Woody Allen está agotado
Por Santiago Asorey
Es difícil pensar en una obra tan prolífica y dispar como la de Woody Allen. Independientemente de la versatilidad de su obra, la maquinaria de producción de su historia autoral se asemeja a una fuerza de la naturaleza. Woody Allen filma una película por año (tiene más de cuarenta películas hechas). Seria ridículo pretender que ese ritmo de producción este acompañado por la regularidad.
Su ultima producción Magia a la luz de la luna (2014), con la exótica y bella Emma Stone, es una comedia romántica con una estructura clásica y liviana. El relato reúne trilladamente todas las marcas de los imaginarios que Allen suele componer. El humor, el juego, el fracaso cotidiano, el truco, el escepticismo. Todas las variantes que acechan las relaciones amorosas puestas en tensión. En los últimos años el autor viene de construir un cine pensado en relación a las cartografías sentimentales de las ciudades europeas: París, Roma, Barcelona. Existe también una consonancia de las cartografías urbanas de Allen con una dimensión del pasado vivo en la particularidad de esos espacios. Es decir no se trata de Paris, tampoco de Roma, sino de las historias y de los tiempos que las componen.
Magia a la luz de la luna va en esa misma dirección. Es el rescate sentimental de la cartografía de un tiempo histórico. Los mágicos años 20 en la Riviera francesa y su sentido de la música, la moda, la arquitectura. Pero al igual que en Medianoche en Paris algo de esa búsqueda pareciera haberse convertido en un juego formal. Es una mueca de oficio que muestra definitivamente que Woody Allen se encuentra agotado. Ya no hay ni siquiera intención de profundidad en su humor o su drama. Lejos esta Woody Allen del gran director que filmó aquella gran película que fue Otra Mujer (1988) con Gena Rowlands. Miren la película y saquen sus conclusiones.