Pep-pep-pep-pep-pep-pep...

  • Imagen

Pep-pep-pep-pep-pep-pep...

30 Abril 2014

Por Ulises Castaño

Para empezar, no debiera uno comprar, -sobre todo el que haya visto la transmisión de Fox con los comentarios de Fernando Niembro- planteos como los del Real Madrid ayer como ejemplos “defensivos”, por el simple reduccionismo de creer que frente a un equipo como el Bayern (léase Guardiola-modelo-Barsa) nadie pueda siquiera pretender la osadía y el desparpajo de la imitación.

Ni aunque les pusieran chalecos antibalas a todos sus jugadores y los dirigiera el Chivo Rossi, el Real Madrid conseguiría ser un equipo defensivo. El equipo madrileño fue frontal, rapidísimo, preciso y despierto, frente a un “hispanizadomasoquista” equipo alemán que siempre miró de costado, por lo tanto mucho más lento (una carrera entre leopardos y cangrejos) y errático como un sonámbulo.

Jugar “de contra” si se quiere, -método que por otra parte tiene tantos matices como técnicos y equipos que lo practiquen-, en el caso de un equipo con las características del Real Madrid, no solo puede parecer eso y ser todo lo contrario, sino que hasta suena ridículo si se lo piensa desde lo estrictamente económico. ¿Planteo defensivo salir a jugar en Alemania con Di María, Benzema, Bale y Cristiano Ronaldo? ¡No te jode!

En un momento, un vecino de café comentó a manera de excusa o tal vez en un ataque de exagerada compasión, que cualquiera podía levantarse mal un día. El problema es que ayer se levantaron 11 mal. No pareció ser ese el problema sin embargo, sino que el juego del Real neutralizó lisa y llanamente al Bayern con acaso su mejor arma: la velocidad que puede alcanzar cuando los espacios son amplios y el descalabro que esto le puede generar a un equipo que tiende a recostarse demasiado sobre el ritmo cansino que el mismo impone desde la tenencia de la pelota. Si además cada aluvión termina en gol, entonces ni te cuento. Para hacerse una idea, basta repasar no solo lo ocurrido hace unos días entre Real y Barsa, sino los resultados conseguidos por este estilo últimamente en instancias definitorias, sobre todo a nivel continental.

Es más, uno se queda con la sensación de que este Bayern guardiolés ganó la bundesliga porque en esa cotidianidad supo sorprender con su versión catalana sin perder su poderío local, pero perdió la Champions (frente a un equipo español) porque renunció jugar a la alemana. Y si no que le pregunten a Beckenbauer que si ya tenía el grito en el cielo ahora debe estar próximo a la internación.

El Bayern, mejor dicho, el estilo impuesto hoy llamado Bayern, lleva a practicar un deporte de riesgo en determinadas ocasiones, a merodear el peligroso e imperceptible limite que lo separa del fútbol somnífero, del rodeo que deviene embudo -figura infernal si las hay-, entonces surge el fundamentalismo del rodeo, la compulsión hacia la horizontalidad, los círculos concéntricos, hasta llegar, lógicamente, al abismo. Y ese abismo es quizás la imposibilidad de advertir en qué momento es uno mismo el que debe quemar sus papeles. ¿Les suena esto, Barsa mediante?

Mmmm, extrañamente, o no, y así como sucedió con el Barsa, lo del Bayern ayer también se pareció mucho al fútbol en su versión play station. Más evidente que en el caso de los catalanes incluso, porque frente a Real Madrid no pareció haber delante un equipo alemán de esos que, aunque desprolijamente, te metía en un arco a fuerza de lo que saliera, sobre todo centros al área. Y así el partido tuvo un destino muy raro: una especie de revancha por los mismos medios, solo que con otros protagonistas: el Bayern haciendo de Barsa en la última Champions, cayendo ampliamente frente a “sí mismo” pero modelo alemán, y el Real Madrid jugando casi de memoria el mismo partido que había ganado días atrás por la final de la Copa del Rey, el cual, como quedó demostrado, es el tipo de partidos que mejor le cae de acuerdo a las características de sus jugadores, sobre todo los aviones a chorro que tiene adelante.

Nada más. Desde esta columna que reconoce y añora los equipos de buen pie, pero latinoamericana al fin, sanguínea, pro fútbol, sobre todo cuando este es entendido como una contienda, la cual además no concibe terminar con decoro por no decir tibieza un encuentro peludo, llámese como se llame “eso” acá o en la china, solo me resta decir lo que se dice por mi barrio: “a llorar al ñoba”