Elecciones en Bolivia: respetar los tiempos, rechazar la injerencia

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Elecciones en Bolivia: respetar los tiempos, rechazar la injerencia

24 Octubre 2019

Por Magalí Gómez y Carlos Godoy*

Es habitual que en Bolivia los resultados definitivos de la elección tarden algunos días en llegar. En elecciones anteriores, el procedimiento fue el mismo: el domingo  de la contienda electoral se dan a conocer resultados provisorios, mientras los votos de las áreas rurales demoran más de tiempo en llegar. La geografía boliviana se caracteriza por tener zonas de difícil acceso: selva, montañas y zonas más alejadas de los centros urbanos que impiden un conteo rápido, a prueba de ansiedades. Así son las temporalidades. 

Además, se desarrolla un cómputo definitivo de votos, que generalmente toma siete días. Todavía el panorama es incierto y se está dirimiendo si se deberá realizar una segunda vuelta o no el próximo 15 de diciembre. Sin embargo, claramente el resultado ya advierte una victoria del Movimiento al Socialismo (MAS/IPSP), cuya mayoría se expresará en la Asamblea Plurinacional. De acuerdo al sistema electoral del país de Túpac Katari y Bartolina Sisa, para que la elección presidencial sea definitiva en primera vuelta, uno de los candidatos deberá obtener el 50 % más uno de los votos a su favor, o más del 40 % con una distancia de por lo menos 10 % de los votos con el contrincante más cercano. De no suceder uno de estos escenarios, la elección presidencial se definirá por balotaje. 

En las últimas horas, el Presidente Evo Morales, que se proclamó ganador por más de medio millón de votos, llamó a los movimientos sociales a defender la democracia de manera pacífica y denunció con vehemencia el desarrollo de un golpe de Estado, articulado por la derecha local con apoyo internacional, ante las operaciones de deslegitimación que se realizan en contra del proceso electoral.

En esa línea,el candidato de la derecha Carlos de Mesa (Comunidad Ciudadana), segundo en cantidad de votos, se expresó públicamente con la clara intención de instalar el relato de fraude electoral, sin presentar pruebas ni respetar los tiempos necesarios para conocer los resultados definitivos. Mesa, quien fue vicepresidente de Gonzalo  Sánchez de Lozada–condenado por ejecuciones extrajudiciales perpetuadas en el 2003 en el marco de la Guerra del Gas-, había pedido primero celeridad en el recuento de votos y luego, al no gustarle los resultados que arrojaban -Evo reelecto en primera vuelta- llamó a la movilización y cuestionó todo el proceso electoral. 

Hubo movilizaciones, acusaciones engañosas, fakenews, quema de instituciones públicas y un escueto paro cívico por parte de sectores que responden a los proyectos electorales de la derecha.  La Organización de Estados Americanos (OEA) no tardó en activar una operación de desprestigio al proceso electoral, y desde su ya habitual y contradictorio lugar de guardiana de las democracias de América Latina, cuestionó fuertemente al Tribunal Supremo Electoral (TSE), autoridad independiente y autónoma que tiene a su cargo llevar adelante el proceso de escrutinio.  

Un detalle importante es que la OEA conforma el sistema de veedores internacionales de las elecciones en Bolivia, y previo a los comicios había señalado que el sistema boliviano era confiable. Ahora parece que ya no lo es. De paso, y todavía sin tener los resultados definitivos, la Misión de Observación Electoral de la OEA recetó la salida a una posible crisis política que, junto a la derecha boliviana, ella misma viene construyendo, al declarar públicamente que la mejor opción será ir a segunda vuelta, aunque los resultados indiquen la victoria definitiva de Evo Morales por más de 10 puntos de diferencia.

 

*Integrantes del Centro de Estudios de Integración Latinoamericana Manuel Ugarte, de la Universidad de Lanús. Conductorxs de Esquina América, radio Megafon, UNLa