Murió otra mujer tras practicarse un aborto clandestino
Por Lucía Barrera Oro
Fotografía: María José Grenni
Elizabeth tenía 34 años y un hijo. El 13 de agosto ingresó a la guardia del hospital Manuel Belgrano de la zona norte del conurbano bonaerense con una infección en el útero, provocada por un aborto inseguro. Las y los profesionales de la salud de la institución le practicaron una histerectomía de urgencia: junto con el útero, también removieron los restos del tallo de perejil que había usado para interrumpir el embarazo. Luego de la operación fue trasladada a la unidad de terapia intensiva del Hospital Magdalena Villegas de Martínez, un centro de mayor complejidad en la localidad de Pacheco. Allí falleció, a espaldas de los 38 senadores y senadoras que votaron contra la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo el pasado miércoles 8 de agosto.
De acuerdo a datos oficiales, por año, 50 mil mujeres y personas gestantes son internadas en hospitales públicos luego de abortar de manera insegura en la clandestinidad. Se calculan 29 mil abortos por mes, 985 por día y 41 por hora. Desde el regreso de la democracia en 1983 hasta los datos recopilados en el 2016, 3.040 mujeres y personas con capacidad de gestar murieron por intentar interrumpir un embarazo no deseado. En el caso de Elizabeth las estadísticas se entrecruzan: tal como dice el dicho popular “la tercera es la vencida”, logró sobrevivir a dos abortos anteriores pero no al último.
Desde la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir hicieron responsable a María Eugenia Vidal, gobernadora de la provincia de Buenos Aires: “[...] si a usted la alivia el riesgo de muerte de mujeres que desoyen la maternidad obligatoria, no cuente con nosotrxs”, señalaron en un comunicado oficial. “La clandestinidad enfrenta a las personas gestantes a riesgos reales para su salud, saquémonos las vendas de los ojos”, pidieron.
Desde el colectivo Ni Una Menos se convoca a la sociedad a manifestarse desde las 18 horas frente a la Casa de la Provincia de Buenos Aires (Av. Callao 237, CABA) a reclamar por Elizabeth y por cada uno de los femicidios de Estado que ocurran de aquí en más, hasta que sea ley.
Por este hecho, la abogada y militante feminista Luciana Sánchez escribió en su Facebook personal el siguiente texto:
"La clandestinidad del aborto mata, pero también la crisis económica y la devaluación empeoran la clandestinidad. Hace años que no llegaban con tallos de perejil a la guardia, dice la médica que atendió a Liz.
Hace años, el misoprostol era barato y accesible y la información sobre cómo usarlo correctamente no se escondía detrás de ningún eufemismo .
Hace años, el misoprostol costaba el 10 por ciento de un salario mínimo en un contexto de inclusión y expansión del empleo.
Hoy, cierran el ellas hacen, y la magra asignación no alcanza ni para una caja de oxaprost, gastando toda la plata completa.
Por eso vuelve el perejil, y va a volver la sonda, porque no tenemos plata y los abortos no se hacen con el dedo.
En 2001 hubo una crisis muy similar, la devaluación hizo estallar el precio del oxaprost y la muerte por aborto se triplicó en un año, llegando al récord de 400 muertes registradas por está causa. Costo más de diez años volver a reducirla a menos de cien.
Legalizar, si, pero echar al FMI, más que nunca".