacarcel, se comienza hacer detenciones masivas, a dar respaldo a la Justicia (porque muchos jueces y fiscales fueron asesinados, antes) que empieza a ejercer su función como debe ser, a condenar y ahí es donde aparecen las críticas de gente que no ha estado o conoce poco la realidad de El Salvador, que ligeramente aducen que se violan los Derechos Humanos porque solamente se lo detiene por estar tatuado.

APU: Se entiende la complejidad del tatuaje, que acredita ser parte de una organización criminal a través de una serie de delitos, pero hay que comprobarlos si efectivamente se cometieron ¿O lo aceptás simplemente porque es reglamento de la pandilla? ¿Qué pasa con el Estado de Derecho?

A.C.: Sí, por supuesto. Lo que pasa es que nosotros lo vemos de una lógica distinta porque, en nuestro país, tenemos la suerte de no vivir estas realidades. Bukele no tomó esta política sino que no tuvo alternativa. ¿Hubo excesos? Estamos hablando prácticamente de un estado de guerra y sabemos que hay daños colaterales, excesos. Podés establecer procedimientos de control para que no los haya, pero de todas maneras hubo un Estado de guerra.

APU: ¿Hubo procedimientos de control? ¿Hay policías sancionados por malos tratos a presos o se los deja hacer?

A.C.: Digamos que en esta guerra se dejó. Y ese respaldo que un gobierno le da a la policía o a las fuerzas armadas, muchas veces es peligroso. Fijate lo que pasó en Ecuador, en esos 60 días de Estado de Excepción, donde hemos visto videos de grupo de militares apaleando, pateando, más allá de que el tipo sea un delincuente, eso está lejos de ser profesional. Lamentablemente, son realidades que ocurren, no podemos esconderla. Esas son críticas que le hacen los organismos de Derechos Humanos a Bukele, fundamentalmente por las condiciones de detención de los de los criminales.

APU: Bukele planteó esto como una política integral de seguridad, pero también la necesidad de la presencia del Estado, se mostró muy crítico de aquellos que lo cuestionan ¿Fue discurso o también se convirtió en realidad?

A.C.: Es realidad. El Salvador llegó una situación socioeconómica gravísima como muchos países Latinoamérica, pero con el agravante de que venía de 12 años de sangrar por una guerra no entonces. No hay soluciones mágicas, sin embargo, si te fijás en los últimos años, El Salvador viene con un crecimiento bastante sostenido. Podés decir que es sólo un 2,7% de crecimiento, pero Argentina hoy lo envidiaría. Tenés que tener un país ordenado para llamar a las multinacionales a que vengan a invertir y que con la inversión llegue el trabajo, el crecimiento.

El Salvador ocupa un lugar geoestratégico importante, sobre todo para Estados Unidos. Recordemos que años atrás tuvimos las grandes marchas de migrantes y vos necesitás que los países cercanos estén medianamente ordenados para que la gente no termine escapando de esos lugares y se te llene la frontera. Después no tenés la capacidad económica para sostener toda esa gente que quiere migrar, que termina siendo víctima de la situación socioeconómica, de las organizaciones criminales que los trafican.

“Estamos hablando prácticamente de un estado de guerra y sabemos que hay daños colaterales, excesos”.

APU: ¿Cómo es el tema de las cárceles?

A.C.: Visité muchos penales en El Salvador antes de Bukele. Al principio, llegaban los mareros y lo primero que hacían era matar a los delincuentes comunes. Los separaron. Después se mataban los salvatruchas con los de la 18; crearon cárceles para cada una de las pandillas.

Visitando una cárcel de la 18, me dicen “de acá no se escapa nadie”. A lo que contesto que cómo puede ser, si con alguno que me levante un poquito yo, el muro lo salto. Y me responden que la cárcel está dentro de un barrio dominado por la Salvatruchas, el tipo que se escape no va a hacer más de cinco calles que lo van a agarrar y lo van a terminar destrozando. Dentro de las cárceles se veía lo mismo que en la mayoría de los países de la región: las organizaciones criminales se hicieron fuerte dentro de los penales. Se necesita una política carcelaria ordenada y en el superpenal que construyó Bukele la hay. Manda la autoridad, no el pandillero. Como en cualquier lugar, tiene que haber premios y castigos, hay que mantener un orden porque si no, las organizaciones empiezan a sentirse fuerte dentro de los penales y después salen fuera y de eso ya tenemos historias desde los años 70. Seguramente habrá hechos que serán criticables dentro de los penales, estos excesos que hablábamos antes, pero para mantener un determinado orden debe haber un orden interno.

APU: ¿Son excesos o es una guerra sucia donde se le permite a las fuerzas de seguridad actuar con todas las herramientas, las legales y las ilegales?

A.C.: Cuando hablamos de guerra sucia y lamentablemente nosotros tenemos experiencias en este tipo de situaciones, cuando hay un Estado de excepción, el presidente o el ministro o el jefe de la policía no puede estar en cada operativo que se hace. Siempre vas a tener algún funcionario policial o militar que va a cometer algún exceso. No por eso debemos tomarlo como algo que está bien, sino al contrario, hay que penalizarlo. Lo que tienen que hacer es lograr la detención y ponerlo a disposición de la Justicia, después que el juez se encargue de establecer la pena.

Tienen que ser bien claras las reglas de acción, si bien contra estos tipos no podés titubear. Pero fijate que no ha habido grandes matanzas de pandilleros en los operativos. Seguramente, si entramos a escarbar, algún exceso vamos a encontrar, pero no es una guerra sucia donde vale todo. Sí, dentro de los penales, hay una manera de comportamiento que es muy dura, los beneficios te los tenés que ganar.