Salvador Sanz: “El Eternauta demuestra que hay ciencia ficción en Argentina”
Por Leonardo Olivera
Agencia Paco Urondo: ¿Qué lee hoy Salvador Sanz?
Salvador Sanz: Últimamente poca literatura, siempre leí mucho pero estoy medio desactualizado. Trato de leer mucha historieta de acá, que por suerte hay un montón, entonces a la hora de seleccionar intento comprar cosas que ya estén testeadas. Leo algo de manga y siempre estoy curioso a ver qué cosas nuevas hay.
APU: ¿Qué autores seguís?
S. S: Ahora estoy leyendo a Junji Ito que hace mucho manga de terror, pero tiene muchísimo material, asi que capaz leo cosas que pienso que son nuevas pero tienen como diez años. Después a otro que sigo es a (Takehiko) Inoue con Vagabond. El problema con estas obras es que son interminables, vos podés estar 40 años leyendo la misma serie y no la terminan, entonces pedís por favor que no les pase nada o que no se mueran y te dejen ahí.
De acá intento leer todo lo que puedo, mucho pido prestado. Cada tanto compro algo europeo y de Estados Unidos. Lo sigo a (Mike) Mignola, antes también leía a Charles Burns. Pero no me gusta mucho el comic mainstream, de superhéroes tipo Marvel o DC.
APU: ¿Creés que el universo Hellboy de Mignola tiene bastante que ver con tu literatura?¿Por eso lo seguís?
S. S: Es verdad que estoy emparentado con la temática de Hellboy, medio de terror, tipo lovecraftiana, pero la verdad es que lo que me gusta es cómo narra, su manera de contar.
Lo que me gusta en realidad es seguir autores, digo, la temática samurái no me interesa, pero Inoue narra espectacular, por eso la compro. Lo mismo me pasa con Mignola, me encanta como cuenta.
Es verdad que hay muchos de los que trabajan con él que son espectaculares: están los Fiumara (Max y Sebastian) y también (Duncan) Fegredo, sobre el que tuve algunas discusiones con amigos. Porque hay muchos que dicen que Fegredo dibuja mejor. Eso si llamás dibujar mejor a poner muchas rayitas, a cargar más. Lo que pasa es que Mignola llegó a un nivel de síntesis con el dibujo que muchas veces parece que se tira a chanta, pero con cuatro líneas y dos planos te hace una composición, me hace acordar a Pratt en ese sentido, otro fuera de serie.
APU: Volviendo a la historieta argentina. Nuestra tradición es bastante rara, hay autores espectaculares pero más allá de alguna excepción casi no hay géneros “tradicionales” como superhéroes, terror, etc.
S. S: Creo que eso pasa sobre todo hoy en día porque hubo una escuela. Hubo experiencias como la de Skorpio (revista de antología de Editorial Record) que tenía una fantástica, un western, una de ciencia ficción. Pero es verdad que no hay tanto. Lo que sucede es que tenemos una obra, va a ser una obviedad pero, que es El Eternauta que nos marcó y después de eso ya está. No hace falta hacer mil libros. Esa es la obra y es ciencia ficción. Y para muchos, entre los que me incluyo, es el clásico por excelencia.
Me parece que eso es una herencia y una obra que dice que hay género. Después, es verdad que no hay tanto, está Juan Jiménez (El cuarto poder, Ciudad, La casta de los Metabarones) y las sagas de (Juan) Zanoto (Barbara, Tagh El Guerrero del Ocaso).
APU: Ricardo Barreiro siguió un poco por esa línea, ¿no?
S. S: Barreiro siguió, sí. Con Solano López hizo Slot Barr y algunas otras cosas, pero para mí sin la profundidad que tuvo Oesterheld. Ahí el humanismo que tenían los personajes era impresionante.
APU: Más allá de historieta, ¿leés ciencia ficción?
S. S: Leí mucho de chico. Primero los clásicos: Asimov, Clark, Bradbury y algunos otros. Después llegué a Philip K. Dick y ahí me explotó la cabeza. También exploré algunos más modernos pero siempre vuelvo a Dick. Conecté mucho con ese universo. Lo leí de chico y me quedó como esas cosas que leés de chico, me marcó. Debo haber tenido 11 años cuando lo leí por primera vez, muy chico para ese autor y lo entendí como podía a esa edad, pero me acuerdo que me impresionó muchísimo.
APU: De alguna forma tanto Philip K. Dick como Oesterheld rompen el género.
S. S: Sí, usan el género como plataforma para hablar de algo más. El género termina siendo una excusa.
APU: Eso pasa también mucho en tu obra. No volvés a los grandes temas del género, sino que te escapas de ahí para hablar de otras cosas. ¿Cómo elegís de qué hablar?
S. S: Es raro eso, el tema sale de forma natural. Por ejemplo, cuando hice El Esqueleto, yo quería hacer una cosa de horror posapocaliptico y retomar unos personajes viejos. Me habían pedido que haga una historia de zombies y yo estoy medio harto de los zombies, por lo que traté de buscarle una vuelta. Ahí apareció todo el tema del vegetarianismo, el veganismo, que están muy en boga en estos tiempos. Es una discusión que parece una boludez pero es fuerte, sobre todo en un país tan carnívoro como el que vivimos. Yo no soy vegetariano ni vegano pero apareció el tema y salió.
Lo mismo pasó con Ángela Della Morte. Yo quería tener un personaje, porque en un momento me di cuenta que no tenía personajes. Que siempre a los personajes se los comía la historia, eran secundarios a ella. Entonces quería un personaje que fuera como un comodín, al que pudieras mandar a todos lados tipo James Bond, al cual detesto, pero que te permite contar cualquier historia. Entonces surgió Ángela y me gustaba que sea un comodín, que no necesariamente fuera siempre una mujer, podía ser un hombre, podía ser todo. Y me encontré con que estaba hablando de cosas de género, de identidad sexual y todo eso me empezó a interesar. Pero la verdad es que yo no dije “voy a hablar de esto”. Van saliendo los temas y uno los agarra. Uno también elije ir o no ir pero tiene que ver con lo que uno tiene en el inconsciente, no con algo planeado.
APU: Hay algo característico de tus personajes y es que no están infantilizados. Son moralmente ambiguos, sexualizados, sin todos los blancos y negros que en general tienen los personajes de historieta.
S. S: Siempre me interesó esa ambigüedad, ese tipo de personajes. Muchas veces veía una obra o una película y me pasaba que terminaba identificándome con el malo porque era el más interesante. Y me rompía las bolas cuando el malo aparecía respirando odio, que hicieran todo tan obvio. Porque tengo claro que todos tenemos un porcentaje de bondad y de maldad y el que es malo no tiene cara de malo.
Lo que pasa es que romper con eso es raro, generás personajes que muchas veces no crean identificación con el lector. Para armar personajes así, me influenció mucho el cine de David Cronenberg, que es un director de ciencia ficción. En sus películas más viejas, como Videodrome o Scanners, los personajes son complejos, casi jodidos, no buscan hacer chistes para tener la complicidad del público.
Con Ángela quise hacer eso, crear un personaje tridimensional que fuera interesante. Me quedaron igual muchas cosas por contar, por explorar de su personalidad. Lo que pasa a veces, es que la historia te lleva para otro lado y vos tenés que seguirla.
Continuará…
Salvador Sanz estará firmando ejemplares en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, este domingo 13 de mayo de 17 a 19 h, en el stand de #ovnipress del Pabellón Azul (K422)