Bahía Blanca: furia contra la prestataria de energía eléctrica por los reiterados cortes
Para apoyar su política energética de tarifazos y las recomendaciones de su ministro Juan José Aranguren para usar la tevé y el ordenador cuatro horas al día, el gobierno nacional recurre a la afirmación de que en el verano en curso no se han registrado cortes del suministro, o que los ha habido en menor frecuencia que en años anteriores.
Es una premisa falsa. Al menos es lo que saben, pese a las eternas promesas de multimillonarias inversiones, los vecinos de Bahía Blanca. Y sobre todo los comerciantes, que con cada corte pierden horas de trabajo y miles de pesos en mercaderías que requieren cadena de frío o materias primas perecederas que esperan por la energía eléctrica para transformarse en productos.
Los cortes, denuncian, se prolongan durante horas, e incluso días enteros. Las pérdidas se acumulan, y los damnificados no encuentran respuestas. Ni de las cúpulas de gerentes, ni de los pobres trabajadores que deben atajar las broncas, ni del poder político local. El intendente macrista Héctor Gay, cuya imagen se desploma, parece más entretenido en construir garitas indestructibles que se vuelan o proyectar pistas de canotaje que en gestionar un mejor servicio para evitar las cuantiosas pérdidas. Que, además, impactan en una actividad comercial de por sí en severo declive.
Ante tal cuadro de situación, los comerciantes bahienses comenzaron a recurrir a una modalidad de protesta que se ha repetido ya varias veces en los últimos meses: reunir la mercadería o materias primas que el corte echó a perder y llevarlas para derramarlas, íntegras, en la sede de la prestataria, EDES.
El caso más reciente ocurrió esta semana, cuando un supermercadista de origen chino agotó su paciencia. Llevaba cinco días completos sin luz, y contaba pérdidas por cien mil pesos entre productos y las heladeras que se quemaron con las variaciones de tensión. Cortó la céntrica calle en que se encuentran las oficinas de la empresa y descargó en sus puertas las frutas, los lácteos, los fiambres y otros productos congelados que perdieron la refrigeración necesaria.
No fue el primero en protestar de ese modo. A comienzos del mes, un heladero arrojó 60 kilos de helado en la entrada del edificio, luego de varios días sin luz. Cuarenta y ocho horas después de hacerlo seguía sin suministro.
Pero el caso más notorio ocurrió en noviembre último, cuando un panadero se hartó de esperar la normalización del servicio tras dos días completos de corte. El comerciante reunió los 600 kilos de masa que no pudo convertir en pan, facturas, pizzas y masas, y los arrojó en el hall de entrada de la sede de EDES. Sus pérdidas se traducían en un monto estimado de quince mil pesos.
La irritación de los comerciantes puede tomarse como un buen termómetro de la general, sobre todo por tratarse de una ciudad como Bahía Blanca. En octubre de 2015, casi el 45 por ciento de su electorado votó por el candidato macrista a intendente municipal. Un mes después, en el balotaje, Mauricio Macri alcanzó un 65 por ciento de los votos bahienses.