El imperio contraataca, por Diego Roth
Por Diego Roth
Fotografía Leo Martínes
Después de sondear la coyuntura latinoamericana podemos concluir en que recrudeció la violencia tras golpe de Estado en Bolivia, volvió lo hardcore a la política internacional; volvieron los 70’.
Una hipótesis aventurada sería que en la región se dio una alternativa al capitalismo imperante. Existió una transformación material, como nunca, en materia política económica y social, dando por resultado una mejora en la calidad de vida de los pueblos de la región. Frente a esto el capitalismo reaccionó con fuego y sangre.
Leandro Santoro, diputado del Frente de Todos, notaba que uno de los errores de los populismos es no encauzar una ética en el consumo, es decir, no interpelar al ciudadano/consumidor planteando que al consumir también podemos hacerlo de manera alternativa a lo que nos propone el capitalismo neoliberal.
La militancia política debe estar a la altura del deseo capitalista para poder ofrecer otros caminos, una nueva ética en el consumo y en la militancia, complejizando los procesos en los que nos aventuran estas experiencias populares y colectivas .
Latinoamérica es el campo de batalla, es el deseo, sus recursos intelectuales y naturales también son el deseo de la hegemonía. Hay que pensar Latinoamérica como deseo y como sujeto colectivo deseante. Las demandas crecen, las demandas cambian, los valores preexistentes liberales vuelven, volvieron o se sepultan por años, sin embargo pululan en sociedades que aún no consiguen una densa identidad colectiva.
El materialismo de la mayoría de los gobiernos populares fue de escala, logró la transformación de millones de latinoamericanos y sobretodo el acceso a usinas culturales y educacionales dónde banderas como el feminismo y el populismo encontraron militancia joven y de capital humano.
Internet y la noción del militante de carne y hueso tanto en redes como en barrios le hace difícil el camino a los anhelos del neocolonialismo. El lawfare dejó de tener fuerza en Brasil y en Argentina sepultó su eficacia dejando atrás toda articulación mediatico-política con el Poder Judicial.
Las guerrillas comunicacionales alternativas y los medios estatales como teleSUR, las páginas de Facebook militantes, el MAS en Bolivia y sus juntas vecinales son un páramo para la lucha anti-imperialista. Por eso el imperio contra ataca, ya no hay softcore, hay hardcore, sólo falta lo gore de México, con el parásito de los carteles narcos que Estados Unidos mediante la DEA plantó en décadas pasadas.
La tarea de AMLO será desarticularlo diplomáticamente. Desde México hacia la Argentina, dos tapones, dos válvulas de contención se erigen, válvulas que a EEUU se les escapan: la plurinacionalidad, la deconstrucción latina, el populismo, las alternativas.
¿Serán esos dispositivos de contrapoder que complejizaron la vida política y cultural de Latinoamérica, serán estas herencias intelectuales las que vuelven a la Casa Blanca tan violenta? Los 60’ volvieron para enfrentar a los 70’.
Jean Luc Melenchon en una entrevista en Radio Madre señalaba la capacidad de movilización del pueblo argentino, su impronta progresiva y disruptiva similar a la chilena. Ya Mark Fisher en su ensayo “Realismo capitalista”, señalaba lo estéril que estaba la juventud de su país, el hedonismo depresivo como síntoma de lo apolítico de la juventud inglesa, la falta de ganas, la perdida de lo colectivo: las ferias, las raves, todo dispositivo colectivo desarticularlo desde los 80’ Thatcherianos.
Latinoamérica es la promesa, por eso recrudece la violencia sobre ella. Latinoamérica como heterogeneidad y deconstrucción mundial, espiritual, plurinacional, jovial, de constante intercambio militante entre militantes latinos que supieron articular en guerrillas comunicacionales al populismo, el nuevo fantasma, el nuevo espectro dónde se refleja el capitalismo actual y el comunismo de mercado chino, ¿por eso el recrudecimiento de la violencia?