Dos de cada tres, por Manuel Saralegui
Si empiezo a desconfiar de mi suerte
estoy perdido,
pues tengo ideas
cada vez menos atrevidas.
Son tiempos difíciles para el pueblo argentino, son tiempos difíciles para la militancia popular. Los resultados electorales demostraron la potencia política del kirchnerismo y sobre todo de Cristina, que en la Provincia de Buenos Aires le ganó a la suma del poder total macrista tan solo “con un celular”. Pero no hubo “cristinazo”, como anunciaban esas malditas encuestas que siempre nos descalibran. El gobierno no se cayó a pedazos electoralmente. En algunos lugares creció, en otros se achicó. Cambiemos no descolla, tampoco implosiona. Y nosotres lo mismo. El resultado general entre las fuerzas populares y las fuerzas neoliberales quedó, digamos, empatado. Gobiernan elles y se sostienen; pero acá estamos nosotres, aguantando los trapos, y somos número sólido. El escenario está abierto.
Lo ha dicho CFK, dos de cada tres bonaerenses y dos de cada tres argentines han dicho que NO al ajuste, NO a este programa económico. Lo que no hemos logrado, y de esto se tratan las mayorías, es que esos dos de cada tres digan que SÍ a algo. Una mayoría debe ser afirmativa, y para eso nos falta.
¿Qué hacer entonces ante la sensación de que con lo que somos “no alcanza”? ¿Qué tipo de estrategia política debemos darnos de acá a octubre y más allá para construir poder popular? ¿Cómo se hace para ampliar? Algunas voces ya declaman: el peronismo debe continuar su proceso de renovación, tiene que volver Massa, hay que abrir el juego. Mismo Cristina en su carta pública a les votantes afirma: no estamos debatiendo el 2019, para eso ya habrá tiempo, y todes van a poder jugar.
Ustedes sabrán, somos peronistas y nos encanta la rosca del PJ. Es importante, necesaria e incluso apasionante. Ahora bien, no seamos mamertes y que este giro táctico no nos haga desaprender todo lo que aprendimos de 2016 hasta acá: las respuestas no están en la política sino en la sociedad. El poder se construye mucho más en los barrios, en las escuelas y en las fábricas que en los consejos deliberantes, los consejos directivos, los secretariados estratégicos y (sobre todo) los paneles televisivos. No volvamos a pensar en la unidad dirigencial del PJ como respuesta a nuestros problemas, esa es la idea menos atrevida del mundo. LaPolíticaOnline no tiene la respuesta a nuestras penurias.
Cristina ha lanzado una consigna potente: hay una mayoría social que busca una mayoría política. Sin embargo, no debería entenderse eso únicamente como un llamado a la “unidad” de las dirigencias anti-neoliberales (aunque también lo es), sino más bien como un llamado a la politización del rechazo al ajuste. Lo que dice la compañera es: el macrismo no saca 50 puntos, no es hegemónico, no construye una mayoría; por lo tanto hay excelentes condiciones sociales objetivas para construir y articular nuestra mayoría popular. Pero esa mayoría no existe aún, porque sólo existirá en tanto sea articulada políticamente, cuando sea afirmativa. No desconfiemos de nuestra suerte, ni perdamos la brújula.
¿Existen les ajustades?
En estos meses de construcción de la unidad ciudadana hemos hecho un enorme esfuerzo por entablar un debate con la sociedad sobre un eje central: el ajuste. Hemos escuchado y hablado con les ajustades. Eses que están peor que en 2015: el/la obrere que suspendieron, el/la trabajadore textil que rajaron, el/la kiosquere al límite de la quiebra, les jubilades de la mínima que no llegan a fin de mes, les que se quedaron sin pensión, las PyMes que no venden. En fin, los problemas de la gente. Y sin embargo…
Una lectura fría del mapa de las PASO muestra que a grandes rasgos las preferencias electorales no han cambiado. En otras palabras: por mucho que se haya sacudido la Argentina desde que gobierna Macri, los votos quedaron relativamente fijos. De 2015 a 2017, todo suma cero. Les kirchneristas son kirchneristas, les macristas, macristas y la ancha avenida del medio que vive en ese eterno parece-que-desaparece-pero-sigue-allí.
Entonces, aunque suene polémico, debemos asumir que les ajustades (aún) no existen. No porque no haya gente ajustada, sino porque no hay conciencia-de-ajustade o subjetividad-de-ajustade. No existe Juan Ajustado o Romina Ajustada, sino que existen Juan y Romina que están peor o mejor que hace dos años (probablemente peor), pero que siguen pensando y mirando el mundo con un prisma bastante similar al de fines de 2015. ¿Recuerdan ese chiste de Paz y Rudy de principios de 2016, donde un personaje decía “No me hice kirchnerista ni con Néstor ni con Cristina; me hice kirchnerista con Macri”? Bueno, esa persona no existe.
¿Eso quiere decir que el ajuste no existe? Ni mamado. Pero sí es importante comprender que el dolor y el rechazo al ajuste neoliberal que vivimos (y que seguirá profundizándose) sólo podrá transformarse en potencia popular en la medida en que sea elaborado.
¿Qué sujeto para la unidad ciudadana?
Eduardo Rinesi, en un reciente foro, hacía referencia al temita este de las mayorías:
"Las mayorías no están allí a la espera de la interpelación que las interprete tal como son, entre otras cosas, porque tal como son no nos gustan. Las mayorías deben ser parte de un trabajo de construcción que debe apelar a nuestros mayores talentos, a nuestras mayores capacidades analíticas, a nuestros más democráticos principios, y a una fuerte vocación de diálogo con esos ciudadanos que integran esas mayorías a construir que no son las mayorías que están allí sino esas a las que tenemos que terminar de convencer, empezando por convencernos a nosotros mismos de que el mundo puede ser diferente, porque así como es, es un escándalo".
El contexto en el que construimos política popular es el del ajuste, y sabemos que se profundizará. La unidad ciudadana y Cristina en particular se han posicionado de forma profética y en solitario en la defensa contra el ajuste. Nos anclamos ahí, porque alguien tenía que defender a la sociedad y acompañarla en defensa propia. Eso nos da coherencia y nos abre posibilidades políticas para construir una mayoría.
Cambiemos ya tiene su sujeto, su minoría intensa. Sería una suerte de sujeto gorila-aspiracional-antipolítico, que combina odio de clase, optimismo por un futuro venturoso, individualismo silencioso, rechazo por la política y el conflicto. ¿Y nosotres? El desafío por venir es construir el sujeto de la Unidad Ciudadana. Que no es simplemente un kirchnerista, una peronista, un jóven, un kuka. Debe ser más que eso.
La unidad ciudadana debe irse anclando en valores de sentido común argentino a defender (porque seguimos a la defensiva, no se olviden): el trabajo, la familia, el orden, la libertad, los derechos universales. Porque una mayoría siempre es “por la positiva”. Una mayoría antimacrista no existe ni puede existir, en todo caso hay una no-mayoría macrista. Hay que darle contenido afirmativo a la Unidad Ciudadana.
La canción sigue siendo la misma: TENEMOS QUE POLITIZAR EL AJUSTE SOCIAL. Si la política es conflicto, entonces politizar es nombrar un conflicto. Eso hicimos en 2016 con el tarifazo. El macrismo decía: en el tema tarifas no hay conflicto, es un problema matemático en una planilla de excel. Hay que aumentar porque los números no dan. Pero entonces Cristina se plantó aquel 13 de abril en Comodoro Py y dijo que no. Que esas tarifas no se podían pagar, que había que debatir los derechos ciudadanos contra la rentabilidad de las privatizadas. Nombramos un conflicto, politizamos el ajuste, lo desnaturalizamos. Desarticular y rearticular por la positiva. Si el gobierno no se hace cargo del presente, nuestro desafío es mostrarle a la sociedad de qué maneras concretas podemos devolverle el futuro.
¿Y el peronismo?
En octubre hay que hacer todo por ganar. No sobra nada. Cristina y Taiana convocan a una campaña ciudadana, le piden a cada une que se sienta tocado en el corazón por nuestro proyecto político que salga a la calle, que milite su cola del supermercado, que vuelva a la cena familiar a ver si rasquetea un voto, que trate de persuadir un randazzista, de gomear a un compañero de trabajo, de pegarse unos cartelitos. Sin embargo, y también, la Unidad Ciudadana juega fuerte a la política dirigencial.
La carta que escribió a Cristina a los y las votantes opositores en la Provincia de Buenos Aires no está apuntada a la dirigencia política, pero sí contiene un fuerte mensaje por ahí. Dice en un párrafo clave que ella está dispuesta a iniciar una nueva etapa que contemple todas las sensibilidades opositoras. Les dice: acá el tema no es el 2019, es el 2018. No quiero ser “La Jefa” de nadie, sino una compañera más, que debata y construya una mayoría política que frente el ajuste y devuelva el futuro a les argentines.
Cristina pide un voto de emergencia, y se ofrece como vehículo para frenar el ajuste. Y aunque Massa, Randazzo, Schiaretti, Das Neves (y sus votantes) hagan oídos sordos, tarde o temprano habrá que enfrentar el dilema de la época: populismo transformador o neoliberalismo devastador. Si querés ser opositor a Macri, vas a tener que hablar con Cristina, que podrá ganar o perder en octubre, pero expresa la más fuerte de las sensibilidades opositoras. Y si no, siempre te podés pintar de amarillo. Algo de eso viene diciendo el Coqui Capitanich: la centroderecha ya existe y está gobernando la Argentina. Hay que ser otra cosa, que es lo que está siendo Cristina.
Las sensibilidades opositoras
Existen muchas sensibilidades opositoras. La kirchnerista es una; y hacia adelante habrá que salir sin miedo en búsqueda de otras. Sin resignar convicciones, debatir temas como el orden y la libertad. Sobre esto último Cristina ha hecho gran énfasis, asumiendo una agenda de liberalismo político que no estaba en el mapa conceptual e ideológico de la militancia, y nos sigue costando. ¿Podemos incorporar nuevas miradas y escuchas? ¿Estamos dispuestos a construir una mayoría nueva? ¿O nos dedicaremos a sobarnos el lomo diciendo que somos les mejores y que Macri va a caer porque es un gato muy muy malo y entonces vamos a volver porque somos les mejores? No se trata de hacer autocrítica, sino de ser mejores, para representar mayores porciones de nuestro pueblo.
Ahora bien, sumar sensibilidades opositoras no es ceder posiciones. La entrevista de Cristina con Novaresio fue entre otras cosas un testimonio de que Cristina podrá hacer autocríticas, podrá conceder cuestiones formales (la banda, el tono de las cadenas), pero de ningún modo retrocederá ni un solo paso en las convicciones con las que gobernamos durante 12 años. Cristina, nuestro genio amor, no afloja, y encima te mete un acto por día. No aflojemos nosotres tampoco, que falta poquito y cada esfuerzo nos acerca un pasito más a la victoria.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).