Mansoura Ez-Eldin: una escritora en la noche gótica de El Cairo

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EL OTRO MAPA

Mansoura Ez-Eldin: una escritora en la noche gótica de El Cairo

26 Mayo 2024

Mansoura Ez-Eldin nació en Egipto, es periodista y escritora de ficción. Publicó numerosas colecciones de relatos y novelas. Su libro de no-ficción, Caminos en Shanghái: el significado de la distancia entre Egipto y China, ganó el Premio Ibn Battuta 2021 para literatura de viajes. Como editora, Mansoura Ez-Eldin está a cargo de la sección cultural de Akhbar Al-Adab. Sus libros fueron traducidos al inglés, al italiano, y al esloveno; al español, sólo algunos de sus cuentos cortos.

Agencia Paco Urondo: Hablemos un poco de tu recorrido ¿Cómo te convertiste en escritora de ficción,  cuáles fueron tus primeros escritos? Entiendo que a los dieciochos años te mudaste a El Cairo a estudiar periodismo, ¿cómo conjugás tu escritura periodística con tu escritura de ficción?

Mansoura Ez-Eldin: Nací en un pueblo muy pequeño del delta del Nilo. Cuando era chica, estuve rodeada de muchos narradores muy lúcidos: mis abuelos, mi madre y mis tíos. Gracias a ellos escuché un montón de historias de fantasmas, duendes y hadas que habitan el Nilo. Ahora, cuando recuerdo todo eso, me doy cuenta de que esas historias ensancharon mi horizonte, enriquecieron mi imaginación y me impactaron inmensamente al comenzar a escribir.

Esas historias de fantasmas no eran sólo historias, eran parte de la vida diaria del delta del Nilo. En esta parte del planeta, la mitología es un elemento esencial de la vida. Cuando era chica, nunca sabía dónde terminaba la realidad o dónde empezaba la imaginación. Esos bordes eran borrosos. Estos cuentos tan imaginativos me inspiraron profundamente, solían dejarme sin aire. En comparación, a una chica como yo, el mundo real le resultaba insulso y aburrido, y pienso que quería convertirme en autora para poder inventar mis propias historias.

Yo iba a estudiar ingeniería pero de golpe cambié de idea y opté por el periodismo, porque pensé que era una profesión cercana a la escritura creativa, y porque de esta manera iba a poder mudarme a El Cairo y vivir por mis propios medios. En Egipto ocurre eso que llamamos “cairocentrismo”. Para trabajar como periodista, debés vivir en El Cairo. Esto se aplica también a cualquier escritura. Todos los diarios y las editoriales están en El Cairo. Entonces, me mudé allá, y eso me permitió explorar la ciudad y tener más espacio personal o más libertad. No fue fácil, pero lo disfruté muchísimo porque me encantan los desafíos.

El periodismo me permitió hacer pie, mantener una relación entre la realidad vívida y mi escritura de una forma lógica y convincente, lo que es una cualidad absolutamente indispensable si los niveles de surrealismo y lo fantástico aparecen en tu escritura. El periodismo hizo que tuviera un estilo preciso y lúcido incluso cuando escribo sobre situaciones o tópicos muy ambiguos. Al principio de mi carrera como autora de ficción, fue difícil escribir no ficción porque mi imaginación solía interferir en cada texto que encaraba, pero la labor periodística me resolvió el problema. Me permitió manejar la escritura de no ficción y me enseñó a tener paciencia y resiliencia, y me dio mucha experiencia en muchos campos.

APU: En Argentina se conoce muy poco sobre la literatura egipcia. ¿Podrías hablarnos brevemente sobre las tradiciones más importantes, propuestas, desafíos a los que se dieron importancia y qué autores te son fundamentales? ¿Encontrás diferencias entre la literatura árabe tradicional y la moderna?

M.E.: Egipto es famoso por tener una escena literaria muy rica y animada. Es la tradición más antigua y con mayor influencia de la región. Tenemos un buen nicho de lectores y un mercado editorial ecléctico y amplio. Me animo a decir que la industria egipcia del libro es prácticamente autosuficiente en comparación con otras del mundo árabe.

Las novelas son más leídas que las colecciones de cuentos, o la poesía, y recientemente también fuimos testigos de un boom en la no-ficción de escritura creativa, que atrajo a un montón de lectores. En el pasado, los novelistas egipcios solían preferir las novelas realistas, pero desde los 90s hubo un florecimiento de lo fantástico, de lo siniestro y de las novelas surrealistas. Por otro lado, muchos de los escritores de la generación de los 90 eligieron también la escritura autobiográfica para la ficción. Pero en general, la principal característica de la literatura egipcia es la experimentación a distintos niveles, lo que la vuelve ecléctica.

El mayor desafío ha sido la relación entre el árabe estándar y el árabe coloquial. El árabe estándar prácticamente no se usa en la vida diaria, pero sí mayormente en la literatura árabe (incluyendo la literatura egipcia). Pienso que esta escritura en árabe es bastante desafiante para muchos lectores; se trata de una de las lenguas más antiguas del mundo, con sus propios elementos atávicos que la vuelven única e incomparable, en mi opinión.

Cuando leo lo escrito por los escritores y poetas árabes clásicos, me siento totalmente encantada y a la vez siento el desafío que significa. Me siento muy influida por la literatura árabe, en especial por la poesía preislámica, y trato de reconciliar estas herramientas tradicionales de contar una historia con las técnicas posmodernas. Eso no significa que, por ejemplo, en mis trabajos, mis lectores puedan encontrar directamente huellas de un estilo viejo o de un vocabulario derivado de la poesía árabe preislámica; los influjos más profundos no son apariencias, no tienen que ver con la imitación, son mucho más que una inspiración.

Por poner un caso, cuando leo a los grandes poetas preislámicos, no puedo observar el mundo que me rodea como era entonces. Al contrario, me siento en el medio de un mundo pagano, un mundo lleno de dioses de piedra, ruinas antiguas, talismanes, enigmas, desiertos que nunca terminan y cielos limpios decorados con estrellas brillantes. Todo eso me inspira inmensamente.

“La principal característica de la literatura egipcia es la experimentación a distintos niveles, lo que la vuelve ecléctica”.

APU: En tus cuentos aparece muchas veces la temática del sueño, de las alucinaciones, de la locura.

M.E.: Los sueños son esenciales para mi escritura, así como las alucinaciones y la locura. Estoy interesada en esos espacios intermedios que se ubican entre los sueños y la realidad, la sanidad y la locura, el bien y el mal, la luz y la oscuridad. Pienso que esos espacios ambiguos contienen muchísimo potencial artístico. Sin embargo, cuando hablo de mis sueños, no me refiero únicamente a la narración de los sueños, que puede resultar algo tediosa, sino también a ser inspirada por los sueños, cómo se construyen los mundos ficcionales, o cómo la estructura ficcional trabaja como los sueños: fragmentada, con un conexión mínima entre las partes (si la estructura encaja más en una determinada novela) o si es plenamente lúdica.

También saco ideas de mis propios sueños. Mi cuento corto, “Gothic Night” (“Una noche gótica”), por ejemplo, se disparó a partir de un sueño que me sacudió entera, y mi novela Shadow Specters (Espectros de sombra), que es una novela totalmente realista, fue inspirada en otro sueño que de hecho me dio la estructura del libro. Por otro lado, mucha de mi escritura trata sobre la identidad y la cuestiona, y debo decir que mi interés en los sueños, la locura y la memoria tiene que ver con eso. En sueños, se da una distancia con el yo, de una manera u otra.

Esto convoca a la locura y también opera así la pérdida de la memoria. Cuando alguien se pierde, o pierde la memoria, ¿sigue siendo esa misma persona? ¿En qué medida se diferencia de su yo pasado? Esas son preguntas y tópicos que articulo usualmente en la ficción. Pero, para ser honesta, siempre soy un poco reticente a la hora de clasificar. Me siento perpleja cada vez que debo rever las clasificaciones de mi trabajo, como kafkiano, surreal, onírico, etc, porque considero que mi escritura, incluso mi escritura que se acerca a lo surreal o a ciertos aspectos metafísicos, es una escritura realista en algún sentido.

APU: La presencia de las ciudades, de la arquitectura, de los espacios, es otro tema recurrente en tu escritura. ¿Cómo operan estas geografías en tus historias?

M.E.: Generalmente, tengo mi inspiración en cosas en las que estoy interesada, como los espacios urbanos, las plantas, la topografía, los desiertos y las ruinas. Cuando escribo sobre algún lugar, tanto si es rural como urbano, familiar o extranjero, intento abarcar capas ocultas de la historia, sus secretos y sus verdades no dichas. Creo que la geografía contiene una cantidad interminable de historias no contadas, de historias olvidadas y de pequeños detalles humanos. En mi escritura, los sitios son personajes ficcionales que me dan la trama, o las claves, o la guía para acercarme a ellos de manera adecuada. Tuve la suerte de nacer en el campo y después mudarme a la ciudad cuando era joven, y de viajar por muchas ciudades en el mundo. Al principio, era una especie de trotamundos reluctante, pero con los años descubrí que estos viajes enriquecieron mi escritura profundamente y me ayudaron a examinar mi propia tierra desde lejos, lo que en general da una mirada más honda y clara.

APU: Las protestas que en español se conocen como “La primavera árabe” (2010-2012) tuvieron mucho impacto en tu escritura y en tu mirada de mundo. ¿Podrías relatarnos cómo se relacionan? 

M.E.: Formé parte de la revolución egipcia y escribí regularmente sobre ella para el diario suizo Neue Zürcher Zeitung y para otros sitios y periódicos dentro y fuera del mundo árabe. En 2011 dejé de escribir ficción y quedé totalmente inmersa en esos artículos, al seguir de cerca lo que estaba ocurriendo. A comienzo de 2012 regresé a mis manuscritos de ficción, y desde esa fecha he venido publicando varios libros.

Me di cuenta de que mis trabajos más recientes están centrados en la idea de destrucción, porque desde 2012, quedé totalmente tomada por la idea de que una ciudad puede estar condenada, o en ruinas, o ser destruida. La destrucción de Aleppo, en Siria, me sacudió entera, me hizo pensar en la destrucción de todas las ciudades en la historia humana, y además de otras cosas, me motivó para hacerlas interactuar con Las mil y una noches en mi novela  Emerald Mountain (La montaña esmeralda).

Uno de sus muchos niveles de ese libro es también una especie de tributo a las ciudades árabes antiguas que se incluyen en el mundo ficcional de Las mil y una noches. Y en Shadow Specters, elegí una ciudad condenada sin nombre, porque el concepto de ciudad condenada es muy esencial en la memoria colectiva, tanto en un sentido mítico como en uno realista. Durante el proceso de escritura, elijo fusionar ciertos detalles de mi mundo literario. Por ejemplo, el concepto de masacre es central en mi novela Shadow Specters, pero mientras la escribía no quise documentar una masacre reciente o un genocidio, sino que elegí tratar de capturar la esencia de una masacre en general, expresarla con una metáfora y mostrarla con sutilezas e indirectas.

Estas huellas son eternas y distorsionan toda la existencia de los sobrevivientes. Lo que le sucedió a uno de los personajes de la novela, cuando era chica, moldeó toda su vida futura. Afectó su relación con el lenguaje, la naturaleza y la gente. 

APU: La figura de la mujer, los personajes mujeres, tienen una relevancia fundamental en tus escritos. ¿Qué podés decirnos sobre la vida de las mujeres en estos contextos (tanto urbanos como rurales)?

M.E.: Nunca doy la escritura por terminada. Provengo de un linaje de mujeres que no tuvieron nada que ver con el trabajo de la escritura. Muchas de ellas eran fuertes, seguras y maravillosas, pero no tuvieron muchas oportunidades. Guardaron su legado en una cultura de historias orales, canciones, proverbios y artesanías. Siento que es crucial para mí dar tributo a este legado tan vívido a través de la deconstrucción de sus vidas y sus mundos, construyéndolas después en la ficción, y a través de las voces que oí y entendí.

Sin embargo, mi escritura no solo representa a estas mujeres, también refleja las vidas de ellas en muchos otros ámbitos. Y no se limita a reflejar las vidas de mujeres o sus luchas. Esto me hace acordar una anécdota curiosa: una escritora, periodista y crítica siempre, durante años, me dijo: ¿por qué tus narradoras son mujeres? ¿No podés articular una voz masculina? Y cuando opté por narradores masculinos en mis libros recientes, ahora me preguntan: ¿por qué escribís sobre los varones? ¿no se supone que deberías escribir sobre las mujeres? Bueno, entonces el narrador de mi próxima novela será un extraterrestre. Así que prepárense.

APU: ¿Qué libros de la literatura universal te interesan o te interesaron y por qué? Una vez dijiste que Kafka y Javier Marías eran tus influencias más importantes.

M.E.: Me gusta Kafka, Borges, Juan Rulfo, Ricardo Piglia, Joan Didion y Sebald. En general, me atrae la literatura lúdica y sobrenatural que presta atención a la forma y a la estructura tanto como a otros aspectos artísticos. La buena literatura, en mi opinión, es aquella que puede ayudar a percibir la realidad de manera diferente y que puede abrirme horizontes. Borges, por ejemplo, me hizo ver la literatura persa y árabe desde una luz totalmente diferente y así tratar de encontrar mi propia manera de reconciliarla con las técnicas posmodernas de escritura.

Además, puedo decir que ocupa un lugar especial en mi corazón la antigua cultura china, especialmente el taoísmo. En general, pertenezco al tipo de escritores que consideran que todas las tradiciones nos pertenecen, y los que creemos que aquello que nos une, como humanos, es mucho más que eso que nos divide. Siempre trato de usar todo lo que está a mi alrededor y no me limito a una sola cultura. El mundo está lleno de inspiración, sólo se necesita entrenar los ojos y la cabeza para capturar los detalles mínimos y volverlos arte. En cuanto a Javier Marías, me gusta el modo en que él escribe sobre el lado oscuro del amor y su estilo (en la traducción de Margaret Gull Costa).

APU: La última pregunta: en qué estás trabajando ahora.

Ahora estoy terminando una colección de cuentos interconectados. Estas historias fueron inspiradas en ciudades como París, El Cairo, Shanghái y Iowa. En el centro de la mayoría de esas historias, una mujer camina por las calle. Una especie de flâneur femenina.

“La buena literatura es aquella que puede ayudar a percibir la realidad de manera diferente y que puede abrirme horizontes”.

Noche gótica (fragmento)

Su partida se dio sin ninguna explicación.

Se trata de un destino lejano, dijo él, al articular una serie de sonidos oscuros: el nombre de una ciudad que yo nunca había escuchado. Su partida parecía predestinada. Por un instante, pude visualizar la ciudad a la que iba, con calles polvorosas.

No hay colores a no ser el gris que cubre el lugar, junto con algunas manchas de negro y blanco. Mucha gente camina con lentitud por las calles apagadas, con gestos parcos y mirando fijamente un punto delante. Un silencio plomizo cae sobre todo.

Así camina él, hundido en lo que piensa. Y yo, fuera de escena, lo observo con cierta preocupación al presentir la llegada de un gigante con abrigo negro, cara taciturna, pasos pesados. De golpe, reina el caos: la gente corre en todas direcciones, intenta escapar.

 

* Entrevista en inglés y traducción: Marina Porcelli.