"¿Sin agua, sin aire y sin tierra, qué proyecto político queremos tener?"
Por José Cornejo*. Foto de Analía Garelli. Desgrabación de Ana Mársico.
Agencia Paco Urondo: La agenda ambiental tomó de repente un gran lugar. ¿Fue por el Encuentro de Jóvenes de Naciones Unidas y las declaraciones de Greta Thunberg, la joven escandinava?
Florencia Lampreabe: Ha tomado un gran lugar la crisis ambiental y climática porque ya se presenta como una realidad muy difícil de esquivar. Estamos en un momento de urgencia. Antes las alertas sonaban a mensajes “apocalípticos” que se presentaban para mucho más adelante, pero ahora ya estamos viviendo las consecuencias. Y si no empezamos a actuar, en los próximos 10 años la situación se va a volver condicionante para el desarrollo de la vida humana. Las y los pibes más jóvenes están empujando esta toma de conciencia y nos hacen ver que estamos condicionando seriamente a las generaciones venideras. Lo ambiental incluye al humano porque refiere a su modo de vida. Cuando a los sectores populares se les mejora la calidad de vida, esas condiciones son claramente ambientales.
APU: ¿El kirchnerismo se desinteresó del tema durante todo este tiempo?
FL: Nuestra tradición siempre incluyó el tema en la agenda. Perón fue pionero en la instalación de la cuestión, y muchos compañeros y compañeras vienen trabajándolo hace ya mucho tiempo. Por ejemplo, Silvia Révora, una referente del tema que fue funcionaria de la Secretaría de Ambiente durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner e hizo una gran gestión respecto de la protección de biodiversidad y la implementación de la Ley de Bosques que se sancionó en 2007 y hoy cuenta con el financiamiento más bajo de su historia. Hace poco publicó un interesante artículo con propuestas para la agenda por venir. También hay que reivindicar la reciente conformación del espacio “Agenda Federal Ambiental” que se llevó adelante en la Facultad de Agronomía de la UBA y que reúne académicos y científicos de nuestro espacio político que ya hace tiempo se vienen dedicando a investigar temas ambientales.
APU: Tomando como perspectivas a los países más pobres, ¿cómo hacen para financiar lo ambiental?
FL: La tensión entre pobreza y “gasto ambiental” aparace como medular cuando se prioriza la agenda ambiental. Y es fundamental derribar esta tensión porque no hay justicia social sin justicia ambiental. Si bien el discurso ambiental ha sido mayormente instalado en la agenda pública por las ONG, es cierto que esta falsa tensión ha hecho que muchas veces los gobiernos nacionales y populares lo hayan supeditado al desarrollo económico por tener que lidiar con otras emergencias. Lo bueno es que a partir del 10 de diciembre tenemos una nueva oportunidad para compatibilizar estas cuestiones. El desafío es reconocer que lo ambiental está relacionado con lo social y con lo económico. Un claro ejemplo es el rol que han tomado los cartoneros o recuperadores urbanos en la gestion de los residuos. Tenemos que generar fuentes de trabajo con este tipo de políticas favoreciendo la separación en origen y el reciclado, además de que dentro de muy poco el relleno de la CEAMSE va a agotar su capacidad y no vamos a tener dónde enterrar la basura. Es importante comprender que lo sustentable en términos ambientales también puede generar trabajo de otra manera. El otro día en el lanzamiento de “Argentina contra el Hambre” Alberto Fernández habló por ejemplo de las cadenas de valor y las distorsiones de precios y es por ahí donde se pueden encontrar alternativas diferentes respecto de la producción de alimentos.
APU: La soja y la minería son fuente de divisas. Muy importantes para la economía argentina. ¿Cómo se modifica esa estructura?
FL: Eso es verdad. Como país y como región debemos buscar nuestras propias alternativas de desarrollo para poder superar el rol que supuestamente nos asignaría la división internacional del trabajo y a través del cual quieren continuar perpetuándose ciertos sectores de poder. Debemos salir de la condena de ser una economía primarizada o dependiente de actividades extractivas. Necesitamos generar mano de obra y valor agregado, o sea industrializar el país. Obvio que no podemos negar que las divisas vienen de la exportación, pero la búsqueda tiene que ver con las dos cuestiones. Necesitamos avanzar en modelos socioproductivos de transición, la propuesta no puede venir por el lado del dogma. Hay que promover las alternativas desde el Estado y no abonar lo que viene dado por la concentración y el libre mercado. No es sustentable en términos del uso del suelo y del agua, pero tampoco es que provee grandes riquezas respecto de la generación de trabajo y el bienestar social. Hay que ver la situación de los pequeños productores rurales. Hoy la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) nuclea más productores que la Sociedad Rural Argentina. Desde el Estado se puede jerarquizar y allanar los condicionamientos que hoy padecen quienes trabajan desde el modelo de la agroecología. Si se fumiga la tierra, las napas, los ríos, no hay modelo productivo que funcione.
APU: Entonces, ¿recién estamos empezando a pensar una alternativa?
FL: Durante los gobiernos de Cristina (Fernández) y Néstor (Kirchner) hubo iniciativas. Desde agricultura familiar, el Ministerio de Desarrollo Social y el INTA se intervino para apoyar formas asociativas de la economía social o popular vinculadas con este tipo de producción. Se necesita avanzar en el apoyo a experiencias que ya existen. El cinturón hortícola de la provincia de Buenos Aires nos provee gran parte de los alimentos que consumimos pero queda invisibilizado por los intermediarios que absorben la logística, el traslado y la comercialización. Hay alimentos que son trasladados a Buenos Aires y luego vuelven mucho más caros a venderse en comercios y supermercados de su lugar de origen. Eso incrementa mucho los costos.
APU: ¿Y respecto de la explotación de Vaca Muerta? Hay denuncias que genera incluso terremotos.
FL: Y una gran utilización de agua, el petróleo del futuro. Hoy se necesitan nuevas fuentes de energía y a su vez hay que incorporarlas desde una perspectiva que considere la complejidad. Nuestra soberanía energética hoy todavía exige el crecimiento hidrocarburífero pero insisto, en esto tampoco se puede caer en dogmas. Plantearlo en términos de sí o no respecto a Vaca Muerta es hacer una reducción simplista del tema. Hay que evaluar otras fuentes alternativas de energía, qué va a pasar a largo plazo.
APU: El macrismo hizo un intento por desarrollar energías renovables.
FL: Bueno.. la Ley de Energías Renovables se sancionó el último año de gobierno de Cristina y es preciso seguir avanzando en este sentido. En cualquier caso, inclusive en esto de las energías limpias hay analizar el costo e impacto de las inversiones porque siempre habrá intereses encontrados y coorporaciones ávidas de nuevos negocios verdes. Me permito sospechar del ambientalismo de Macri. Por ejemplo en México ya hay movimientos contrarios a los parques eólicos que además de demandar grandes inversiones que solo pueden llevar adelante grandes empresas, estarían afectando tierras productivas. Tener una mirada no compleja es lo más fácil pero no nos va a llevar a resultados ni propuestas superadoras. La perspectiva ambiental viene a poner en el centro de la escena la vida humana, y la calidad de ésta. Lo ambiental no es solo conservación sino que pone en cuestión el llevar alimentos sanos a tu mesa, tener cloacas, el trabajo, la salud, la propia existencia. La conservación ambiental es también estrategia política y económica a mediano y largo plazo. ¿Sin agua, sin aire y sin tierra, qué proyecto político queremos tener?
APU: Toda política está anclada en un sujeto, ¿quiénes van a llevar adelante esta agenda?
FL: Hay que observar con atención de donde proviene la agenda y qué intereses promueven algunas ONG. Hay muchos planteos que vienen desde afuera o con una mirada cosmética que no cuestiona la desigualdad social y económica. Nosotros tenemos el desafío de generar nuestros propios proyectos y no apoyarnos en recetas foráneas. No voy a poner a todas las ONG en el mismo lugar porque muchas han sido clave en la instalación de temas fundamentales de esta agenda pero sí es necesario indagar en experiencias propias para trazar nuestras estrategias de desarrollo nacional y regional. En el caso de Argentina tenemos sujetos sociales muy importantes que vienen protagonizando esta agenda como son los pueblos originarios que están resistiendo el desplazamiento de sus tierras, y de quienes tenemos mucho que aprender en esto de integrar a la comunidad y el ambiente como parte del buen vivir, los pequeños productores y campesinos que trabajan la agroecología, los recuperadores urbanos y los cartoneros que hacen una labor y un trabajo social y ambientalmente sustentable. También está la juventud, por ejemplo los pibes de Jóvenes por el Clima están impulsando una agenda ambiental con perspectiva nacional latinomericanista.
APU: ¿El feminismo tiene que cumplir un rol importante frente al ambientalismo?
FL: No hay un solo feminismo. Lo cierto es que las mujeres vienen protagonizando muchas luchas ambientales y esa relación ya había sido planteada por la corriente de pensamiento llamada Ecofeminismo, que nace en la década del 70, y que también tiene sus debates internos. Históricamente el patriarcado supone una doble subordinación de la mujer y de la naturaleza respecto del varón y la racionalidad productiva y propietaria. Lo mismo ocurre con aquellos valores o tareas asociados a lo femenino como las tareas de cuidado y reproducción de la vida. Por una cuestión cultural y social, las mujeres terminamos absorbiendo el grueso de estas tareas de cuidado y eso hace que tengamos mayor sensibilidad por la naturaleza y el ambiente que influye y condiciona nuestra calidad. En concreto, con el déficit en materia de justicia ambiental ocurre lo mismo que con la desocupación, la pobreza, el acceso a la vivienda: las mujeres lo padecemos más.
* Director Agencia Paco Urondo.