Apuntes de la Academia: un triunfo agónico
Por Diego Kenis
Racing ganó en la tarde primaveral del domingo de Avellaneda. A contramano de lo que suele sucederle, perder puntos mereciendo mejor suerte, esta vez logró un triunfo por el que no hizo mucho más que defenderlo. Además de contar con la fortuna de dos penales cometidos y no sancionados.
El gol, que se encadena en rachas, también parece ser una cuestión de costumbre. Volvió a meterla Gustavo Bou, tras una excelente triangulación con todos los ingredientes: la presión en campo adversario, el omnipresente y generoso pivoteo de espaldas al arco de Diego Milito, la repentización del sorpresivo artillero académico, la triangulación hacia adelante para desconcertar al rival y un remate furioso, de zurda, al único espacio disponible desde un perfil muy cerrado.
En este Racing corto y ancho, la presión arriba es lateral y los espacios vacíos aparecen cuando se apuesta por ellos. Milito se confirma como un atípico armador y demuestra que, habiendo sapiencia, la nomenclatura es lo de menos: simplificando, se puede jugar con dos nueves. El factor sorpresa a veces toma desprevenidos no sólo a los ajenos sino también a los propios. Así, Gabriel Hauche se perdió sobre el final, por posición adelantada, una oportunidad muy clara.
Para entonces, hacía varios minutos que Racing se dedicaba a aguantar el gol que había sabido conseguir. Por momentos abusando del despeje indiscriminado, que sólo suele dar tiempo para acomodarse para un inmediato nuevo embate, vio crecer a Ezequiel Videla y a Sebastián Saja. Uno se multiplicó en el medio sin perder claridad con la pelota en los pies. El otro tapó varios remates complicados, mantuvo la autoridad aérea y dejó que algunos balones se perdieran por línea de fondo, arrastrando con ellos algunos valiosos segundos.
Todos corrieron, los más creativos no se permitieron la pausa. Sólo la obligada, el freno necesario del perfil cambiado: Ricardo Centurión por izquierda y Marcos Acuña por derecha. Escondiendo la pelota o tocando de primera, en particular en un pase aéreo y diagonal al corazón del área, sobre el final del juego, el zurdo disfrutó de una mejor tarde que el ex atacante del Genoa.
Banfield creció en la segunda mitad, a medida que Racing iba dejándole terreno. Gozó de espacios en la salida, y sobre eso se asentó la mirada siempre levantada de Nicolás Domingo. Desde allí partían las pelotas hacia los costados, en especial al de Gustavo Toledo. Y de nuevo hacia el medio, con diagonales de alfil que a la defensa de Racing le costó decodificar. La manta corta: quizá por esa alarma encendida en la medialuna, a Leandro Grimi lo encontraron un par de veces fuera de foco los desbordes del Taladro por derecha.
Con Diego Cocca en el banco, esta Academia versión 2014 viene confirmando varias de sus añejas mitologías asociadas. Se armó casi desde cero antes del campeonato, perdió puntos en la germinación del conjunto y otras unidades se le escaparon inexplicablemente. Demuestra un juego osado en los pitazos iniciales, aunque en ocasiones prefiera replegarse para asegurar el pájaro en mano. En la recta final, que observa expectante de un resbalón de River, se aferra al resultado. Quizá sepa que la historia marca numerosas ilusiones derrumbadas en el minuto final de un partido en apariencia asegurado. Tal vez le duelan los puntos ausentes, que se escaparon este mismo campeonato mientras se formaba. Como sea, qué bueno que el fervor numérico no le dio la espalda a Cocca y su equipo en aquella inicial meseta.