Respira el Diablo
Por Nahuel Placanica
La caldera
A pesar del bajón futbolístico por el que viene atravesando el equipo y la crisis institucional que ocupó la atención de los medios durante la semana, Independiente logró imponerse ante un distraído Talleres de Córdoba.
En términos numéricos, Independiente necesitaba sumar de a tres ante la sangría de puntos. En nueve fechas había obtenido sólo un triunfo y acumulado cuatro derrotas y cuatro empates, dejando al equipo al borde de perder la posición de ascenso.
Desde el punto de vista anímico, Independiente precisaba un triunfo de local para recuperar la confianza. El equipo llegaba a la fecha 31 después de una derrota frente a Sarmiento por 2 – 0 y un empate con Banfield (3-3), en un partido que se le escapó de las manos.
Este flojo desempeño futbolístico disparó, una vez más, la crisis institucional en el club. Semanas atrás, se habían exhibido amenazas en los quinchos de la institución y en los días recientes el presidente, Javier Cantero, fue presionado para que presentara su renuncia. La tensión determinó la salida del vicepresidente, Rubén Vázquez, y el adelantamiento de las elecciones.
En este ambiente caldeado, Independiente necesitaba ganar o ganar frente a un Talleres de Córdoba con el que ya había empatado en primera ronda y venía de ganarle a Ferro por 3 -1.
El partido
El Rojo arrancó con empuje el primer tiempo. Con carácter ofensivo, mantuvo el control de la pelota e insistió por los costados sobre el arco de Aguiar. A los `19 del partido, Villalba logró desbordar por la banda izquierda y colocar un centro bajo para Facundo Parra, que abrió el marcador.
El partido estaba dado para que Independiente metiera el segundo antes que para el empate de Talleres. De las chances que tuvo el Rojo, la más clara se vio cerca de los `24 minutos, cuando Montenegro resolvió un rebote que le quedó en los pies con un pase para Zapata, dejándolo sólo al borde del área chica. El disparo se perdió por arriba del travesaño y sería la primera de una serie de oportunidades desperdiciadas.
Después del gol, Talleres trató de avanzar sobre el campo de juego rival pero Independiente seguía controlando el juego. Con el correr de los minutos, los cordobeses empezaron a llegar por arriba al área del “Ruso” Rodríguez, donde una endeble defensa hacia malabares para rechazar las pelotas. La más clara de Talleres, fue un cabezazo de Klusener que pasó cerca del palo.
A pesar de algunos vaivenes, Independiente mantuvo el ritmo ofensivo llegando por los costados al arco de la “T”. La perseverancia, le permitió anotar un segundo gol antes del entre tiempo de la mano del goleador de la jornada, Facundo Parra, que en un jugada casi idéntica a la del primer tanto, marcó el 2 – 0.
A poco de comenzado el segundo tiempo, Zapata sorprendió al arquero de talleres con un remate de volea que terminó afuera. El arco estaba negado tanto para Zapata como para el capitan del equipo, el “Rolfi” Montenegro, que tuvo varios intentos fallidos. Las imprecisiones impacientaban a un los hinchas del Rojo que tenían presente el recuerdo del partido con Banfield.
Por su parte, Talleres llegaba al arco de Independiente pero tampoco podía aprovechar sus oportunidades. A los 14 minutos, el arquero del Rojo desvió un disparo de Barrionuevo que podría haber significado el descuento para el equipo visitante. Más adelante, a los 21 minutos, Álvarez desperdiciaría otra oportunidad de gol con un remate que se fue por arriba del travesaño. El "Ruso" Rodríguez empezaba a agrandarse en el arco.
Como si fuera poco, Talleres no ligaba ni en los fallos del árbitro. Una dudosa jugada generó la indignación del técnico Coleoni que reclamó por un supuesto penal cometido por Mancuello contra Chávez.
Pasados los 20 minutos del segundo tiempo, De Felippe realizó el segundo cambio de la jornada. El primero había sido Bellocq por Vidal, que había tenido que ser asistido en el primer tiempo por un golpe en la pierna. Ahora, ingresaba a la cancha Matías Pisano en reemplazo de Fredes.
El enroque resultó más que auspicioso ya que a los 24 minutos Pisano recibió un pase de Mancuello, encaró el área por la derecha y remató al arco. La pelota rebotó en el arquero y desvió su trayectoria, pero encontró a Parra en el lugar indicado, que la empujó para definir el partido.
Con la efectividad del delantero Parra y la solidez del arquero Rodríguez, el Diablo se quedó con los tres puntos de local y sigue en zona de ascenso. El resultado no le permite relajar demasiado ya que Instituto lo iguala en 48 puntos y el resto no le pierde pisada. El desafío es seguir sumando.
Las palabras del goleador
La figura de la jornada, el goleador Facundo Parra, tuvo dos actitudes significativas en el encuentro. Se abrazó con el técnico en el primer gol y, junto a otros jugadores, lanzó su camiseta a los hinchas que festejaban desde la tribuna. En diálogo con la prensa, Parra explicó los gestos y habló de la actual situación del club.
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Recuerdo: Independiente – Talleres, Nacional de 1977
Un 25 de enero de 1978, el Rojo le torció el brazo a la Dictadura de Ménendez, Videla y compañía. Se jugaba la final del Torneo Nacional de 1977 y a Talleres le alcanzaba con un 0 - 0 para salir campeón, ya que en Avellaneda habían empatado 1 -1 y el bendito gol de visitante valía doble. Los militares en el poder creían que era políticamente más redituable que un equipo del interior saliera campeón, con lo cual asistieron al encuentro esperando ver cumplidos sus deseos.
Cuando Norberto Outes clavó un bombazo en el ángulo a favor de Independiente, los milicos se impacientaron. El 1 – 0 ponía en riesgo sus expectativas y eso no era posible en un país donde ellos decidían sobre el destino, la vida y la muerte de todos.
En el entretiempo, llegó el apriete para el árbitro Barreiro, que a los 15 del segundo tiempo cobró un penal para Talleres, que facturó el 1 – 1. El resultado sólo alcanzaba para ir a penales, asi que el árbitro convalidó un dudoso gol de Talleres a los `24 del segundo tiempo.
Los jugadores del Rojo reventaron de furia y encararon al árbitro, que terminó expulsando a tres de ellos. El resto de sus compañeros, se reunieron en el medio y decidieron abandonar el partido para no legitimar la farsa. Pero el Pato Pastoriza los frenó, los obligó a seguir jugando y metió dos delanteros. Eran 11 contra 8 y el partido estaba 2 – 1.
Sobre el final, fue Bochini el encargado de escribir la historia con los botines. Faltando sólo siete minutos, clavó un golazo que desató la locura de jugadores e hinchas. El Rojo era campeón y los milicos se iban a las puteadas.
El partido parece tan lejano de la actualidad de Independiente que tiene aspecto de mención nostálgica. Que valga mejor como baño de mística para los tiempos que corren, un poco de gloria eterna para sacar adelante un presente adverso.
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