Moacyr Barbosa, el “piedra” más injustificado de la historia del fútbol
En estos días llenos de fútbol en lo que es, hasta ahora, uno de los mundiales más atractivos de los últimos 25 años, hemos visto florecer a un nivel importante esa cualidad que el director técnico campeón en México 86, Carlos Salvador Bilardo, elevó a la categoría de infaltable: la cábala.
Es así cómo la presencia o no de Mauricio Macri en los estadios de Qatar es asociada con la victoria o derrota del seleccionado nacional, o sus distintas declaraciones sobre sus candidatos a quedarse con el torneo o sobre ciertos jugadores son recordadas cada vez que esos equipos sufren un traspié o algún infortunio le sucede a esos players. El tipo insiste (en otra ocasión hablaremos de quienes también insisten en arrimarle el micrófono para que se explaye) y muchos creen que se tiene merecido el mote de piedra, mufa. El periodismo de los medios masivos no piensa lo mismo, así que salió a defender al presidente de la Fundación FIFA con uñas y dientes, dejándonos coberturas que, por lo menos, son ruiseñas, desdeñosas de la cultura popular, algunas hasta ridículas. Bueno, siempre les produce escozor lo popular.
El papá de Antonia no es el único señalado en este rubro. Los hinchas ingleses suelen recurrir a todos los artilugios “antimufa” cuando ven aparecer a la popular figura del cantante de los Rolling Stones en los estadios. Parece ser que su presencia coincide con la eliminación del seleccionado en varias de las últimas gestas deportivas y los muchachos y muchachas en la tribuna aseguran que Mick Jagger es un verdadero “stone”.
Sin embargo, estas concomitancias que producen momentos de humor y memes en toneladas, supo tener su punto más injusto en la figura de Moacyr Barbosa.
Hasta el mundial de 1950 realizado en Brasil, el conjunto de dicho país no se destacaba por tener buenos arqueros. Es más, muchos marcaban ese déficit como una de las causantes de no haber conquistado la copa Jules Rimet, que era la que se ponía en juego en esa época. Barbosa, con 29 años y una destacada labor en el Vasco da Gama vino a enderezar ese costado flaco, a tal punto de ser una de las figuras de combinado brasilero que llegó hasta la famosa final en el Maracaná, un verdadero ídolo. El primer portero negro, además.
Casi no recibió goles en la ronda inicial, mantuvo su arco en cero en dos cotejos y sólo recibió goles contra Suiza, con quien empataron. Ya en la ronda final le convirtieron un gol en cada cotejo, pero fueron nimios ante la goleada propinadas por Brasil a Suecia (7-1) y España (6-1). Nadie esperaba lo que iba a suceder en la final, ese hecho que hoy es recordado como Maracanazo.
Si alguno todavía no lo sabe, Uruguay comenzó perdiendo uno a cero con gol de Friaça, pero alcanzó el empate a través de Schiaffino, despertando rumores en el estadio. Hasta que en el fatídico y memorable (según quien lo mire) minuto 79, Ghiggia apunta fuerte, seco, al primer palo y cuela el balón entre el mismo y el cuerpo de Barbosa, enmudeciendo a las 200.000 asistentes y a todo un país.
"Llegué a tocarla y creí que la había desviado al tiro de esquina, pero escuché el silencio del estadio y me tuve que armar de valor para mirar hacia atrás. Cuando me di cuenta de que la pelota estaba dentro del arco, un frío paralizante recorrió todo mi cuerpo y sentí de inmediato la mirada de todo el estadio sobre mí", afirmó Moacyr.
La mirada de todo el estadio sobre mi ¿Quién puede recuperarse de semejante peso? Según las crónicas de la época, nadie puede asegurar que Barbosa tuvo participación ineludible en los goles recibidos, pero de inmediato fue marcado como uno de los responsables de “la mayor tragedia deportiva del Brasil”. En alguien marcado por la fatalidad. Un piedra, un mufa.
Tal es así que, cuenta la leyenda, quienes se cruzaban con él en la calle y llegaban a reconocerlo, agachaban la cabeza para no tener contacto visual y seguir su camino.
"La pena más alta en mi país por cometer un crimen es de 30 años. Yo llevo 45 pagando por un delito que no cometí", supo lamentarse el arquero que vio más que su carrera truncarse en un puñado de minutos. Como dato curioso, Moacyr trabajó en el Maracaná y cuando decidieron remodelar el estadio, su jefe le regaló los palos fatídicos de aquel encuentro. El arquero encendió con ellos el fuego de la barbacoa con la que invitó a sus amigos. Pero tal acto de exorcismo no fue suficiente.
"La pena más alta en mi país por cometer un crimen es de 30 años. Yo llevo 45 pagando por un delito que no cometí".
Eso se pudo ver en unos de los partidos del mundial de 1994, en el que Brasil iba en busca del tretracampeonato y nuestro personaje intentó saludar a los jugadores: le negaron la entrada a la concentración. “Ese hombre trae mala suerte”, fue la justificación del encargado de cortarle el paso.
Su reivindicación vino desde el lado rival. “La culpa no fue de Barbosa. A esa pelota la hizo entrar el destino”, lo defendió Obdulio Varela, el gran capitán de la selección uruguaya. Cuenta la historia que el “Negro Jefe” sintió tan suya la tristeza de la gente que no celebró la victoria sino que se perdió en los bares de Río, consolando a los derrotados, bebiendo con ellos. “Si hubiera sabido en ese momento que la culpa recaería en un solo hombre, no hubiera marcado el gol”, expresó Alcides Ghiggia, casi disculpándose, tiempo después. Cuando se volvió a jugar el mundial en Brasil, en 2014, el jugador charrúa pudo comprobar que al arquero se lo seguía tildando de “maldito”, a pesar de que ya había fallecido 14 años antes, olvidado y pobre. “Por qué en vez de echarle la culpa a ciertos jugadores no reconocen que enfrente hubo un equipo valiente que consiguió lo que nadie esperaba”, les apuntó.
“Quema los palos, Barbosa, del arco del Brasil, la condena del Maracaná se paga hasta morir” canta Tabaré Cardozo en una hermosa canción que deja reflejada la continuidad de la injusticia.
Por suerte, en el 2021, a los 100 años de su nacimiento, la Confederación de Fútbol de su país le rindió tributo en el que el ultraganador guardameta Dida tomó la palabra reivindicatoria, pidiendo que se lo recordara por sus logros (Barbosa había conquistado la copa América antes de ese fatídico torneo, incluso fue elegido como el mejor portero del mundial que disputó) y no sólo por la final del ´50.
Ojalá haya servido para romper con la estigmatización de Barbosa, el hombre señalado como piedra más injustificado de la historia del fútbol.