“La fotografía es una excusa para establecer un vínculo”

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“La fotografía es una excusa para establecer un vínculo”

25 Marzo 2015

Por Juan Ciucci

APU: ¿Qué es el proyecto “Nido errante” y cómo surge?

Agustina Triquell: NidoErrante es, pensando una respuesta rápida y concreta, una residencia itinerante para personas que utilizan la fotografía como medio expresivo. Los seleccionados habitan juntos una casa durante diez días y desarrollan un proyecto concreto –enviado previamente al momento de postular– vinculado a la comunidad específica de cada edición. Un lugar particular y un colectivo de fotógrafos que hasta entonces no se conoce, que compartirá durante diez días la experiencia.

¿Cómo surge? NidoErrante se fue modelando en varias conversaciones, en las que fuimos definiendo qué y cómo sería el proyecto. Partimos de una experiencia compartida, de veraneo entre amigos fotógrafos, en la que no sólo se salía a hacer fotos sino también se miraban libros, se compartían charlas sobre autores, técnicas o preocupaciones compartidas. Sabíamos que nos interesaba que fuese una experiencia colectiva (y no una residencia para uno o dos artistas) y sabíamos que nos interesaba que el eje fuese lo fotográfico, como posibilidad de diálogo con las comunidades en las que el proyecto se desarrolla. Y así fuimos bocetando, en una mesa de un bar, cuáles serían las bases y puntos de partida.

Lo interesante es la oportunidad de poder dedicarse de manera exclusiva a la producción artística en contacto con colegas y en un contexto que no sea el habitual. Tanto el hecho de viajar a otra localidad que no es la de residencia como el compartir días de convivencia con artistas de otras provincias dan por resultado un encuentro en el que lo común como punto de partida da lugar a lo diverso. Porque al cambiar las coordenadas sale lo más personal. Porque los lugares vistos desde una perspectiva no cotidiana muestran una arista nueva y verdadera que de algún modo habla de lo que ya estaba ahí.

APU: ¿Para quienes está pensado? ¿Cómo realizan la selección de los participantes?

AT: Como decíamos, es una residencia pensada para personas que trabajen vinculadas de algún modo al lenguaje fotográfico. Esto no quiere decir exclusivamente fotógrafos. El modo en que los proyectos son seleccionados considera tres aspectos, igual de importantes. Los dos primeros tienen que ver con el modo en que se configura el grupo. Nos interesa que en la conformación final haya participantes que aborden el trabajo fotográfico de maneras diferentes: una mirada documental, un uso más conceptual, un abordaje desde la intervención social-comunitaria, usos ficcionales, usos poéticos, etc.

La segunda dimensión tiene que ver con los lugares de origen de los residentes. Esto está establecido en la convocatoria de este modo, habiendo lugares preestablecidos para cada ciudad o lugar de origen, aunque puede variar según el criterio del jurado, pero siempre teniendo en cuenta esa diversidad.

La última dimensión a considerar es la carta de motivación del participante y el momento en el que se encuentra su proceso creativo. Buscamos atender a procesos expansivos, a seleccionar proyectos realizables que estén buscando una experiencia de este tipo. Los antecedentes y obras anteriores son sólo consideradas para dar cuenta de esta capacidad realizativa y no poseen un peso central como en otras convocatorias.

APU: Van por la tercera edición, ¿cómo eligen los lugares?

AT: Al principio, la elección del lugar no fue exactamente una elección: disponíamos de una casa y pensamos qué podíamos hacer allí. Encontramos que todos los lugares tienen posibilidades, pero a partir de la segunda edición empezamos a pensar cuáles eran las historias posibles de contar en cada lugar, y que fuese variando también de las ediciones anteriores, tanto en el paisaje y el relieve –la sierra, el mar, la montaña, el lago– como los modos de habitarlo –una villa serrana, una ciudad balnearia fuera de temporada, un poblado auto-organizado en la Patagonia. Y así. Probablemente, los próximos destinos de Nido estén hacia el Norte, o hacia el Litoral.

Cada lugar marca un ritmo de trabajo, temas y abordajes posibles. Por eso también nos interesa el carácter nómade del proyecto, en el que aterrizamos en lugares con personajes desconocidos, historias y anécdotas por descubrir. Además, el grupo también se encuentra allí por primera vez, son hasta entonces desconocidos que quizás se googlearon entre sí, pero no mucho más que eso. Esto hace que cada edición sea única e imprevisible.

APU: ¿Permanecen conectados con quienes participan? ¿Surgen de allí trabajos a largo plazo, más allá de la experiencia en el proyecto?

AT: Apostamos a que Nido vaya consolidándose como una red de cooperación entre todos los que participan de algún modo de cada edición. Esto se ha venido dando de manera informal, básicamente, haciéndonos amigos. Nos gustaría articular estas redes para que sea un espacio abierto y sostenido de trabajo. Ese es el desafío para este año.

Nos interesa seguir participando en los espacios de discusión y festivales que verdaderamente aportan a la cultura fotográfica de la región, con los que hemos establecido vínculos de trabajo para las ediciones siguientes. Compartir con quiénes apuestan también a abrir el juego, descentralizar y pensar la fotografía con todos los desafíos que nos propone, ha sido un espacio de aprendizaje valioso y que nos motiva a seguir trabajando.

APU: ¿En qué contextos de la producción fotográfica actual se sienten cercanas? ¿Con quienes dialoga su producción?

AT: Nido nace de una necesidad de ponernos en relación, de articular un espacio de trabajo que no existía, al menos formalmente. En términos de los contextos de producción fotográficos actuales, si es que existe tal cosa, porque la fotografía es muy solitaria, sabemos de qué nos sentimos lejos, cuáles son los caminos que no nos interesan; después hay mil posibilidades, que se abren en cambiar de lugar en cada edición, en organizar charlas que no se limiten a lo fotográfico, en dialogar desde la fotografía con otros campos.

Nos gusta que Nido tenga una llegada real a la comunidad que nos recibe, que exceda lo netamente fotográfico. La fotografía es una excusa para establecer un vínculo. No nos interesan los dogmatismos ni los purismos, por eso en Nido participa gente que viene de las ciencias sociales, del campo del arte, del oficio fotográfico. Algunos saben más de técnica, otros saben más de teoría, algunos saben cocinar, otros retocar en Photoshop. Lo importante es que es una experiencia de la que inevitablemente todos, de un modo u otro, salimos transformados.