Brasil: crece el número de ocupaciones
Por Guilherme Boulos*
Don Pedro, que podría llamarse José, Luis o Juan, trabajaba como operario de la construcción civil. Sentía hasta un poco de orgullo cuando prendía la TV y escuchaba que “la industria de la construcción creció otra vez”. El futuro, creía, le pertenecía. A pesar de no ser mucho, el salario y la oferta constante de empleo hacían la vida menos inestable. En secreto, hacía planes de salir del alquiler, comprar un terreno y construir su propia casa, en la periferia de San Pablo. Sus hijos iban a la escuela, su compañera también estaba empleada. Sabían que sus sueños no eran tan intangibles, por eso soñaban.
Pero el noticiero cambió. Don Pedro percibió que las obras disminuían poco a poco. Él escuchaba aprehensivo la secuencia de escándalos que involucraban empresas para la cuales había trabajado. Algo se le iba de las manos. Mes a mes la cantidad de ayudantes, albañiles, carpinteros, herreros y armadores desocupados aumentaba. Don Pedro, vivo y curtido por años de escasez en el pasado, sabía que una crisis podía estar aproximándose al acompañar, desconfiado, el impeachment de la presidenta electa. A Don Pedo no le gustaba mucho la política, pero presentía que de eso no vendría nada bueno. Dicho y hecho, don Pedro.
Primero su compañera, doña María (que podría ser Lourdes, Aparecida, Fátima) fue despedida cuando sus patrones “fueron obligados” a ponerla en blanco. “Costaba mucho”, decían. Doña María que aguante el peso, que pague la cuenta de la crisis. Después, él mismo, don Pedro, al cabo de terminar una obra también perdió el empleo. Algo le hacía presentir que no conseguiría otra changa tan rápido.
Pagó el alquiler de aquel mes y se atrasó los próximos. Dependía de la ayuda de la familia de Doña María para alimentar a sus hijos. Recibió una orden de desalojo. Desesperación.
Don Pedro y Doña María son parte del gigantesco ejército de las víctimas de la austeridad. En el primer trimestre de 2017, alcanzamos el 13,7% de desempleo en Brasil.
Son más de 14 millones de Pedros y Marías sin la posibilidad de pagar el alquiler, por ejemplo. En el mismo período del año pasado teníamos menos de 11%. Lo que significa más de tres millones de desempleados creados en sólo un año. ¡Pidan el Guinness para el gobierno Temer!
En el Gran San Pablo, región de mayor poder económico y que ya atrajo millones de personas por la capacidad de generar empleos, la tasa es aún mayor: 18,5%. Y no sólo el desempleo asusta: la renta de quien trabaja también cayó mucho, tanto para quien hace changas como para quien es asalariado en aquella región. En un año, entre febrero de 2016 y 2017 los primeros perdieron 7% y los segundos más del 11% de su poder adquisitivo. Aún así, Miriam Leitão (N.E. Periodista de O Globo) se atreve a decir a don Pedro todas las mañanas que “lo peor ya pasó”.
Pero de tanto apretar el zapato, los dedos salen para afuera.
En una de esas mañanas mentirosas, don Pedro escuchaba barullo. Parecía que sucedía algo en aquel terreno abandonado en frente de su casa. Fue a ver y se deparó con un vaivén frenético de gente colocando palos en la tierra, estirando plástico negro, cavando, construyendo. Él sabía de qué se trataba. Ya había visto aquella escena muchas veces en el pasado. El pueblo ocupaba el terreno baldío que hasta entonces sólo servía para acumular basura. Don Pedro no quería ocupar, lo envalentonó doña María: “¡¿te vas a quedar ahí esperando a ser desalojado y llevar a los chicos a la calle?! ¡Si vos no vas yo misma armo nuestra casilla!”.
No es por elección que miles de familias ocupan terrenos abandonados en Brasil.
Para protegerse de la especulación inmobiliaria, de las humillaciones diarias, del riesgo de inundación o de la mordida implacable del alquiler, las ocupaciones crecieron aún en tiempos de crecimiento económico. En 2013, por ejemplo, después de las manifestaciones de junio, decenas de ocupaciones se esparcieron por la ciudad de San Pablo y otras tantas por Brasil. El desempleo estaba en torno del 5%. En un escenario explosivo que une desempleo récord y contrarreformas que agravarán la crisis social, no se pude esperar que el pueblo vaya a vivir pasivamente debajo de un puente en el futuro.
No por casualidad el MTST realizó tres ocupaciones en la región metropolitana de San Pablo en la última semana.
En Guarulhos, en este momento, son más de 3 mil Pedros y María debajo de la lona negra. En la zona sur, región del Jardim Ângela, hay más de mil. Y por ahí va.
En diversas capitales la demanda aumenta. Diariamente llegan pedidos para ayudar a organizar una ocupación en algún rincón del país. Con desempleo y baja del poder adquisitivo, crece la desesperación por la falta de alternativas, pero junto con ella crece también la disposición a resistir. Es que por cada Michel existen miles de Pedros y Marías que se levantan para prender la mecha. ¿Alguien tiene dudas?
* Líder del Movimiento de Trabajadores Sin Techo y referente del Frente Pueblo sin Miedo. Publicado originalmente en Midia Ninja.
Traducción: Santiago Gómez