Elogio de la abnegación, por Adrian Dubinsky

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Elogio de la abnegación, por Adrian Dubinsky

26 Marzo 2017

Introducción o parámetros concretos de la oposición política a la miseria planificada

Durante el último año y casi cuatro meses hubo varios hechos políticos que figurarán en el informe de investigación de cualquier historiador del futuro. Si un hipotético investigador de la década del 50 del Siglo XXI investigase la oposición a la miseria planificada [1] post gobiernos nacionales y populares, de América Latina en general y de la Argentina en particular, tendrá que centrarse en este mes de marzo de 2017 como el comienzo de un nuevo período de lucha organizada. Y si tuviésemos que dar un ejemplo de la secuencia de actos políticos a los que me refiero, pueden caracterizarse más como de orden movimiental que netamente político-partidario, y si bien este último marzo es el punto álgido del comienzo de una oposición articulada, podría decirse que el origen, su concepción, visceral y emotiva al principio, tuvo su causa primera incluso antes de la asunción del presidente Macri.

La primera de esas manifestaciones de oposición ocurrió el mismísimo nueve de diciembre a la noche, con una plaza de mayo pintada por el arte de lo inverosímil en la política argentina. En la historia de nuestro país, quien no se iba del gobierno de forma violenta, lo hacía de manera escandalosa y oprobiosa; quien no era volteado con saña y ánimo de venganza causada por un determinante avasallamiento de privilegios, lo hacía por una alianza de presión imbancable, por sus propios laberintos o por el desgaste de la acción popular: así como el golpe a Yrigoyen o el que derrocó a Perón fueron expulsados por la reacción, el gobierno de Alfonsín era cercado por la ingobernabilidad, y el  gobierno de la Alianza (más cercano al de Alfonsín que al de Perón o Yrigoyen) tenía que abandonar el país en medio de un incendio social. En esta original ocasión, la presidenta se despedía sin competir en las elecciones y con un escenario en que por primera vez un gobierno peronista era derrotado en las urnas siendo gobierno, y en el que por vez primera triunfaba el proyecto de la elite civil que apoyó a todas las dictaduras militares, civilizatorias, conservadoras en lo político y liberales en lo económico, feroces y cínicas, latrocidas y con una suficiencia lo suficientemente vanidosa como para que pueda ser vencida.

En mi ranking personal y ultra discutible, parcializado, provocador y convidador de discusiones, se inscriben -luego de ese hecho político sin precedentes que fue la despedida de Cristina y que tendría que alcanzar para observar una actitud política militante de esperanza de mediano plazo- tres hechos movimientales contundentes que trascendieron y que, independientemente de la sumatoria política positiva desde una mirada frentista y justicialista, nos da la pauta del carácter y el compromiso de algunxs compañerxs.

Partiendo de una apreciación que toma en cuenta no solo la cantidad de personas que convocan los dirigentes haciendo uso de la herramienta por excelencia de los pueblos que resisten (la movilización callejera), sino la calidad de alianzas que las invoca, mediante las cuales se puede apreciar el alcance real fuera de los amigos del Facebook y fuera del hasta ahora inevitable soliloquio crítico de los cuadros dirigentes, su introspección sesgada y obligada por la agresión externa cuando ejercieron la delegación del poder popular, podemos mencionar tres hechos de diferente alcance y convocatoria.

De esos tres hechos, el tercero se compone de dos acciones: una que nada tiene que ver con las alianzas amplias a las que me refiero, sino a la dinámica particular e individual de una agrupación con algún puente con algunos sectores afines, y la otra sí inserta en una acción más numerosa y completada con mayor cantidad de actores y diversidad. Pero primero voy referirme a la acción que para mí es la más efectiva y de mayor contundencia contestataria. Esa primera movilidad política de resistencia organizada tiene que ver con su especificidad de larga duración estratégica, continuidad táctica, diversidad de base y clarificación del antagonista. Por supuesto me refiero a este inolvidable y biságrico marzo que comenzó con tres días consecutivos en que el pueblo salió a la calle. El hecho político, y aquí lo singular de la periodización, no ocurre durante un día, sino durante tres días que parecen guardar en su destino una solución de continuidad hasta las elecciones.

La dinámica de la conformación de un Bloque Social de los Oprimidos

Primer hecho político: una tríada inolvidable

Todo arrancó el 6 de marzo, los docentes salieron en tropel a la calle. El gobierno estimó que singularizar la dialéctica de discusión le vendría bien y quiso separar a Baradel -unx de muchxs dirigentes- del resto de los trabajadores. La apuesta le salió mal. El conflicto lleva casi un mes sin resolución y en el tour de forcé los docentes fueron consolidando su unidad, y ni el abyecto sebo ofrecido para carnerear (un dinero extra solo para aquellos docentes que no adhiriesen al paro) ni el discurso que intenta estigmatizar a los docentes como terroristas subversivos (la operación discursiva comienza tratando de identificar a los estudiantes como rehenes, dejando los puntos suspensivos para que el poco avezado lector lo complete casi como un mandato: si un niño es un rehén, quien lo tiene de rehén es un terrorista o un secuestrador) fue efectivo: los docentes contestaron en este histórico marzo con una marcha federal el 22 de marzo con 400 mil docentes movilizados desde todo el país y concentrados en la Plaza de Mayo.

El 7 de marzo, en un hecho inédito y del que habría que estudiar con profundidad el porqué de lo inusitado, se reunieron todas las centrales sindicales -menos una fracción encarnada por el Momo Venegas que apoya al gobierno y alguna otra que adhirió, pero no movilizó- y metieron 500 mil trabajadores en la Plaza. Nunca, desde el 17 de octubre de 1945, la Plaza de Mayo adquirió mayor potencia semántica que en este marzo de 2017; ni en las mayores movilizaciones durante el peronismo y el kirchnerismo, independientemente de las cantidades de personas asistentes, tuvo tanta significación mística y potenciable esa plaza que dice mil cosas con su sola mención. El final, confuso pero lejos de las lecturas que buscan hacer leña del árbol caído, no oblitera la brillantez del cromo que viste a toda unidad de los trabajadores; esa brillantez de manubrio de bicicleta en Parque Chas -circular- es real; siempre estará mancillada por alguna mancha de óxido, pero sigue siendo brillante para el pibe conductor que no se detiene en minúsculas máculas de oxígeno reaccionado, sino que disfruta del acabado uniforme, concreto, teniendo como material a un hierro casi perenne, resiliente. Lo que el pueblo tangible demanda comienza a cumplirse, y en ese pueblo poliscópico descansa una línea unificadora en el que todos se pueden adjetivar, más allá del espacio político al cual adscriben, como trabajadores.

El 8 de marzo, las mujeres, sin banderas partidarias pero con una clara oposición a un gobierno machista, patriarcal y ofensivo, llenaron las calles junto a diferentes sindicatos que se sumaron, y miles de mujeres “sueltas”, sin filiación partidaria, cercaron al gobierno.

Segundo hecho político: cuando el ejercicio de la memoria obstaculiza al olvido

La seguidilla del Marzo resistente, se completa con la marcha por la memoria, la verdad y la justicia que, más allá de las parcializaciones al interior de la movilización y las dos marchas en el mismo día, las mismas se realizaron sin mayores incidentes entre las decenas de agrupaciones que concurrieron y dieron una muestra contundente de un posicionamiento ideológico y político que confronta con otra parcialidad, en este caso protagonizada y motorizada por una minúscula porción de ricos oligarcas que, ante lo incontestable del genocidio efectuado por aquellos que apoyaron entre el 76 y el 83, intentan reflotar la teoría de los dos demonios.

El 24 de marzo, luego de que el presidente no acudiese a ningún acto oficial y solo se limitase a twitear o subir al Facebook un fragmento del prólogo de Sabato del Nunca más; luego de las declaraciones de varios funcionarios abonando la teoría de los dos demonios, después de haber partido el jefe de Estado a un viaje oficial a Holanda -donde la hija de un funcionario de la dictadura funge como reina (¡Todo un símbolo oculto para su propia elite!)-, los diputados del PRO difundieron una imagen provocadora y escenificada en un salón del Congreso Nacional con dos cárteles que decían: “Nunca Más a los negocios con los Derechos Humanos” y “Nunca Más la interrupción del orden democrático”. Más allá de lo provocador e insidioso de los carteles, llama la atención el eufemismo para referirse al sangriento golpe de Estado que inauguró un genocidio en Argentina. No fue solo una terrible y condenable interrupción del orden democrático, ya grave, sino que fue un genocidio de 30000 personas sin ninguna de las garantías de un Estado de Derecho. Si interrumpir el orden democrático por medio de un Golpe de Estado es condenable, mucho más lo es que ese Golpe guarde en su interior la imposición de una miseria planificada solo realizable con el exterminio de 30000 personas que se oponían a su implementación.

La respuesta a esa foto solitaria de treinta o cuarenta personas (¡o cincuenta si quieren!) fue un acto masivo con cientos de miles de personas del pueblo. No quiero extenderme en este artículo sobre los alcances y pertinencia del uso del vocablo pueblo, solo citaré a la apreciación que Dussel hace de ese colectivo. Si entendemos al pueblo como el Bloque Social de los Oprimidos, podemos entender al pueblo como una categoría política y no económica (en la cual cabría definir a ciertas masas que también son parte de ese Bloque Social en tanto “Clase”). El Pueblo, nos dice Dussel, es el “actor colectivo de la crisis”, y la Clase, termina siendo el actor colectivo determinado por el capital dentro del trabajo asalariado, sin comprender a inmensos contingentes de trabajadores en potencia que son expulsados al subsuelo de la sociedad [2). Si entendemos como pueblo a ese Bloque, todo lo que circule por fuera de ese extenso, mosáiquico y policlascente espacio, solo puede definirse como antipueblo.

La política de la abnegación o el respeto por lxs compañerxs

Tercer hecho político: cuando la patria es realmente el otro

Yendo al tercer hecho en cuestión -compuesto por dos acciones políticas a los que ya me referí como contundentes, y que vuelvo a denominarlos así so riesgo de reiterarme-, quiero desarrollar una cadena de pensamientos en la que parto desde un lugar crítico -por el cual expondré mis razones- y finalizo en un lugar encomiástico.

El razonamiento no fue tan fluido como puede deducirse de la lectura de este artículo, sino que fue mediado por el paso del tiempo -corto, pero paso del tiempo al fin- y la charla con compañerxs. En ese sentido, una vez más vale la pena afirmar la importancia que tiene la discusión política a fin de enriquecer las miradas. La criticidad no solo puede esgrimirse frente al adversario político -al cual hay que identificar y que durante marzo comenzó a completar su rostro hecho de cientos de piezas que encarnan, cada una de ellas, una nota que resalta en la inmensa agenda que conforma el vasto grupo del pueblo que articula una cierta cantidad de demandas en común [3]-, sino que es necesaria desplegarla sin tabúes al interior del movimiento popular de oposición al macrismo, ya que su práctica enriquecerá el accionar previo a la conformación de una alternativa electoral que enfrente en las urnas a la debacle nacional propiciada por la corta, aunque poderosa, alianza oligárquica que tiene como cara visible a Mauricio, que es Macri.

El resultado de ese devaneo interactivo descrito en el párrafo precedente se puede narrar ya no en esos dos hechos, sino que se puede evaluar mejor a partir de dos imágenes de esos hechos: una fija -una foto- y la otra declamada en una sucesión de imágenes en movimiento -un video-. En la primera, aparece un compañero como el “Cuervo” Larroque, mojado hasta el tuétano, abnegado, despojado de fueros y sin custodios, siendo parte del pueblo que han convocado las Madres para efectuar una Marcha de la Resistencia que había dejado de realizarse un 29 de enero de 2006, siendo Néstor Kirchner presidente.

La Asociación Madres de Plaza de Mayo, que tiene como figura preponderante a Hebe de Bonafini, había dejado de ver a un enemigo en la Casa Rosada y ya no marchaba 24 horas seguidas. Ahora, el enemigo, más explícito que nunca, más pornográficamente que lo jamás se expuso en la historia argentina, se erigía como gobierno y se regocija en retomar la agenda para imponer la miseria planificada y retrotraer la política de Derechos Humanos al prekirchnerismo. No fueron muchas personas y terminó siendo una marcha de una parte no desdeñable del Kirchnerismo y, sobre todo, de La Cámpora, pero una parcialidad al fin.

Esa imagen de un dirigente de primera línea sacrificándose es la primera de una consustanciación en la que se puede apreciar una mistura de política y sacrificio que tiene mucho de peronista en su base de ideología motriz, energética: el peronismo, mucho más que un partido político, es un movimiento espiritual (cristiano) y humanista; ergo, La Cámpora, humanista y espiritual a través de su práxis política, es peronista. Pero además -para completar el vademécum del quehacer peronista- es comprometida y compañera, integrada por la entrega tanto de sus dirigentes como de sus militantes en un accionar que, en principio, a mi parecer, me pareció sacrificial, pero que termina siendo por definición axiomática, la actitud correspondiente -más allá de lo conveniente o no de tanto despliegue de inmolación- a una agrupación peronista que prioriza la lucha por una Argentina inclusiva, latinoamericanista y popular.

La crítica estriba en la apreciación de un posible desgaste que -meses más o meses menos- se sumará al desgaste habitual de un largo año electoral. El espíritu de la política sacrificial de La Cámpora volvió a repetirse este vertiginoso y movilizante 24 de marzo.

Lxs compañerxs de La Cámpora escogieron hacer una peregrinación -sé que no todxs estarán de acuerdo con esta conceptualización de la marcha, pero insisto en denominarla así por dos motivos: primero que no la doto de ninguna connotación peyorativa, sino que por el contrario está cargada de un componente del que carecen los organismos partidarios tradicionales: mística y, por ende, un alto compromiso de talante afectivo y espiritual; y segundo que lo hacen porque tienen fe, lo hacen porque creen, no porque los obliguen.

Esxs militantes caminaron 14 kilómetros en los que fueron fotografiados y filmados desde cientos de balcones, han cantado hasta quedar roncos, han caminado hasta sentir los gemelos agarrotados, han marchado con abnegación hasta llegar a La Meca de la política vernácula: la Plaza de Mayo. Veinte cuadras de personas. Pongámosle que se exagere el número y que el mismo se situé en la injusta mitad; pongámosle que fueron diez cuadras de columna y 15 mil compañerxs en lugar de los 25 mil que dice la organización: el número sigue siendo mucho más alto que cualquier otra organización política; solo los sindicatos pueden movilizar tal número. Imaginen, tan solo por el hecho de imaginar, si los protagonismos dieran lugar a la concordia y a la articulación política con grandeza por parte de cuadros que incorporen una visión de estadista.

Muchxs compañerxs, tanto de La Cámpora como de organizaciones afines, e incluso yo, en una mirada de rápida, ineficiente y estrábica apreciación, pensamos que en ambas ocasiones -la de la foto del Cuervo en la marcha de la resistencia y la de la caminata de las 140 cuadras largas- la política de la inmolación solo desgastaba a lxs compañerxs, lxs inscribía, y acaso licuaba, en un ejercicio político ineficiente.

Esa apreciación, creo ahora, es parcialmente incorrecta y con ciertos visos de gorilaje. En primer lugar, supone que todxs lxs participantes de ese inmenso viborear del río humano fueron conminados a hacerlo y, dos puntos, o fueron por el pancho y la coca o los obligaron: nada más lejano de la realidad. Esxs pibxs -y muchxs no tan pibxs que quiero y conozco- lo hicieron porque creen, porque tiene fe. En segundo lugar, la reafirmación de la pertenencia a un espacio político es refrendada de manera camaraderil por todos los actores internos de la agrupación, lo cual refuerza a su interior el sentido de pertenencia. En tercer lugar, es integrada por sus cuadros dirigentes en una forma de circulación de avanti horizontal: no hay tarimas ni coches: todxs marchan en igualdad de condiciones. En cuarto y anteúltimo lugar, aunque podríamos agregar muchas otras fortalezas, se halla el claro y eficiente mensaje político que erige a la agrupación como la fuerza más convocante -aunque no necesariamente la única y la más lúcida (a veces lo es, y a veces no -no se enojen compañerxs-)- del kirchnerismo.

Por último, el ítem más importante y que me ha llevado a escribir este breve ensayo obedece al respeto y al agradecimiento del esfuerzo de otrxs. Puedo evaluar (mejor que criticar) desde la misma plaza a la que ellos llegan, puedo evaluar críticamente desde la misma plaza a la que fui unas horas el día de la marcha de la resistencia, pero el acontecimiento real que se desprende de la foto del “Cuervo” caminando exhausto con un improvisado pilotín plástico o la bikilométrica columna que atravesó todo el territorio más reaccionario de la patria, hace que, a mi parecer, lxs  compañerxs de La Cámpora -agrupación a la que no pertenezco y a la que no creo llegar a pertenecer en un futuro inemdiato- aparezcan como compañerxs que tienen algo que muchxs de los integrantes de este pueblo argentino, entendido como Bloque Histórico Social, no llega a consolidar -no es que no la tenga subyacendo en su fuero íntimo, sino que lo tiene que educar- y que puede traducirse al campo de la política como una mezcla de formación teórica, compromiso partidario vertical y, lo más importante y que los convierte en indefectibles sujetxs peronistas, una fe inquebrantable que mediante el compromiso del alma y el cuerpo -el que ellos ponen y, en definitiva, yo mezquino un poco- se ofrecen con espíritu de sacrificio a esa entelequia que intentan -intentamos- moldear y que se llama Patria.

No hay mucho más que decir en este ensayo-excusa. Lo denomino ensayo-excusa porque en su interior y en su vocación principal no se esconde más que un agradecimiento a lxs compañerxs de La Cámpora que han demostrado algo no solo al establecimiento (no uso más el vocablo anglosajón stablishment) político, sino a todxs aquellxs compañerxs que a veces dudamos de la sana obcecación y la exposición del cuerpo y el alma a la hora de comprometerse con un proyecto de país.

Sin duda, ese sacrificio que en principio criticaba por horadar la carga energética en un año electoral, termina configurándose como el reaseguro desinteresado de una inmensidad de compañerxs que más allá de sus diferencias -que bien pueden ser ensayadas en otro laburo- con el resto del campo popular -léase Pueblo- una vez más nos dicen a todxs sus compañerxs que ellxs están dispuestxs a poner el cuerpo y el alma para recuperar a la Patria del estado de secuestro en que se halla. Ningún sector afín al peronismo debería transitar indiferente ese accionar político y, en tanto una suerte de carta abierta a mis amigxs y afectxs de La Cámpora, no puedo dejar de deslizar mi admiración, respeto y un infinito cariño consustanciado con el amplio proyecto político que ellxs bancan. No obstante, no puedo, tampoco, dejar de pensar que sería bueno unificar estrategias que dosifiquen con astucia las acciones políticas, y que cuanto más articuladas sean estas, más cercano se vislumbrará el horizonte del triunfo.

Las cartas, el género epistolar en su totalidad, generalmente se cierra con apelaciones a futuros encuentros, a la dimensión del cariño experimentado y a fórmulas de rigor que se imbrican en articulaciones discursivas que enfrían el sentimiento real con el cual uno saluda a aquellxs que quiere y admira. Vaya pues, un abrazo inmenso y mi afectuosa ponderación como corolario de esta extensa excusa casi carta. Gracias.

1 – Extraigo el concepto de Miseria planificada de la Carta abierta de Rodolfo Walsh del 24 de marzo de 1976. Ese mismo concepto, lo han tomado algunas organizaciones de Derechos Humanos (HIJOS, por ejemplo), transformándola en consigna dotada de vigencia.
2 – Dussel, Enrique: 20 tesis de política. Siglo XXI editores. México. 2006. Pág. 87.
3 – Laclau, Ernesto: La razón populista. Fondo de Cultura Económica. Página 9.

RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).