Bochini, el ancestro de Dios
Por Jorge Hardmeier
Y un día Dios dijo: “Dibuje, Maestro” y, con un pase corto, le pasó a un tipo medio pelado esa pelota que ambos tanto amaban.
Este hecho ocurrió el 25 de junio del año del Señor de 1986 en el Estadio Azteca, Ciudad de México, en el marco del Campeonato Mundial de Futbol. Se jugaba la semifinal de tal competición. Argentina ganó dicho partido con dos goles de Diego Armando Maradona, Dios. Pocos días después, se sabe, se consagró campeón.
Hay, entonces, existencia antes de Dios: el Maestro, ese que recibió el pase corto, ese también llamado Mago, su antecesor. El Ancestro de Dios.
El Maestro de Dios debutó en la Primera División del fútbol argentino en 1972 vistiendo la camiseta del Club Atlético Independiente. Los Diablos. Esa fue, además de la de la Selección Argentina, la única camiseta que defendió. Un Diablo, ancestro de Dios.
A poco de debutar, convirtió el gol que le dio a su club la Copa Intercontinental de clubes. El rival: Juventus de Italia.
El Ancestro de Dios formó una de las últimas grandes sociedades del fútbol argentino junto a Daniel Bertoni.
El mito afirma que no formó parte del plantel de la Selección Argentina que obtuvo ese Campeonato Mundial de 1978 por orden de los militares en el poder: preferían a Norberto Alonso.
El Mago ganó todo lo imaginable a nivel de clubes. Con los Diablos, el Ancestro de Dios.
No era un jugador de fútbol. Era un Mago vestido de jugador de fútbol dentro de una cancha. Y tantas falencias: no tenía buena pegada, no sabía cabecear, su potencia física y su velocidad eran escasas, no se caracterizaba por su capacidad goleadora.
Y sin embargo, como el Ancestro de Dios sabe más por Mago que por Diablo, fue un futbolista extraordinario, con una noción inigualable de los espacios y posiciones dentro de una cancha de fútbol (“tiene la cancha en la cabeza”), poseía una gambeta única que le permitía eludir rivales, a veces, sin tocar la pelota, transformó en goleadores, con sus pases milimétricos, a delanteros de esos llamados “normales” y convirtió goles – aunque pocos- esenciales y de una belleza casi cinematográfica.
Y Dios confirmó, a partir de 1976, año de su descenso a las canchas argentinas y más precisamente en el club Argentinos Juniors, que este Mago era su ancestro.
Dibuje Maestro.
“Y chupe chupe chupe no deje de chupar, El Bocha es lo más grande del fútbol nacional”.
El Mago, Ricardo Enrique Bochini, “El Bocha”; jugó por última vez, oficialmente, el 5 de mayo de 1991.
Durante casi dos décadas, regaló su magia insuperable.
Yo, personalmente, jamás volví a ir a la cancha. ¿Con que sentido? Dios comenzaba a morirse y su ancestro decidió, en ese año del Señor de 1991, abandonar la magia.