Mubarak fue liberado de prisión terminando con lo último que quedaba de la Primavera Árabe
Por Guido Luppino
El pasado 25 de marzo fue el último momento de encarcelamiento para Hosni Mubarak. Finalmente, y como algo que se esperaba en el contexto político que vive el país africano, fue absuelto de la acusación de poseer responsabilidad directa con la muerte de más de 200 personas en las manifestaciones de 2011. Estas mismas movilizaciones fueron las que pusieron fin a su largo mandato al frente del gobierno de Egipto.
Mubarak fue el primero de los políticos en ser juzgados tras las sublevaciones populares conocidas como “Primavera árabe”. Esta semana abandonó el Hospital de las Fuerzas Armadas en el barrio de Maadi, donde se encontraba detenido, para volver a su hogar en la zona de Heliópolis, conocida por ser una de las más lujosas de la capital de la ciudad.
Hosni Mubarak gobernó el país bajo una dictadura por más de 30 años hasta que los levantamientos ocurridos en la zona del Magreb africano y el Medio Oriente terminaron con su larga conducción gubernamental. La Primavera Árabe tuvo su comienzo en Túnez cuando un joven desempleado, Mohamed Bouazizi, decidió quitarse la vida al prenderse fuego “a lo bonzo” frente a la municipalidad de Sidi Bouzid. Este hecho trajo consigo manifestaciones populares que terminarían con la presidencia de Ben Ali, por aquel entonces presidente de tunecino.
Los hechos en Túnez tuvieron un efecto contagio en muchos países de la región, siendo Egipto el caso más significativo. En enero y febrero del año 2011 las revueltas populares comenzaron a multiplicarse en El Cairo pidiendo el fin del gobierno de Mubarak. El objetivo principal del movimiento en la región se centraba en lograr un cambió en el sistema político. Recordemos que hasta ese momento Egipto nunca había tenido elecciones presidenciales democráticas.
Tras varias luchas, incluida la toma de la plaza principal de El Cairo, Hosni Mubarak se vio obligado a abandonar su cargo político sin antes hacer todo lo posible para mantener su puesto. Pese a las represiones y a teñir de sangre el país, dejando más de 800 fallecidos, se logró derrocarlo.
Dos meses después de ser derrotado, Mubarak fue condenando por la represión a los manifestantes.
De esto modo Egipto logró llamar a elecciones presidenciales por primera vez en su historia. El ganador fue Mohamed Morsi que contaba con el apoyo de los Hermanos Musulmanes, facción política de corte islamista. Pero poco duraría la democracia ya que el Ejército, apoyado por Estados Unidos y la OTAN, ya planeaba un golpe de Estado excusándose en no poder permitir que gobierne un presidente que cuente con el apoyo del fundamentalismo islámico de los Hermanos Musulmanes. Finalmente, el 3 de julio de 2013 Morsi fue derrocado por quien lideraba el ejército, Abdel Fattah al-Sisi, quedándose este último con la presidencia del país. Tras un año de gobernar bajo dominio militar y ya con la prohibición de los Hermanos Musulmanes, al-Sisi llamó a elecciones donde resultó claro ganador afianzado su poder para gobernar el país.
De este modo la contrarrevolución triunfó en Egipto, como así también en otros países de la región, dejando atrás la lucha de la población civil por un cambio del sistema político. Si bien se logró terminar con las monarquías gobernantes, la democracia nunca pudo instalarse hasta el día de la fecha.
Por todo lo explicado anteriormente podemos entender que no es un hecho aislado que la justicia haya decretado que Mubarak recupere su libertad, sino que es la muestra de que nuevamente gobiernan las mismas ideas que lo hicieron por más de 30 años de manera dictatorial. El movimiento contrarrevolucionario ayudado por Washington se impuso en el país africano, y con la liberación de Mubarak terminó lo último que quedaba de la Primavera Árabe para el pueblo egipcio.