A 50 años de la llamada “Masacre de Ezeiza”: ¿Qué pasó en aquella jornada?
El 20 de junio de 2023 se cumplirán 50 años del episodio que trascendió históricamente como “la masacre de Ezeiza”. La mayoría de artículos que se han escrito sobre el tema se titulan de ese modo. Así se construyó el relato de un día que los militantes habían esperado e imaginado durante muchos años. Se producía el regreso definitivo a la Argentina de Juan D. Perón. El clima era festivo y familias enteras habían llegado desde todos los rincones del país para participar de esa celebración. La concurrencia se calcula en casi tres millones de personas pero de repente todo se arruinó al comenzar un tiroteo sectorizado cerca del palco. Hay narraciones coincidentes que, si bien esto fue la causa de la suspensión del acto, no hubo un desbande generalizado. Ese día empezó a quedar claro que el peronismo estaba irremediablemente dividido y ninguna de las conducciones estaba dispuesta a ceder el lugar que habían planeado ocupar en el nuevo escenario que se presentaba con Perón en la Argentina.
Al intentar analizar del 20 de junio de 1973 desde el hoy, ¿debemos tomarlo como un hecho histórico? ¿Son 50 años suficientes para eso? ¿O es un hecho que aún no se puede dar por concluido debido a que algunos de los protagonistas están vivos? Quizás sería más justo ubicarlo dentro de lo que se denomina “historia reciente” entendiendo las temporalidades y siendo parte de la construcción de una memoria social que aún no se consolidó.
En ese proceso los relatos de los testigos y protagonistas es fundamental ya que en el proceso subjetivo de rememorar entra en tensión muchas veces con un “relato oficial”.Es importante destacar que los testimonios que elegimos para esta conmemoración no los realizaron “víctimas” sino “actores políticos” lo que implica que intentan imponer sentidos. Quienes recibimos estos discursos podemos hacerlos propios, ponerlos en duda o desecharlos, dejando trunco el proceso de “transmisión”. Es decir, abordarlos como un relato histórico cerrado y finalizado o sentirnos interpelados por ellos hasta el punto de querer corregir o complementar lo que se recuerda y evoca.
Voces montoneras
Aldo Duzdevich es hoy investigador, escritor y periodista. En los años setenta era militante de la agrupación Montoneros. Estuvo presente en las inmediaciones del aeropuerto de Ezeiza aquel 20 de junio. Compartimos su testimonio y el de alguno de sus compañeros que él mismo documentó.
Duzdevich: ”Mi libro La Lealtad - Los montoneros que se quedaron con Perón está dedicado íntegramente a desmontar esta versión simplista de una historia de buenos y malos. Con la particularidad de que está basado en el testimonio de 50 militantes del bando de los "buenos", o sea, ex guerrilleros que lucharon hasta 1973 por el retorno de Perón.
A los hechos del 20 de Junio, como es un tema poco claro todavía, dedico casi 20 páginas del libro. Para recibir al General Perón en su retorno definitivo a la patria, se convocó un acto, en un palco montado en cercanías del puente 12 de la autopista Richieri. Cerca de 3 millones de personas se dieron cita desde muy temprano. Pero lo que iba a ser una fiesta esperada durante 18 años se transformó en una enorme frustración. Cerca de las 14 horas, en la parte posterior del palco se generó un tiroteo entre el grupo de custodia y una gruesa columna de Juventud Peronista identificada con FAR y Montoneros. El saldo de los enfrentamientos fue de 13 muertos y un número indeterminado de heridos. Entre los fallecidos cuatro pertenecían a JP-Montoneros y tres a la custodia del palco. Es decir que hubo muertos de ambos bandos.
Los titulares de los principales diarios no mencionan las palabras masacre o matanza sino: "Enfrentamientos entre grupos armados". Sin embargo FAR y Montoneros, denunciaron que había sido una emboscada preparada por los sectores de la ortodoxia peronista, que se convirtió en una matanza. El mito de la "masacre" se agigantó con el tiempo y hoy casi nadie discute ese paradigma (...).
Pato Balestieri: ”En Ezeiza participé muy intensamente. Para llevar 700 personas a Ezeiza desde San Telmo estuvimos toda la noche y las últimas horas del día anterior capturando ómnibus por la ciudad, varios ómnibus con chofer incluido. Además, en ese momento, en reunión permanente, todo el tiempo. Nosotros recibimos información de que había grupos armados en el palco desde el día antes. En un momento -me acuerdo claramente- yo propongo en una reunión de Unidad “Si hay grupos armados, no podemos ir con la gente. Nos juntamos los combatientes, vamos, nos cagamos a tiros esta noche y se acabó el tema. Están ellos o estamos nosotros, pero con la gente no podemos”. Eso fue aparentemente imposible porque la movilización de un millón de personas define un escenario caótico. (Hoy es fácil desarrollar tácticas posibles pero en medio de esa tormenta de sensaciones y emociones era muy difícil).
"Creo que ahí la conducción de Montoneros no conducía, ahí se perdió, dejó de conducir. Porque la noticia de que había grupos armados en el palco 24 horas antes y la propuesta de ir solos antes, con gente armada, la hicimos completamente. Porque además juntar 100 tipos armados e ir al palco era posible en ese momento. No tuvimos respuesta, “no, sí, no sabemos”... Uno se da cuenta cuando los hechos superan a la conducción, eso se da muy a menudo. En los hechos, la indicación fue ir a Ezeiza con armamento liviano. En el grupo que voy seis, ocho compañeros llevábamos pistolas 22 y cosas así.
"Sin embargo, Quique Padilla iba en un ómnibus con una ametralladora Madsen pesada que nunca llegó a Ezeiza porque no la podía ni sacar; estaba montada en la parte de atrás de un ómnibus y paseó. Cuando nos íbamos acercando a Ezeiza nos cruzábamos con gente que decía: “hay tiroteo, hay muertos, no se puede seguir”. Esto sería a media mañana del 20 de junio. Estaban absolutamente rotos los canales de comunicación, nadie sabía lo que pasaba, nosotros estábamos librados a nuestra imaginación y voluntad con 700 personas arriba de los ómnibus y luego en las columnas (...). Nosotros decidimos -por nosotros y por algunos grupos próximos- seguir avanzando. Cuando llegamos más o menos cerca del palco eran tiros por todos lados, todo el mundo al suelo, ¿cómo salimos de acá? Yo estaba con un grupo de la UBR entonces les ordenaba: “vos corré para allá pegadito al suelo, a ver qué pasa; vos andá para allá y vos para allá a ver cómo es el terreno y cómo podemos retirarnos con toda la gente”. Finalmente descubrimos que por un costado quedábamos a cubierto por una especie de lomadita. Y así entramos a salir por allá, a sacar la gente y después dando una vuelta, empezar el camino de retirada”.
Alejandro Peyrou: "Nos habían dicho que podíamos ir armados. Yo era subsecretario agrario. Tenía un revólver de la policía, que me había dado la policía, entonces fui con el fierro. Fuimos en micro; si no me equivoco, de La Plata, trescientos micros. Si el palco estaba acá y nosotros veníamos por atrás. Es este movimiento, si no me equivoco, el que genera el tiroteo. Cuando llego por acá me encuentro algunos viejos que habían estado conmigo en La Plata tratando de romper los cordones para acercarse al palco, Horacio Simona, el Beto Simona -medio a las trompadas estaba- No sé por qué motivo -supongo que me quedo al lado de él un rato- el siguiente recuerdo que tengo es estar entre los arbolitos cuando ya se lanza el tiroteo. Yo estaba a diez metros de Nell cuando lo tirotearon. Participó ahí ... Tampoco podía participar mucho, porque tenía un revólver. Y después, cuando empieza la desconcentración, con cuatro o cinco nos vamos caminando (...) A nosotros en La Plata no nos dijeron que íbamos a hacer nada. Pero algún cuento que tengo de universidad es que algunos sectores de universidad de los Montos discutieron sobre tomar el palco. No sé con qué nivel de lucidez y organización, pero que había gente que estaba para tomar el palco, no tengas duda, eso seguro, por lo menos algunos. Que eso haya sido una decisión de la conducción, no te lo puedo decir, a mí nadie me lo dijo".
Marcela Durrieu: "No sé cómo empezó el tiroteo, pero un enfrentamiento, por grave que sea, no es lo mismo que una masacre y no es cierto que los montoneros habían concurrido desprevenidos y no imaginaran un posible enfrentamiento (...) Ezeiza fue una excusa perfecta para comenzar la estrategia de victimización y enfrentamiento frontal con el peronismo y con Perón. La insistencia en destacar que había sido una emboscada, en asignarse todos los muertos y heridos, en magnificar los hechos y en diluir la trascendencia de la imposibilidad del descenso de Perón fueron una política dirigida a convencer al país y a la tropa propia de la condición de víctimas. La Conducción [de Montoneros] tenía resuelto, o consideraba irremediable el enfrentamiento con Perón, desde el día en que quedó claro el regreso, sólo faltaba resolver el momento y la forma y, supongo que consciente o inconscientemente, el inicio fue Ezeiza"
Los testimoniantes de este artículo intentan romper con un relato construido históricamente. No necesariamente va a ubicarlos en un lugar más beneficioso, pero hoy su lucha pasa por imponer la verdad.
El historiador Ricard Vinyes sostiene en su libro “Cómo será el pasado” que la transmisión y circulación de relatos e imágenes ha contribuido a generar relaciones con el poder. El pasado, al que se refieren la memoria y la historia con protocolos diferentes, aparece como un vínculo excepcional entre legitimidades, que es justo y que no lo es. Con el pasado se construye la legitimidad de las conductas y se dota de sentidos las decisiones”.
En estos cincuenta años se ha generado una temporalidad que implica experiencia, saberes, revisión de posturas que se entreteje con el relato construido y transmitido. Quizás sea el momento de volver sobre aquella jornada y repensar su significado.