Mirar hacia atrás para entender el asesinato de Soleimani, por Matías Quirno Costa
Por Matías Quirno Costa | En América XXI
El asesinato del General Qasem Soleimani por orden del Presidente de los Estados Unidos, Donlad Trump, abre no sólo preguntas hacia delante, sino también debates hacia atrás.
Soleimani era uno de los hombres más poderosos de la República Islámica de Irán. Nacido en la provincia de Kerman, estuvo por más de 20 años al frente de los servicios de inteligencia de su país y como jefe de las QUDS, fuerzas de elite de los Guardianes de la Revolución iraní que operan sobre todo en el exterior como en Líbano, Siria o Irak.
El atentado contra el líder iraní, es considerado por el Canciller Mohammad Yavad Zarif, como un acto terrorista. Hasta el momento, el único apoyo que recibió Trump, es el de su par de Israel, Benjamín Netanyahu.
El ataque está considerado como una violación al derecho internacional porque se desarrolla en Irak y sin la autorización de sus autoridades.
Además, Estados Unidos con su ataque asesina a un líder de las fuerzas de seguridad de un país -no de una organización terrorista-, en este caso de Irán.
Para muchos analistas, este atentado es un gravísimo error en materia de política internacional e hipoteca la poca credibilidad que Estados Unidos aún tiene en Medio Oriente.
Algunas especulaciones hablan de la necesidad de Trump de posicionarse ante las elecciones de noviembre próximo. De ser así, sería un acto de máxima frivolidad desde lo mediático, que podría costar la vida de miles o cientos de miles de personas.
La tensión entre la República Islámica de Irán y Los Estados Unidos ganó un nuevo capítulo a partir de mayo de 2018, cuando Trump se retiró de los Acuerdos de Viena con Irán y emitió nuevas y graves sanciones, que incluyen embargos petroleros, que perjudican de manera significativa la economía del país persa.
Durante 2019, el PBI iraní cayó un 9,5%, la moneda se devaluó 40% y el Gobierno se vio en la obligación de reducir los subsidios al combustible, lo que generó inevitablemente el aumento del mismo.
Si lo que buscaba Estados Unidos con aquella decisión era un plan de desestabilización en Irán, comenzaba a lograrlo a través de protestas de los iraníes contra las medidas gubernamentales.
Las sanciones e injerencia estadounidense generan, una vez más, desestabilización en un país de Oriente Medio.
En febrero de 2011, cientos de personas se movilizaron en las calles de la ciudad petrolera de Bengasi en Libia, contra el presidente Muamar Gadafi. Esas movilizaciones, alentadas por occidente, exigían “mayor calidad de vida”. Tras la traición de algunos altos funcionarios del gobierno libio, se conformó el Consejo Nacional de Transición (CNT). Ras Lanuf es otra de las zonas petroleras que se levantó contra Gadafi y tras los enfrentamientos que causaron 38 heridos y 2 muertos, la OTAN invadió el país. Entre el 19 y 20 de marzo, Estados Unidos lanzó 110 misiles Tomhawk que asesinaron a más de 200 personas. EL 20 de octubre de 2011 el presidente Gadafi fue asesinado.
En Egipto las revueltas comenzaron el 25 de enero de 2011 y se extendieron hasta la caída del presidente Hosni Mubarak, el 11 de febrero del mismo año. El reclamo fue el mismo: más “democracia” y mejoras en la calidad de vida.
La guerra civil en Siria comenzó en el mismo año, 2011. Las consignas son las mismas y lo operadores externos también: Estados Unidos, Francia, Israel y Gran Bretaña entre otros.
El gobierno de Bashar Al Assad logró hacer frente durante los primeros años de conflicto, no sólo a los legítimos reclamos de muchos opositores, sino a los incipientes grupos terroristas que poco a poco se fueron fortaleciendo en diferentes regiones de Siria.
La radicalización de estos grupos llevó a la aparición del Estado Islámico (DAESH o ISIS), una organización que se hace de gran parte del territorio, de los pozos petroleros y se extiende también a Irak.
Es llamativo que nunca se supo mediáticamente quiénes les compraban el petróleo robado por la banda terrorista en su afán de formar un califato. Tampoco se menciona en los grandes medios quiénes los proveían de armas y camionetas Toyota Hilux 0 km.
Ya en 2015 intervino Rusia por pedido del gobierno sirio y con su ayuda, sumada a la de las milicias de Hezbollah y las QUDS iraníes, lograron recuperar el territorio ocupado por ISIS y aislar el resto de los grupos terroristas que aún hoy operan en ese país.
Volviendo a Irán y tras observar la similitud de lo ocurrido estos últimos años en diferentes países de Medio Oriente, cabe pensar cuál es el objetivo final de las sanciones económicas al país persa, que incluye la generación de situaciones conflictivas en el Golfo Pérsico, precisamente en el Estrecho de Ormuz.
Cuando observamos a Medio Oriente en materia de recursos naturales podemos ver lo siguiente:
Irak: Petróleo y gas natural.
Irán: Petróleo, gas natural, cobre, hierro, cinc.
Siria: Petróleo, gas natural y un posicionamiento geopolítico de gran valor estratégico.
Egipto: Petróleo y gas natural.
Yemen: Petróleo y gas natural.
Afganistán: Este país sumamente pobre, merecería un capítulo aparte: gas natural, petróleo, litio, uranio, oro, carbón y piedras preciosas.
Las excusas de los Estados Unidos para asesinar, invadir y robar los recursos naturales de otros países se repiten: buscar la democracia, destruir las armas inexistentes en Irak, y defender sus intereses en el resto del mundo.
Bajo estas premisas, los gendarmes planetarios arman y desarman grupos terroristas en los que jamás se auto incluyen ellos ni tampoco al estado sionista de Israel, siendo que los primeros arrojaron dos bombas atómicas, quemaron un país con Napalm, sostuvieron todas las dictaduras en América Latina, arrasaron con Irak, Siria, Libia y fomentaron el golpe de estado en Bolivia mientras que los segundos ocuparon casi la totalidad de Palestina, condenando a los habitantes de Gaza por ejemplo a vivir entre muros, bombas y hambre.
El problema no es sólo Donald Trump, sino la política exterior de Estados Unidos y lo que simboliza para el resto del mundo.