Canallesco
Por Ulises Castaño
Quisiera insistir en algo que ya se dijo en otra ocasión en esta columna, y es lo difícil que resulta encontrar una mínima linea de acción, una tentativa de plan de juego en Boca. Ya lo hemos dicho también: históricamente, en el xeneixe lo estrictamente futbolístico estuvo en un segundo e incluso en un tercer plano muchas veces, sobre todo cuando lo institucional-dirigencial llega a ocupar lugares de exagerada relevancia.
Sin embargo, en esta ocasión (no me refiero solo al partido con Central sino a toda la gestión en este ultimo año y medio casi que lleva el dt mas ganador del club) y con una grave crisis de convivencia de por medio conocida por todos, va siendo tiempo de reconocer que la pérdida del rumbo tiene que ver mas con la imposibilidad de administrar una tradición futbolística que con una demanda desmesurada surgida de la heterogeneidad de los simpatizantes de uno de los clubes mas representativos del país.
Mas allá de los pésimos resultados obtenidos hasta aquí (este año incluso disputa solo el torneo argentino), y conscientes de que Boca no es el Barsa, lo que realmente se extraña es la pérdida de un oficio, llámese chapa o malicia, para afrontar compromisos de toda índole, y que es parte del adn histórico del club. Hasta aquí, uno podría considerar que en todo caso un dt no siempre puede decodificar la tradición futbolistica de un club, aun cuando este mismo haya demostrado estar a la altura de esa circunstancia en ocasiones anteriores.
Pero también y he aquí aquello que torna indisimulable una situación que ya era evidente hace meses, se extraña esa capacidad para leer y trabajar los partidos que caracterizaron la etapas anteriores del virrey. Por muy antipático que suene, es lógico que las criticas recaigan sobre sus hombros: es el encargado de plasmar una linea de trabajo en el equipo. Mas aun, es coherente y hasta natural que así sea, porque lo que siempre se destacó de las gestiones de Bianchi, antes que nada, fue la optimización de los recursos (en ocasiones verdaderamente escasos, nunca contó con un dream team ni nada que se le parezca) casi a la manera de un alquimista. Y esa es la parte de Bianchi que guarda sintonía con la tradición boquense, hoy ausente.
Lo que sobrevuela, lo más peligroso, lo que nadie dice, no sea cosa que a quien lo diga le caiga un cáncer “de boca” como a la madre maldita de Agosto, es que por campañas como esta se llega a situaciones criticas en lo deportivo, el ejemplo de River e Independiente están ahí para tomarlos muy en serio.