Primero hay que saber sufrir
Por Ulises Castaño
Otra vez un partido de este mundial que se define en tiempo suplementario. Otra vez un partido de Argentina que se resuelve en el ultimo suspiro. Otra vez el fantasma de los penales y la eliminación creciendo con el correr de los minutos. Otra vez, y a pesar de las buenas intervenciones de Romero, fue en el área de chiquito donde el pitazo final encontró a los de Sabella. No obstante, y sobre todas las cosas, otra vez Messi encendió una pequeña chispa para que un Di María inmenso sellara a fuego el agónico pase a cuartos.
Al final, después de un primer tiempo en el cual unas pocas llegadas de los suizos supieron llevar peligro al arco argentino, y pese a la superioridad desplegada por los de Sabella desde el segundo tiempo en adelante, fue solo 1 a 0 frente a un equipo que a pesar de sus notorias limitaciones estuvo a tres minutos de forzar una definición por penales.
Si bien Argentina fue superior, no podría decirse que en lo futbolístico haya mejorado considerablemente respecto de los partidos anteriores. Lo buscó, tal vez, más que en cualquier otro partido, y por todos los medios. Por esta razón y desde ya porque cada jugador arrastra el desgaste de toda una temporada, se notó el cansancio físico. Pero también ese cansancio que surge del desorden y crece con el correr de los minutos cuando se choca una y otra vez con una pared cuya apariencia resultó engañosa.
El triunfo argentino se sustenta principalmente en haber sabido interpretar que el ritmo que marcaba Ángel Di María en cada uno de sus arremetidas y disparos de larga distancia era la manera de doblegar a un equipo que estaba, y con razón, muy atento a lo que pudiera hacer Messi.
Y así fue como vino el desequilibrio. Rodrigo Palacio recuperó una pelota en el centro y descargó rápido con Messi, la pulga arrancó su jugada clásica juntando gente, pero esta vez de izquierda a derecha, el perfil más incomodo para rematar, y desde esa posición habilitó al zurdo Di María que entraba libre por derecha. La definición del ex Rosario Central merece una mención aparte. Por la frialdad, por la precisión, por la lectura de la jugada que lo llevó a definir de primera, sin violencia y agarrando a contrapié al arquero suizo. Una definición que recordó la de Valdano frente a Alemania en México 86.
Terminado el partido, Sabella, más que destacar, reivindicó ciertas actuaciones como las de Rojo y Romero por ser las mas cuestionadas, y eludió cualquier mención de errores o autocrítica para dejar lugar al dulce aroma del triunfo. Por su parte, Messi insistió un par de veces en la capacidad de “saber sufrir” que mostró el equipo argentino.
Después de las complicaciones que nos trajo una de las zonas mas accesibles; después de este partido con Suiza; sabiendo, además, del carácter impredecible de la gran mayoría de los partidos, y conociendo ahora las palabras del diez ¿todavía seguimos pensando que es preferible uno a otro?