"Acá yo soy el amo y señor de la vida"

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"Acá yo soy el amo y señor de la vida"

22 Noviembre 2014

Por Nicolás Farache

La querella que agrupa a varias agrupaciones de derechos humanos acusó por delito de genocidio y pidió prisión perpetua para los imputados Gustavo “El Francés” Cacivio, Néstor “Castro” Cendón, Federico  Minicucci y Jorge Crespi. Los señalaron por la desaparición de 204 detenidos que pasaron por el centro clandestino de detención y exterminio que se encontraba en Autopista Ricchieri y Camino de Cintura, conocido como El Vesubio.

El Vesubio fue escenario de aberraciones inhumanas, justificadas en un supuesta postura ideológica y en la exaltación por la fe cristiana. Más allá de que el jefe del Vesubio, “El Francés” Cacivio, se mostrara en contra de las sistemáticas violaciones a mujeres "porque en este lugar no se viola, porque en este lugar yo busco mantener la vida moral y cristiana. Mataría a quien te violó”, se lo oyó decir frente a una detenida, que había sido tan brutalmente violada que orinaba sangre.

Cacivio fue la persona que decidió sobre la vida y la muerte en el Vesubio: "acá yo soy el amo y señor de la vida, así que cantá”. La acusación contempla 27 casos de homicidios y 11 casos de abusos sexuales.

Había que destruir por dentro, con la carne no bastaba, era necesario degradar hasta deshumanizar, agudizar la humillación hasta el quebranto, vulnerar todo lo que sea posible vulnerar, desfigurar los rostros de las mujeres y cubrir de picana y golpes los cuerpos. Nada calmaba a los verdugos.

“Ustedes son el demonio y por eso las vamos a castigar”, “judía hija de puta ¿qué elegís, picana o violación?”. La voz de la querella detonaba contra los oídos de los presentes. Los testimonios continuaron: “si no hablas, va a venir el Oso, que es especialista en violación”, “trajeron una jaula con una rata, me la pusieron en la panza y me dijeron que estaba hambrienta y que si no les daba un nombre me la iban a meter por la vagina para que me coma por dentro”. Hubo un especial ensañamiento con las mujeres, que en muchos casos sufrieron embarazos y abortos forzados; la violencia sexual era una práctica habitual. “Tenía 12 años, asesinaron a mi madre y me secuestraron. Cuando abusaron de mi estaba transitando mi segunda menstruación”, dijo una testigo.

Los alegatos crudos, soltados por la querella, ocuparon el salón de usos múltiples de los tribunales federales de Comodoro Py 2002. ¿Cómo esos tormentos pueden emparentarse con una defendida fe cristiana?

La audiencia fue presenciada por Jorge Watts, sobreviviente del Vesubio, ex militante de Vanguardia Comunista y primer testigo de la querella en los primeros juicios del centro clandestino de detención de La Matanza, en 2010. “Esta es la segunda parte de los juicios del Vesubio y hay una tercera que está en instrucción a cargo del Juez Daniel Rafecas, ahí hay más identificados que aun no están detenidos”, marcó Watts, quien también afirmó que “hasta ahora hemos condenado a casi 600 represores, lo que  es muy poco, porque en el país, entre el 75 y el 83, funcionaron 600 centros clandestinos de detención, es decir, condenamos a menos de 1 por centro y según nuestras investigaciones hay 20.000 implicados en participación directa, entre fuerzas armadas y fuerzas de seguridad”.

El periplo atravesado por los ex detenidos, sus familiares y los organismos de derechos humanos, sufrió numerosos vaivenes durante el transcurso de la democracia, desde los primeros juicios, en 1983, pasando por las leyes obediencia debida, el punto final y la posterior reapertura de las causas, a partir de 2003. En ese sentido Watts describió: “Lo que hicieron Néstor y Cristina fue saldar una deuda de la democracia. Desde su llegada se avanzó en la medida de lo posible, pero pasa que acá de los tres poderes, el judicial es el más conservador y tiene adentro cómplices del terrorismo de Estado. Tampoco hay que olvidar la pata civil de la dictadura, en el 79 cuando vino la Organización Interamericana de Derechos Humanos, más de 80 instituciones civiles se opusieron a su llegada, entre ellos la Sociedad Rural y algunos sindicatos”.