BAFICI: Queremos tanto a Pendejos
Por Silvina Gianibelli, desde Chabuco, provincia de Buenos Aires I Debía salir de Chacabuco a las 18 pero el colectivo se retrasó y vino "con sorpresa" diría mi tía : "se rompió el embriague". Así decidieron los choferes salir hacia Capital. Ruta cortada, desvío del camino, nueva tardanza. Mis minutos estaban milimétricamente contados porque debía llegar a horario al Bafici, hay cosas que no pasan todos los días: Raúl Perrone estrenaba "Pendejos".
En el trasbordo de un colectivo a otro en vez de perder tiempo sumamos pero el goteo de los minutos que se iban nos pusimos de acuerdo con algunos pasajeros y pedimos bajar en el Correo Central. Allí tomé un taxi que paré corriendo con mis tacos de trece centímetros. No sé cómo pero llegué a horario y me senté en la última fila tratando de ver si lo veía a Perro. Me daban vueltas cosas en la cabeza que había hablado con él. "Mire Perrone, usted se va a meter con una causa que también es mía: la adolescencia. No tiene la menor idea de lo que esto nos va a transformar. Lo estábamos necesitando". Me sonaban palabras que él mismo me había dicho: " Sin excusas tiene que venir al estreno". Él sabe exactamente qué es "Pendejos" para mí, pero eso no importa. Importa en todo caso que el maestro me haya dicho "me alegro por usted, por mí, por todo, por el arte, por la belleza y por el amor al prójimo, por eso hago esto".
Se hace sala. Se enciende la pantalla. Y un acto de secuestro al alma sucede. La imágenes metonímicas impactan en los preámbulos del relato. En un tono lento y pautado. pactado. Nos estamos volviendo imágenes. Estamos ahí dentro. Rostros y movimientos y otra vez las metonimias. Esas partes contiguas, poéticas de la atmósfera. Todo es atmósfera emotiva nada es lugar y mucho menos lugar, lugar común. Dije "rostros" y dije mal, miradas que son rostros. Brillos en las miradas. Diálogos contundentes, escuetos. Una historia sencilla, sensible. Los pibes mirándose. Los pibes en la soledad, mirándonos. Lo trágico de la adolescencia. Lo más hondo de la mirada de un poeta de la imagen que redime. Que nos enfrenta a nosotros mismos. Como un espejo. Y al final aparece eso que nunca pensé que estaba dentro del film, eso que fue una llamada del maestro hablándome de Pasolini. Yo estaba dentro de Pendejos por pura generosidad de Perro. Por eso creo en el cine de él, por colectivo por generoso y por poeta.
Artaud dijo acerca del DEBER del poeta que es"salir afuera/para sacudir/para atacar/al espíritu público/si no/¿para qué sirve?/¿Y para qué nació?"