Machado da Silva: el goleador y el racismo
Por Diego Kenis
Los diarios brasileños despertaron la mañana argentina de este miércoles 30 con la noticia de la muerte de Walter Machado da Silva, de 80 años, uno de los lujos futbolísticos con bandera extranjera que pudo darse Racing en su historia. Llegó allá por 1969, cuando el de José era de los equipos más importantes del mundo. La foto que ilustra esta nota lo muestra junto a Roberto Perfumo, en la tapa de una revista que ambos firmaron para dedicarle a otro símbolo de la historia académica: Tita Mattiussi.
Las crónicas periodísticas de la época y los relatos heredados de generación en generación cuentan que Machado da Silva era un goleador extraordinario y fino, de selección, en un tiempo de leyendas verdeamarelas.
“Silva Batuta” comenzó jugando en San Pablo, fue ídolo en Flamengo, pasó por el Santos de Pelé y llegó a Racing como la frutilla sobre el postre en un equipo que sólo un año antes había sido campeón del mundo con un juego que anticipó el Fútbol Total. Estuvo sólo una temporada en Avellaneda, porque a la Academia le fue imposible retenerlo. No salió campeón, pero quedó para siempre como ídolo: sus 18 goles en 28 partidos lo hicieron goleador del campeonato, el último que tuvo Racing hasta 2004, cuando se consagró un tal Lisandro López.
También anduvo por Europa, y no sólo para jugar el Mundial de Inglaterra ’66. El Fútbol Club Barcelona lo despidió este miércoles con una evocación especial en su web oficial, recordando un episodio de discriminación racista y clasista que Machado da Silva sufrió cuando pasó por la entidad blaugrana.
Para 1966, en plena dictadura franquista, el fútbol español tenía sus fronteras cerradas a jugadores extranjeros. Juan Antonio Samaranch, por entonces delegado nacional de deportes y más tarde titular del Comité Olímpico Internacional, acercó al presidente culé Enric Llaudet un rumor: que las fronteras para traspasos se abrirían de cara a la temporada siguiente.
Llaudet se apresuró a contratar a Machado da Silva, que venía de su participación mundialista. Anotó ocho goles en sólo quince partidos con la camiseta del Barcelona. Todos fueron amistosos: la prohibición de contar con jugadores extranjeros nunca se levantó.
Cuando comenzaba a advertirse que el rumor de Samaranch no se concretaría, la prensa preguntó a Llaudet qué haría en caso de no poder contar oficialmente con Machado da Silva. “Si no puede jugar, será mi conductor. Siempre he querido tener un chofer negro”, respondió.
Aun en la España de 1967, la frase generó “gran escándalo y vergüenza”, recuerda este miércoles la web oficial del Barcelona.
Ocurría en un mundo que comenzaba a atestiguar la lucha contra la segregación racial. Sólo un año antes, otro deportista, el boxeador Muhammad Ali, había sido noticia mundial al negarse a participar de la guerra de Vietnam. “Ningún vietnamita me ha llamado nigger”, explicó, relacionando su negativa con la lucha antirracista. Pocos meses después, en 1968, caía asesinado Martin Luther King, símbolo de esa causa.
La de Llaudet no fue la última expresión racista de un presidente de un club español hacia un jugador extranjero. Casi treinta años después, el entonces dueño del Atlético de Madrid, Jesús Gil y Gil, descargó palabras aún peores sobre el colombiano Adolfo Valencia. El Tren no había tenido una tarde afortunada en la red y eso molestó a Gil y Gil, que lo consideraba una máquina de su propiedad. Los insultos incluyeron una reivindicación explícita del accionar del Ku Klux Klan. Casualmente, quien detuvo la diatriba fue un excompañero de Machado da Silva en Racing: Alfio Basile, entrenador del colchonero en 1995.
Más allá de eso, los comentarios de su época y las estadísticas coinciden en que "Silva Batuta" fue un jugador extraordinario. Tras su retiro, volvió pocas veces a la Argentina. Una de ellas, para el centenario de Racing, en 2003. Las cámaras lo tomaron en su hablar bajo y sonriente, con una timidez que no se condecía con su estatus de leyenda. En 2017, el Departamento de Historia de la Academia viajó a Brasil para homenajearlo.
El episodio que el jugador brasileño sufrió en 1967 en Catalunya ilustra una época y los alcances del racismo profundo que aún sobrevive en algunos segmentos de la sociedad. Ser una superestrella del fútbol, o del boxeo, no eximía de ser víctima de la discriminación. El racismo estaba por encima de los goles festejados o esperados.
Tal vez el artículo con que el Barcelona despide a Machado da Silva pueda contarse como autocrítica del club. Sería bueno si se extendiese al fútbol en general, para que el racismo deje de estar presente en los cánticos de las tribunas.
Promisorio es, en tal sentido, el párrafo con que la entidad catalana eligió cerrar su evocación del exfutbolista: “En 2006, a los 66 años, se graduó en Derecho en Brasil y estuvo ayudando a la gente humilde, la que no puede darse el lujo de tener un abogado”.
Descanse en paz, goleador.
Fotos: Archivo Histórico y Departamento de Historia de Racing Club, y FC Barcelona.