Venezuela: Trump ejecuta el plan diseñado en 2016 por el Comando Sur
Por Carlos Iaquinandi Castro (*)
“Habla suavemente, pero muestra un gran garrote. Así llegarás lejos”.
Teodoro Roosevelt, presidente de Estados Unidos de 1901 a 1909.
El presidente estadounidense Donald Trump eligió Miami para lanzar sus últimas amenazas contra las Fuerzas Armadas de Venezuela. En esta ciudad residen miles de exiliados cubanos y sus descendientes, muchos de ellos integrados en la política norteamericana. Es el caso de Marco Rubio y Mario Díaz Balart, dos miembros del ala más derechista del partido Republicano, que también participan del proyecto de forzar la frontera entre Colombia y Venezuela con el argumento de que pasen camiones con ayuda humanitaria. En los últimos días tres gigantescos aviones militares norteamericanos C-17 aterrizaron en Cúcuta. Según el gobierno de los Estados Unidos sus aviones transportan esa ayuda. El de Venezuela considera que es el caballo de Troya, la excusa para ingresar al territorio nacional.
“Lo perderán todo”
Trump desde Miami “aconsejó” a esos mandos militares que acepten una amnistía y dejen de respaldar a Nicolás Maduro. “De lo contrario -anticipó- terminarán muy mal”. “No encontrarán refugio y lo perderán todo”. Y les puso fecha: el sábado 23, el día que el presidente “encargado” Juan Guaidó fijó para que sus voluntarios comiencen a repartir esas ayudas. (Recordemos que la Cruz Roja decidió no intervenir. Su presidente internacional Peter Maurer afirmó: “no participamos en lo que para nosotros no es una ayuda humanitaria”).
En otra parte de su discurso, Trump ha reconocido que busca acabar con el socialismo en el mundo por tratarse de una ideología “basada en la ignorancia”.
Dos conciertos a cada lado de la frontera
Por su parte, el empresario británico Richard Branson, fundador de Virgin Airlines, anunció la celebración en Cúcuta de un concierto en apoyo de la ayuda en el que figuran artistas invitados como Ricardo Montaner, o el “Puma”. En tanto, del otro lado de la frontera, el gobierno de Nicolás Maduro anunció a su vez un concierto “por la Paz y por la Vida”. Estos movimientos de espejo a uno y otro lado son parte de la escenografía de la crisis que parece entrar en su fase decisiva.
El guión ya estaba escrito
Fracasados los intentos para promover un alzamiento popular contra Maduro porque no alcanzaron a tener la masividad necesaria, Trump intenta ahora que los mandos militares venezolanos sean los que pongan fin al gobierno. Si no lo hacen, deja entrever la amenaza de una intervención. Estados Unidos tiene siete bases militares concedidas por el gobierno de Colombia en el 2016, con el argumento de combatir el narcotráfico y el terrorismo internacional. Pero en su día la oposición colombiana, y otros países del continente, denunciaron que esas bases eran parte de una potencial intervención militar en Venezuela. En aquel entonces se precisó que esas posibilidades estaban en un documento del Comando Sur de los Estados Unidos denominado “Operación Venezuela Freedom- 2”, firmado por el comandante-almirante Kurt Tidd. Este documento del 25 de febrero de 2016, fue publicado dos meses después en la propia prensa norteamericana. En uno de sus apartados se puede leer: “Bajo un enfoque de ‘cerco y asfixia’, también hemos acordado con los socios más cercanos utilizar la Asamblea Nacional como tenaza para obstruir la gobernanza: convocar eventos y movilizaciones, interpelar a los gobernantes, negar créditos, derogar leyes”. En otro apartado anticipa que “Venezuela entra en una etapa de crisis humanitaria (…) hay que continuar con el manejo del escenario donde Venezuela está cerca del colapso y la implosión”.
Los presidentes pasan, las intervenciones siguen
Inevitable resulta entonces recordar que en junio próximo se cumplirán diez años del golpe con el que un general con antecedentes de ladrón de autos derrocó en Honduras al gobierno constitucional de Manuel Zelaya Rosales. Ese golpe, tuvo como objetivo “devolver” el poder a las cincuenta familias de la oligarquía de ese país que siguen beneficiándose del control de sus tierras y de sus industrias, en alianza con empresas norteamericanas. Hoy miles de hondureños emigran, huyendo del paro, del hambre y de la represión. Son gran parte de los que llegan a la frontera de Estados Unidos con México, donde Trump quiere levantar su muro. Aquel golpe cruento prosperó gracias al reconocimiento del gobierno de Barack Obama. Los presidentes cambian, pero la política norteamericana de intervención inaugurada en 1846 -con la guerra contra México en la cual se anexionaron los que hoy son varios de sus estados sureños-, ha continuado sin variantes durante décadas.
De Chávez a Maduro
En ésta y en notas anteriores, he intentado poner en contexto la llamada “crisis” venezolana. Es importante reconocer que lo que hoy sucede, comienza en realidad cuando Hugo Chávez pone en marcha el proyecto bolivariano. Hace veinte años ganaba con claridad las elecciones con más del 54 por ciento de los votos y abría una nueva página en la historia de Venezuela y de América Latina. Su proyecto implicaba una afirmación de la soberanía venezolana y medidas que favorecían a los sectores más postergados de la sociedad.
Ganó sucesivas elecciones, y en pocos años logró importantes avances sociales para los sectores mas postergados. Entre 2002 y 2010 la pobreza disminuyó en 20, 8 por ciento al pasar de 48, 6 a 27, 8, mientras que la pobreza extrema de 22, 2 por ciento se situó en 10, 7 (un descenso de 11, 5). En 2012, Venezuela ocupó el tercer lugar de los países con menor porcentaje de pobreza en Latinoamérica de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Las misiones educativas, un empeño personal de Chávez, se extendieron a todo el país. En el 2005 la UNESCO declaró a Venezuela “Territorio Libre de Analfabetismo”. El organismo internacional reconoció que las misiones consiguieron alfabetizar a casi un millón y medio de ciudadanos. El acceso a la educación superior pasó de 700 mil a más de dos millones de estudiantes. El plan nacional de construcción de viviendas permitió la entrega de más de un millón durante sus mandatos. El impulso de la cultura nacional fue notable en todas sus disciplinas. Chávez fue reelecto en octubre de 2012 con más del 54 por ciento de los votos, con amplia ventaja sobre Henrique Capriles, su principal rival. Para entonces ya estaba padeciendo los efectos de un cáncer que finalmente le impidió asumir el cargo. Pero antes de su fallecimiento delegó en su vicepresidente Nicolás Maduro, tal como establecía la constitución.
El declive
Tras la muerte de Chávez, se realizan elecciones en las que Maduro gana pero con un margen de apenas dos puntos. Ese 2013 coincidió con el desplome del precio internacional del petróleo, que representa el 95 por ciento de los ingresos en divisas. También comienza a incidir la obsolescencia de la industria, afectando y reduciendo la producción de crudo. La inflación se dispara y carcome la estructura económica del país. Miles de venezolanos comienzan a emigrar ante las dificultades y la falta de perspectiva personal. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos acusa a Maduro de utilizar el mercado de divisas para obtener beneficios ilícitos y aplica sanciones y bloquea cuentas. En el 2015 pierde las elecciones parlamentarias y la oposición con el 60 por ciento de los votos obtiene la mayoría de la Asamblea Legislativa. El Tribunal Superior de Justicia, invalida algunos de los resultados y suspende la proclamación de varios diputados, la mayoría de ellos opositores. No reconocer esa derrota fue uno de los primeros graves errores cometidos por Maduro. La mayoría opositora rechaza esa disposición, y se constituye la Asamblea. Se inicia un cruce de acusaciones y denuncias. Finalmente, Maduro adelanta la convocatoria de elecciones presidenciales, que se realizan en mayo del año pasado. No se presenta parte de la oposición, y Maduro gana entre denuncias de un proceso irregular. Asume su nuevo mandato en enero, en medio de un rechazo interno y críticas desde el exterior. El 23 de enero, Juan Guaidó, titular de la Asamblea Nacional se autoproclama presidente y de inmediato es reconocido por Trump y luego por otros gobiernos continentales y europeos. Se inicia una crisis con la convivencia dentro del territorio de dos presidentes. Maduro que controla el aparato del Estado y las Fuerzas Armadas, y Guaidó que recibe apoyo exterior y confía en el desgaste de su oponente.
Lo que vendrá…
Persistir en medio de una grave crisis económica, con una inflación incontrolable, y graves consecuencias para temas alimentarios, de salud pública y educación, a lo que se suma una dura presión exterior, significa elegir un callejón sin salida. La única a la vista: buscar una negociación que acuerde un proceso electoral abierto y con garantías, y abrir una nueva etapa que permita reorganizar a las fuerzas populares, algo nada fácil luego de la dura travesía de estos últimos años. La habilidad radica en tratar de que el retroceso del proceso político y social iniciado por Chávez no se torne irrecuperable.
Habría muchos elementos más para desarrollar. Pero lo más importante es insistir en la necesidad de que haya una solución pacífica y que por todos los medios se evite una salida violenta. Que el pueblo venezolano pueda decidir su destino en paz, con libertad y sin injerencias. “Tristes armas si no son las palabras”, escribió Miguel Hernández. Ni la ONU ni los gobiernos europeos evitan invasiones o conflictos terribles como los de Irak, Libia, Siria, Yemen o Palestina, o el cierre de fronteras a los refugiados. Tendremos que ser los pueblos los que rechacemos esas políticas egoístas e insensatas que amenazan el futuro de la humanidad.
(*) Por el Servicio de Prensa Alternativo (SERPAL). La suscripción gratuita a sus envíos (actualmente remitidos a cinco mil personas de 35 países) puede solicitarse a serpal@nodo50.org, indicando en el asunto: “suscripciones”.