Una copitaza por el realismo delirante de Laiseca

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Una copitaza por el realismo delirante de Laiseca

24 Diciembre 2016

Por Gabriela Margarita Canteros

¿A qué le teme la sociedad Argentina?¿Cuales son sus pesadillas recurrentes? ¿es la muerte el principal temor, el olvido, la soledad? Hay temores absurdos pero no obsoletos, hay temores inconscientes desmedidos, temores ridículos, temores racionales y esquemáticos. El universo construido por Laiseca era ese, una atmósfera psicológica e hipocondríaca. Y no dejaba de ser social, temores compartidos.

En su imaginario; una habitación oscura o un campo abierto lleno de luz, serán igualmente sospechados de esconder misterios; que una vez develados, lejos de apaciguarse; convierten el miedo en pavor.

Otro detalle interesante con los que construía sus relatos; eran los nombres atribuidos a sus personajes, en un juego simbólico de representación lúdica; como (la Negra) Tomasa, ¿que podía tener de aterrorizante una nana? y ¿Virgilio?...detrás de la inocencia de la infancia que podría esconderse… todo y nada, los personajes sólo muestran una veta de su oscura personalidad, un niño bastante morboso, y una niñera que alimenta su obsesivo habito. Donde el lector es obligado a ser un observador activo, permitiendo la tensión necesaria en un relato de terror.

A pesar de que el mismo autor dijera sobre sus textos, “la realidad no me interesa, lo mío es realismo delirante”, sus personajes llenos de carnadura; habitan entre nosotros. Cuando apagamos una luz, por las noches y volvemos la mirada para asegurarnos que una habitación está vacía...cuando escuchamos un relato entre disparatado y cruel...

Vale por su cualidad de haber captado el público popular y docto; recordarlo vivaz y con el toque siniestro; que le hubiera gustado utilizar en su propia desaparición física, por ello comparto con uds. un fragmento de la entrevista realizada por Silvina Friera publicado en Pagina 12, donde el autor nos cuenta sobre por qué no desea que sus lectores lo abandonen, respecto a sus extensas novelas, y con principal énfasis en las Sorias:

“¿usted demanda lectores full time que no abandonen el libro?
–No quiero que los lectores me abandonen, ya tuve bastantes abandonos en mi vida. ¿Sabe por qué no conviene abandonar ni ser abandonado?
–No.
–Voy a brindarle la revelación máxima de la vida misma (risas). Porque la eternidad, mi querida amiga, es demasiado larga para estar solo...”

Usemos sus propias palabras contra el abandono, licencia que consolidan solo los grandes escritores; advertidos de su gusto por la cerveza y los cigarros, brindemos por él; en un par de copitazas (mezcla de copa y taza); porque al fin al cabo, la muerte no existe.