Pepe Mujica: “el mensaje del Papa es político”

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Pepe Mujica: “el mensaje del Papa es político”

07 Noviembre 2016

Por Geraldina Colotti (*)

Ovaciones de estadio para el ex-presidente del Uruguay Pepe Mujica. Lo hemos constatado en dos momentos romanos: el III Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, invitados por el Papa al Vaticano, y en el Palladium de Garbatella, en una conferencia a los estudiantes organizada por el vicepresidente de la región, Massimiliano Smeriglio, también para el lanzamiento del libro, Una oveja negra al poder, de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, editado por Lumi.

Un Mujica mesiánico, “filósofo y político” ha dicho Ignacio Ramonet,  resumiendo la biografía del ex tupamaro: el perfil coherente de un hombre que ha cumplido un largo camino –desde la guerrilla a la cárcel, a la política legal, a la Presidencia- siempre siendo fiel a sí mismo.  “Y así –ha bromeado el periodista- ahora tenemos dos Papas: el Papa Bergoglio y… el Pepe Mujica”.

Y también el sábado, durante el encuentro de Bergoglio con los movimientos populares en el Aula Paolo VI, cuando Mujica ha aparecido en video las más de tres mil personas presentes han aplaudido a teatro abierto. Y luego ha llegado también el tributo del Papa, que lo ha saludado y citado hablando de la necesidad de la gran Política, de la democracia participativa, y de los riesgos que representa usar la política como profesión y no como pasión: “Quien quiere hacer dinero con la política –ha dicho- por favor se mantenga alejado… alejado también del seminario”.

Lo de la coherencia entre palabra y hechos ha sido una huella principal del III Encuentro mundial de los movimientos populares y Mujica ha intervenido, en este propósito, sobre este tema y sobre la crisis de la democracia representativa, “secuestrada” por los grandes poderes que la vacían de contenidos, terminando de usarla a costa de los sectores populares. Y en la Lectio magistralis (lección magistral) ofrecida a los estudiantes, con palabras simples y poéticas, a fin de cuentas ha explicado nuevamente los conceptos de base del marxismo y la alienación de un individuo atomizado y explotado, víctima de las sirenas del consumismo.

 

¿Por qué se siente cercano al papa Bergoglio? ¿El marxismo debe ceder el propio paso sobre Tierra, Casa y Trabajo?

El mensaje del Papa es importante también para un no creyente como yo, que de todas maneras respeta profundamente todas las religiones, la necesidad de trascendencia que proviene, en diversas formas, del ser humano, y que hoy viene anestesiado o pervertido. Habla de solidaridad en un mundo que quiere construir muros y que debemos recomenzar a trabajar: hemos tenido ya un Hitler y podremos encontrarnos un Trump, y también Clinton no es justamente una señora de izquierda. Soy hijo de migrantes, mi madre era italiana, pero ahora esta Europa se olvida de dónde viene, piensa que se deben construir los muros, rechazar a quien llega a las fronteras. La solidaridad no es un acto de beneficencia, sino entender que el cansancio de la mujer africana en busca de agua, me compete. Hoy, en cambio, somos prisioneros de una telaraña que te presenta las cosas al contrario, te hace dependiente de la posesión compulsiva de objetos. Se necesita poner límites, vivir con sobriedad. No digo con austeridad, porque la palabra puede hacer pensar a la austeridad impuesta por el capitalismo, por los planes de ajuste estructural. Digo, que tantas cosas no nos sirven, más bien nos sirve recuperar tiempo. La política es inherente en nuestro ser sociales, del vivir en sociedad. Y se debe escoger: por pasión, no por dinero. Si, de todas maneras, a alguien le gusta acumular dinero, mejor que se dedique al comercio, a los negocios. Quien hace política debe vivir como vive la mayoría de su pueblo. El Papa dice estas cosas. Su mensaje es político. Ayuda a interrogarnos sobre la globalización, sobre la necesidad de un cambio estructural, acoge las razones de una humanidad disidente no incluida que quiere contar en las decisiones.  Usa la mística y los recursos de la Iglesia para difundir un mensaje universal contra las desigualdades, la guerra. El marxismo también, ciertamente.  Pero no puedo olvidar lo que me dijo una vez un compañero, regresando de los países del Este: tienen la mirada apagada.

 

Usted ha llegado hace poco de Venezuela, un país que ha puesto al centro de la Constitución y de los programas la democracia participativa y el poder popular.  ¿Qué piensa de lo que está sucediendo allí y del rol del Vaticano?

Venezuela ha heredado problemas estructurales, que no dependen de Maduro ni antes de Chávez y que no se pueden resolver con la varita mágica o en tiempos rápidos: la dependencia de un tipo particular de monocultivo, el petróleo, el abandono de otras formas de producción que habrían consentido alcanzar la soberanía alimentaria y resistir a la extorsión y a los ataques externos, que vemos en toda América Latina. Venezuela es un gran productor de ron, pero el primer importador de whisky… Se necesita regresar a la tierra, negociar algunas respuestas económicas con el capitalismo e impulsar otras más innovadoras. Luego, está el problema de la reforma monetaria.  Al pueblo venezolano, un pueblo extraordinario que siempre ha sido capaz de encontrar su camino, de todas maneras, va toda nuestra solidaridad. El Papa ha hecho algo bueno favoreciendo el diálogo entre las partes. La oposición, aunque tuviese un programa, no podría resolver aquellos problemas estructurales. Y de todas maneras, el diálogo sirve. No se puede pasar el tiempo enfrentándose en las plazas, se necesita trabajar.

 

El Uruguay –dice usted- es un pequeño país, pero es en los lugares pequeños en que se puede experimentar. ¿Qué puede servir al mundo de este experimento?

Algunas experiencias sociales para evitar que la tierra sea presa del mercado. Una cosa inteligente.  Un antiguo Instituto que ha hecho que el Estado se convierta en el principal propietario de tierras del país: no para que las cultive, sino para que las arriende a un precio justo.  La tierra no se vende, pero se da para trabajarla, y no se pueden hacer transacciones sin pagar un impuesto elevado. El de la tierra y de una reforma agraria integral es un problema general, sobretodo en el sur: Tierra, Casa y Trabajo y democracia participativa…

 

(*) Publicado en el diario Il Manifesto, de Roma, el domingo 6. Traducido por Gabriela Pereira.

 

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