Las puertitas del Sr Messi
Por Ulises Castaño
En la semana había sido el cumple de la vieja, así que sumado al día del padre no dudamos en organizar la juntada y el festejo para el domingo. Sin embargo, cuando llegó el primer gol nos encontró acomodándonos todavía. Habían pasado solo dos minutos cuando de un tiro libre Kolasinac nos dio un regalito de bienvenida. Bienvenido dijimos todos, con el mate todavía caliente, pasando de mano en mano, y confiados en que esa luz de ventaja nos vendría como anillo al dedo.
Pero durante todo el primer tiempo, fue difícil digerir los cambios con los que arrancó Argentina, el famoso 5-3-2 sin Gago e Higuaín, y mas difícil todavía aceptar la extraña imprecisión y la velocidad de Messi, que parecía ir dos cambios mas abajo de lo que nos tiene acostumbrados. Así, los primeros 45 se fueron sin pena ni gloria, 1 a 0 y con la sensación de que las cosas no estaban bien. Más que un segundo tiempo parecíamos esperar otro partido, en lo posible el segundo de la zona ya, con el primero ganado.
La noticia de la entrada de Gago e Higuaín para el segundo tiempo nos volvió la caripela a su lugar. Se notaba de a ratos el agujero en el medio, pero teníamos un equipo más vertical, con Gago asegurando el buen pase a Messi y éste jugando en el esquema que más lo favorece.
El segundo gol me encontró a cargo del mate, yendo del living donde lo veía con hermana, cuñado y sobrino, y la habitación, donde la abuela acompañaba al nieto afiebrado. Pasar el umbral de la puerta de la habitación fue como entrar a otra dimensión (juro que estaba en mis cabales y la yerba del mate era yerba mate) como entrar a ese otro partido que pedíamos, donde Messi cerraba un gol no por típico menos brillante, una imagen a la que cualquiera se acostumbra: de derecha a izquierda, apilando gente como paquetes de algo, no sé, lo que sea, dejándolos ordenaditos uno encima del otro, y definiendo al segundo palo.
Cuando volví al living, Agustín, en brazos de su madre solo por milagro, lloraba como un carnero por el sacudón. Se calmó cuando supo que los gritos eran de alegría, aunque seguro un poco de julepe intuyó. ¿Qué onda estos?, ezquizofrénicos del momento, habrá pensado.
Nos gustó, creo que a todos, ver a Messi re-caliente, no solo gritando su gol, sino verlo correr una pelota al lateral después de errar un pase, cuando faltaban dos minutos para terminar. Sabemos que tal vez eso no sea tan importante, pero lo necesitamos. Nos cuesta un huevo acostumbrarnos a vivir en la dimensión Messi. Tal vez porque a la vez denota una dependencia que nos asusta, o porque no hay forma de preverlo, quizás porque de a ratos la desconexión parece un abismo.
Durante todo el partido pensé en la forma en que se planta Inglaterra para que los cuatro tipos que tienen arriba puedan jugar juntos. Esa forma esta sustentada básicamente en cierta obligatoriedad de bajar y pasar la linea de la pelota cuando no la tienen. Lo pensé, y hasta lo pedí a voz en cuello como si tuviese algún sentido. Después del partido, no solo supe que eso nunca sucederá en Argentina, sino que pensar algo así tal vez sea incluso una herejía.
Mientras empezaba esta crónica, de refilón escuche lo que le dijo Mascherano a Messi después del segundo gol. “¿Viste?, dale que sos el mejor”. Y espero que esta confirmación sea una llave que abra las siguientes seis puertas.