A ver qué hace Bianchi
Por Matías Fabrizio
Después de que el primer año de su tercera etapa sea bien malo, Bianchi apostaba todo al Torneo Final 2014. Incluso en algún momento dijo una frase de esas que en las películas aconsejan no decir, porque pueden usarse en contra, algo así como que los que no juegan doble competencia, tienen ventaja. Ese es el caso de Boca y, sin embargo, Vélez y San Lorenzo están arriba suyo, Lanús tiene los mismos puntos y Newell’s uno menos. Sólo Arsenal, de los cinco que juegan la Libertadores, está pasándola mal en el Torneo.
Dicho esto, vamos a repasar algunas cuestiones tanto negativas como positivas de esta porción del año. El Virrey arrancó el verano pensando en revolucionar al equipo con un esquema novedoso para el fútbol argentino que nadie usa, excepto Newell’s. El famoso 4-2-3-1. En teoría, la idea era proteger y rodear a Riquelme para que tenga menos recorrido y, a pesar de la presencia del 10, Boca tenga contención por los costados cuando los wines/punteros/extremos bajen a posición de volantes. En el verano no funcionó nunca, Juan Manuel Martínez hizo agua como 7-8, Sánchez Miño no estuvo en buen nivel hasta hace poco y ni siquiera estaba Riquelme en cancha, como para ver si fehacientemente él rendía bien en ese esquema. Una mala del entrenador, apostó por un sistema que nunca funcionó.
En cuanto a los nombres, arrancó el año apostando por Nahuel Zárate en el lateral izquierdo y pidiendo a Hernán Grana para la otra banda. Pronto perdieron el puesto los dos a manos de Emanuel Insúa y Leandro Marín. Insúa parece ser bastante más completo que Zárate, aunque esto queda atado a gustos. El error fuerte de Bianchi está con Grana. Marín le ganó el puesto jugando a un mismo nivel que el año pasado. Es decir, el entrenador pidió por un jugador que demostró ser peor que uno que ya estaba.
La conclusión, tanto para el tema de los laterales como para el tema del dibujo táctico, puede ser una sola, bien simple: se perdió tiempo. Boca dejó pasar el verano probando un esquema al que ningún jugador estaba acostumbrado y las primeras fechas las jugaron laterales que no mostraron condiciones. En otras cuestiones (la ceguera de Gigliotti ante la falta de gol, las desatenciones del Cata Díaz, la nada total del Burrito Martínez, por poner diversos casos), no hay culpa concreta del entrenador, en definitiva.
Distinto a lo que se puede leer o ver en varios programas y diarios, donde parece que Bianchi está grande, no puede dirigir, los problemas internos lo superan y los jugadores en la cancha no lo entienden, se puede enumerar también una serie de aciertos importantes. En primer término, no usó ese esquema que fracasó en el verano y cambió a los laterales que venían jugando muy mal, o sea, leyó lo que se veía partido a partido, y corrigió. Otra para sumarle a Bianchi es la del juvenil Luciano Acosta, a quien subió a la Primera para completar el plantel (se había lesionado otro pibe, Colman, y se había ido a Italia Paredes) y mantuvo en el equipo en base a sus rendimientos.
¿Cuál fue el acierto? Porque hasta acá, simplemente es dejar en el equipo a uno que juega bien. Pues el poroto para el Virrey es el de juntar a Acosta con Riquelme para potenciar a ambos. Lo hizo contra Olimpo y, aparentemente, lo haría contra Argentinos este fin de semana. Al 10 le sirven los jugadores como el pibe, los que pican, los que se mueven, los que le dan oportunidad de pases. Y viceversa ni hablar, qué mejor que Riquelme para que Acosta se vaya “haciendo”.
En líneas generales, recién a partir de la 4ta o 5ta fecha Boca mostró cosas más o menos buenas. Nunca más de 6 ó 7 puntos, ojo, pero al menos mejor que algunos partidos concretamente malos, como el segundo tiempo frente a Belgrano o el encuentro contra Atlético Rafaela. Bianchi le hizo un lugar a Erbes, quién probablemente tiene el mejor rendimiento del equipo después del mencionado Acosta, y de esta manera el medio campo se mostró mejor parado, a pesar del bajo nivel de Ledesma. Un poco por lesión y otro poco por la famosa interna, parece que el cordobés ya no jugaría el resto del torneo, con lo cual, si bien el joven Bravo ha tenido sus minutos y pinta para titular frente al Bicho, se abre la puerta para que jueguen Erbes, Gago y Sánchez Miño, detrás de Riquelme y Acosta, en lo más parecido a “un equipo ideal” que puede haber hoy.
Boca está llegando, bien de a poco, a eso. A la base. A un once inicial con rendimiento más o menos parejo en sus líneas. Ahora falta el segundo paso, confirmarlo y mantenerlo en el tiempo, y el tercero, que es empezar a encontrarle variantes de nivel entre los suplentes. Como se dijo antes, lo ideal era que a este primer paso se llegue el 10 de febrero y arrancar con todo el Torneo. Pero recién se llegó ahora, por ende la cuestión, sin olvidar que se perdió un mes de competencia por diversas cuestiones tratadas arriba, pasa a ser qué hacen Bianchi y los jugadores en este escenario. Por el momento, el DT corrigió errores pasados y volvió a lo clásico. Se viene una seguidilla interesante de partidos, incluyendo River y San Lorenzo. A ver qué hace Bianchi.