"En la administración de Obama ocurrió el mayor número de deportaciones de los últimos 30 años"
Por Enrique de la Calle
APU: ¿Qué lectura hace desde México de la victoria de Trump?
Pedro Guadiana: Primero, es conveniente mencionar que, en el discurso, el proyecto de Barack Obama buscó supuestamente sacar de las sombras a los indocumentados, pero en su administración ocurrió el mayor número de deportaciones de los últimos 30 años. Así, podemos afirmar que con Trump los indocumentados mexicanos están transitando de las sombras al limbo y, quizá, al infierno.
En cuanto a nuestra lectura desde México, existen varias visiones de este suceso: la del círculo verde (la opinión pública, la gente, las masas), la del círculo rojo (la opinión publicada o los medios) y la visión política, en sus vertientes oficialista y opositora.
APU: Qué buena distinción. ¿Cómo ven los diferentes "círculos" al fenómeno Trump?
PG: En el círculo verde cunde el desasosiego, la frustración, la desesperanza, la irritación, el enojo y el miedo. Millones de mexicanos tienen familiares en los Estados Unidos. Las remesas que mandan los mexicanos allende las fronteras, tanto ciudadanos como indocumentados, constituyen una de las principales fuentes de ingresos de la nación junto con el petróleo, la economía informal… y el narcotráfico. Estados como Zacatecas tienen en las remesas su ingreso principal.
Los mexicanos se sienten lastimados, ofendidos, heridos por el discurso xenófobo, racista y amenazante de Trump. Se angustian al pensar cuál será el futuro de los connacionales en caso de regresar a un país como el nuestro, que enfrenta amenazas en todos los ámbitos: legal, económico, político, institucional, social y cultural. Si bien viven en condiciones no óptimas en la periferia del imperio, siempre estarán mejor que en la periferia de la colonia que es México. Allá ganan en dólares y viven con decoro. Desempeñan oficios con ingresos que nunca podrán percibir en nuestro país.
APU: ¿Cuál es la mirada de los medios?
PG: En el círculo rojo, las opiniones de una gran parte de los especialistas son semejantes a las del círculo verde. Se trata de analistas críticos quienes, además de expresar la misma preocupación de la ciudadanía, critican severamente la postura oficialista. Sin embargo, otra parte del círculo rojo apoya la versión oficialista, muy deteriorada a raíz de la visita Trump como candidato y el recibimiento de jefe de Estado que le prodigó el presidente mexicano.
A pesar de todo lo anterior, seguimos pensando que desde el gobierno de Obama comenzó lo que llamamos el principio del fin del señorío WASP (Blanco-Anglosajón-Protestante, por sus siglas en inglés) en los Estados Unidos, lo cual no quiere decir que será un cambio pacífico.
Para hacer esta aseveración, en primer lugar, nos basamos en los pronósticos poblacionales que proyectan a la población blanca como una minoría más para 2050. Los blancos ya no serán la mayoría. De hecho, estamos presenciando los primeros estertores de la visión supremacista. El tránsito hacia la nueva composición racial y cultural podría ser violento. Hasta hoy, no vemos manera de detener esta tendencia poblacional por medios naturales a menos que, como se hizo en la Alemania nazi, hubiera criaderos, auténticas granjas donde sementales blancos embarazaran a mujeres blancas para incrementar la población anglosajona y se expulsara a las minorías o se practicara un exterminio racial, un nuevo genocidio, un nuevo Holocausto. Eso sería una barbarie más a la que nuestra especie nos tiene acostumbrados, desafortunadamente.
En segundo lugar, a la crisis de las ideologías y los partidos políticos se suma la crisis de las religiones y las iglesias. En Estados Unidos el binomio raza blanca y religión no caminan por separado. Uno y otro componente se acompañan con una visión muchas veces cargada de fanatismo y fundamentalismo. La Biblia o nada. Y eso está cambiando. Un artículo autocrítico del reverendo Richard Brand en The Huffington Post, titulado El Cristianismo Americano está Muriendo, hace hincapié en que la muerte de las generaciones adultas, la exclusión y el esfuerzo por imponer una moral autoritaria a una sociedad diversa y multicultural provoca deserción en las nuevas generaciones. Y aun cuando el cristianismo se mantuviera como la fe más practicada, lo sería en una composición racial diferente en 2050, donde una visión supremacista blanca estaría disminuida demográficamente.
APU: ¿Cuál fue la reacción de la dirigencia mexicana?
PG: Paradójicamente a lo que pudiera esperarse, en el círculo íntimo del presidente Enrique Peña parecía privar una especie de algarabía, no tanto por el ascenso al poder de Trump, sino por una oportunidad para reivindicarse por el craso error cometido con la recepción del republicano cuando era candidato. Ahora, el oficialismo y los periodistas afines están promoviendo la imagen de un presidente visionario, el único que supo entender lo que pasaba en los Estados Unidos, además de cuestionar severamente a quienes entonces condenaron al presidente mexicano.
La visita de Trump fue a finales de agosto. Pocos días después, en la primera semana de septiembre, Enrique Peña acudió a la cumbre del G20 en China. Ahí, de acuerdo con el acreditado periodista Raymundo Riva Palacio, la canciller mexicana recibió una reprimenda por parte de una integrante del staff del presidente Obama en el sentido de que el mundo y los republicanos y demócratas de Estados Unidos estaban muy molestos por la recepción que se dio a Trump y le exigió la remoción del ministro de Hacienda mexicano, Luis Videgaray, operador de la visita. Riva Palacio reveló también que en el avión presidencial, durante el regreso, Enrique Peña dijo: “creo que la cagamos”, popular expresión mexicana que se usa cuando se comete un serio error. Pero no sólo fue la expresión: removió a Videgaray. Días después, en apariciones públicas reveló que la remoción del exfuncionario tuvo que ver con este episodio y afirmó que la visita de Trump fue una decisión precipitada, en un contexto en que las encuestas daban amplia ventaja a Hillary Clinton quien, como se sabe ganó el voto popular.
Desde la pérdida de más de la mitad del territorio mexicano en el siglo XIX la relación ha sido de imperio y colonia, de dominio. Algunas veces más autoritaria que otras pero siempre bajo el paradigma imperial. México ha tenido presidentes nacionalistas y presidentes pronorteamericanos radicales. Desde 1982, cuando México comenzó su apertura a la globalización, y con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá en 1994, la interdependencia se ha acrecentado.
Siendo dos países vecinos, la interacción es inevitable, por más muros físicos o intangibles que haya.
APU: Uno de los temas controversiales tiene que ver con el muro que Trump prometió levantar. ¿Cree que la política de Trump será muy agresiva hacia México?
PG: El ex canciller del gobierno pro-norteamericano de Vicente Fox (2000-2006), Jorge G. Castañeda, quien es catedrático de universidades estadunidenses, dice que debemos prepararnos para lo peor, que Trump nos hará mucho daño.
El daño empezó desde los debates con Hillary Clinton, ha crecido con su triunfo electoral y se agudizará durante su gestión. En los tres debates con la candidata demócrata, la percepción de tres victorias de ella daba un respiro al peso mexicano, nuestra moneda. Con la victoria de Trump la devaluación del peso se ha agravado.
Ya con Obama había discretas redadas en algunas ciudades de la Unión Americana. Muy difundidos fueron los centros de deportación en Arizona. Se han dado casos de detenciones de estudiantes y sus padres cuando van en camino a la escuela o el trabajo.
Por tanto, en el peor de los escenarios, volveríamos a ver a “la migra”, como llaman los indocumentados a los oficiales y patrullas de inmigración, haciendo redadas y persecuciones ya no tan discretas. En un escenario “menos” catastrófico seremos testigos de autodeportaciones. La autodeportación es una estrategia que Trump y otros candidatos anteriores, como Mitt Romney, han considerado seriamente y que consiste en hacer la vida imposible al indocumentado de manera tal que opte por regresarse. Ese hostigamiento tendría expresiones como: ofrecer educación en escuelas para adultos sólo a quien compruebe residencia o ciudadanía; obligar a las empresas a incorporarse a programas, hasta hoy voluntarios, que exigen una revisión exhaustiva de documentación en los procesos de reclutamiento, selección y contratación; cortar beneficios sociales y aún acceso a bancos de alimentos; instaurar programas de ciudadanización imposibles de ser aprobados porque funcionan por medio de puntajes que hacen difícil alcanzar un “score” satisfactorio porque consideran país de origen, edad, antigüedad en un trabajo de alta calificación como empleado legal, demanda del trabajo (empleo que se ubique entre aquellos por los cuales se otorguen mayor cantidad de visas de trabajo), nivel de estudios, relación trabajo-estudio y emprendimiento, entre otros aspectos que ahorcarían al indocumentado obligándolo a regresar a su país de origen.
APU: ¿Actualmente cuántos mexicanos hay viviendo en Estados Unidos? ¿Cuántos son "ilegales"?
PG: En números generales, son once millones que carecen de garantías civiles y políticas y que, en palabras de Douglas Massey, investigador de la Universidad de Princeton, pronunciadas en junio de 2014 en la 12 Reunión Nacional de Investigación Demográfica en México “constituyen la población más grande en esas condiciones de carencia de garantías desde los años de la esclavitud que terminaron en 1863”.