Cuándo será tendencia en las redes la discapacidad, por Liliana Urruti
Por Liliana Marta Urruti
Entiendo que el poli-amor, la deconstrucción machista o la separación de la Iglesia del Estado sean cuestiones que dependan de cuánto te sentís, o no, identificado, y que eso te obligue a elegir de qué lado te pones. Lo comprendo y lo comparto. No es el caso de la discapacidad. Tema que amerita estar de un solo lado. El correcto. Lo que me deja a la intemperie en una noche de invierno es la indiferencia. Que no te genere comentario, un corazón o un dedo levantado. Digo indiferencia pero también puedo decir falta de empatía, corazón helado, neoliberalismo puro en el cerebro.
La discapacidad es la elipsis en una oración que deberíamos pronunciar como mantra. “Violación de los derechos de los discapacitados”, “violación de los derechos de los discapacitados”, hasta que de tanto nombrar las palabras derechos y discapacitados salgas como loco a preguntar. Como para empezar.
Y recordando otras épocas a las que, al menos yo, no quisiera volver nunca más, la discapacidad y sus protagonistas somos, en palabras de Videla (el ex dictador Jorge Rafael), una entelequia. Vivimos como definición y como partícipes necesarios en una nebulosa, sin nombre ni apellido.
Pongamos Twitter y sus tendencias, por caso.
El pasado 20 de febrero, por ejemplo, fue primera tendencia #buen jueves; después, #díainternacionaldelgato (esa la comparto, ojo); la tercera, otra vez #jueves. En quinto lugar, después de pasar por chen wins, ocupa lugar destacado #buen día. Algo nos pasa con el jueves. ¿Será un día cábala?¿Será el día anterior a..? ¿Nos habremos dado cuenta de la finitud?
En el lugar veinte, es tendencia #Hola Pau, ¿Será discapacitada Pau? Quiero conocer a Pau, ya. Puede ser el vehículo que acerque la discapacidad a algún lugar en las tendencias.
Los últimos puestos se los disputa #Boudou, el cual permítanme la intromisión jurídica, debería estar en uno de los primeros puestos junto a una imploración a gritos por su liberación. Pero no. La rodilla de Federer (que debe valer millones) importa más. Como si fuéramos nosotros a cobrar su seguro. Entre el puesto 13 y 27, lo esperable: #FMI, #Alberto Fernández, #Aníbal Fernández, #Georgieva, #el fondo.
Si nos importa tanto el jueves y no la discapacidad, si tenemos tantas palabras para darnos los buenos días, a menos que sea el último, y ni siquiera un retuit para destacar la discapacidad, como tema y como problema, cabe preguntarse: ¿Qué nos pasa?
Entonces recordé que ayer una señora en la cola del supermercado, ante la presencia de un discapacitado que habitaba su lugar habilitado en las cajas, puso primera a su carro y aceleró. El changuito amenazador casi vuelca cuando subió la loma de las croc del hombre que ante el dolor solo atinó a abrir los ojos más de la cuenta. Por suerte estaban las cajas, al fin las cajas, para frenar el chango y lograr el primer lugar. Nada nuevo. Pasó lo de siempre, a pesar de algún cartel que orbita minúsculo para ojos con lentes, y no de sol. Respaldada en el silencio cómplice del resto de la fila, pagó y se fue. Justo cuando vio a la vecina del 4C. A ambas les vino como anillo al dedo, quedarse allí, tenían tanto para charlar.
El discapacitado, entre tanto, entró y salió de la farmacia; entró y salió de la fiambrería contigua y ya de regreso, pasó a su lado deteniendo su mirada de ojos bien abiertos, sobre el rostro indiferente de la mujer que gesticulaba sin parar.
Algo que no sabemos nos está pasando.