“Los talleres dan cuenta de formas neoliberales en el corazón de una economía que afirma otra cosa"

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“Los talleres dan cuenta de formas neoliberales en el corazón de una economía que afirma otra cosa"

18 Mayo 2015

Por Enrique de la Calle

APU: ¿Qué es lo que falta en el debate público sobre los llamados talleres clandestinos?

Nicolás Fernández Bravo: Están faltando fundamentalmente las voces de los protagonistas de la economía popular, insertos un mundo laboral en constante transformación. A ver: están, pero no llegan a escucharse lo suficiente. Resulta difícil escuchar estas voces por varios motivos, uno de ellos tiene que ver con la extensión de las jornadas laborales, que dificultan el contacto directo con periodistas, por ejemplo. O no favorecen su participación en el espacio público, en la participación masiva de una marcha. Eso dificulta también la organización colectiva, la cual existe para determinadas tareas pero no necesariamente para organizar el trabajo. Quienes cambiaron de rubro experimentaron un mundo completamente diferente. Sin embargo, hay un debate complejo detrás de la categoría de trabajo esclavo: los mismos trabajadores no se reconocen de ese modo. Aunque a veces los propios costureros la utilizan, lo hacen en el marco de una estrategia para hacer visible la problemática, ante interlocutores que de hecho están buscando la categoría condicionando la respuesta. Pero hay que tener cuidado con no caer en discusiones eruditas: estamos hablando de condiciones de trabajo que no son simplemente “informales” o “precarizadas”.

APU: Más allá de las denominaciones, está claro que se trata de prácticas laborales muy precarias.

NFB: Exacto. A veces creemos vivir en un mundo que discute qué fue el neoliberalismo como forma económica y social. Lo que vemos en los talleres es que hay persistencia de formas neoliberales flexibilizadas y terciarizadas que están en el corazón de una economía que afirma otra cosa. La industria textil abarca la totalidad del entramado social, tiene que ver con lo que todos consumimos, nos interpela a todos. La situación excede la voluntad moralista de quien dice “voy a comprar mi ropa a otro lugar”.

APU: No existe ese otro lugar.

NFB: No hay otro lugar, la industria y los márgenes groseros de ganancia no lo habilitan. El INTI realizó una experiencia innovadora de certificación para verificar toda la cadena de valor y conocer las condiciones de trabajo en los talleres: se presentó una sola firma. Es un tema bien complejo. Hay que decir además que estas prácticas no fueron siempre así, emergieron con fuerza como consecuencia de la desindustrialización. Hace 11 o 12 años Argentina vive una explosión de ciudadanía por consumo. La industrial textil se asienta sobre esa ficción que le permite a una persona comprar algo más que su sustento diario, pertenecer por medio de la marca trucha.

APU: ¿Decía que la industrial textil no fue siempre así?

NFB: No siempre lo fue, las historias familiares de migración del rubro textil aumentaron en cantidad en los últimos 10 u 11 años. Se especula con que hoy, a nivel nacional, puede haber unos 300 mil trabajadores en el sector. Es una conjetura, pero hablamos de un número importante.

APU: ¿El propio trabajador es consciente de la precariedad de ese trabajo?

NFB: Claro que tienen consciencia de su situación, incluso cuando se viene de distintas experiencias productivas. Pero también hay trampas y engaños. Las entrevistas que hicimos presentan un panorama muy heterogéneo. Es necesario comprender las trayectorias de esos migrantes. Muchas veces esa persona viene al país para hacer una “temporadita”, pero acaba quedándose y a veces termina por naturalizar sus propias condiciones. Por eso hay que hablar de un consciencia que se transforma en el tiempo. Después ese trabajador se queda a vivir en Argentina y puede quedar atrapado en una situación de la que le resulta complicado salir: tienen hijos, van a la escuela, desarrollan vínculos. El textil es un sector que permite alguna movilidad social ascendente a costa de muchísimo esfuerzo, pero es muy estrecha y no exenta de riesgos: hay sacrifico y no siempre se puede asegurar el resultado esperado. Como en muchos otros ámbitos del trabajo informal con reglas poco claras.

APU: El sindicato fue la forma clásica de organización de los trabajadores. ¿Por dónde pasa la organización en los trabajadores migrantes?

NFB: Es interesante pensar qué significa la forma sindical en la actualidad, tanto en Argentina como en Bolivia. No existe el gremio que abarque a toda la industria textil, y las representaciones existentes en Argentina le ofrecen mucha desconfianza a los bolivianos – ¡y con razón! Igualmente, hay muchas otras formas de organización colectiva: redes comunitarias, radios, formas solidarias de préstamos, organizaciones de encuentros y fiestas comunitarias. Y también el reclutamiento de trabajadores. Muchas veces son redes de solidaridad las que ofrecen los trabajos. La realidad del costurero está presente en esas formas de organización, y se expresan en las fiestas mediante un despliegue de símbolos que permite ver mucho más allá que la estrecha idea del “esclavo”, especialmente en un país que no ha reflexionado lo suficiente sobre su propio pasado esclavista. Hay como un significante vacío ahí, que cierto oportunismo pretende “llenar”.

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