Payé y Tambor p’al Santo
Fotos: Ramiro Comes
Por Ramiro Comes
Corrientes tiene Payé
¡Así lo dicen con orgullo los correntinos! Cuando uno viaja a la provincia de Corrientes empieza a percibir ese verde exuberante desde el micro. Llega al casco histórico de la ciudad, con su costanera y sus playas besando el Paraná, sus antiguas casas coloniales, lo cual es muy bello pero uno tiene que conocer el Barrio Camba-cuá y su gente para comenzar a comprender uno de los más potentes Payé (embrujo en guaraní) de esta tierra.
En el parque Camba-cuá, epicentro del barrio, todavía se encuentran las barrancas donde los afrocorrentinos bailaban y rendían culto a su santo: San Baltasar. Ese parque enmarcará la fiesta en su honor, realizada por la familia Caballero desde hace 25 años:
Retumba ja noche el bombo de los cambá
La luna es una tambora que bate un son
Tirada tras las barrancas del Parana
Corrientes duerme su sueño color carbón
“Corrientes Camba”, de Edgar Romero Maciel y Alberico Mansilla, resuena en los labios de Gabriela Caballero, quien nos recibe en el patio su casa. Rodeados de mucha vegetación, uno puede observar sobre sus paredes varias esculturas, tambores, murales y, sobre todo, el rojo y amarillo (los colores del santo). Gabi es profe de Danza y artista múltiple: baila, pinta, canta, toca el tambor y, por si fuera poco, es una de las encargadas, junto a sus padres, de la organización de la fiesta de la Cofradía de San Baltasar y directora del grupo Ubuntu. “El año 2019 La cofradía se preparó para los 25 años de EMPODERAMIENTO Y REIVINDICACIÓN de los festejos de San Baltazar” -nos dice con orgullo Gabi – “recuerdo ir de chiquita ,con mis padres, cerca del Parque Camba-Cuá y que en una procesión me llamó mucho la atención que el santo era muy chiquito…”
La festividad estaba a punto de desaparecer. Gracias a la visión de Don Fortunato Roffe, quien convoca a las familias del barrio, es que se realiza esta fiesta desde el año 1994. Dice Gabi: “Roffe convocó, entre otros, a mi padre Osvaldo Caballero y a Tony Cortes, que aportó los tambores para la procesión del Santo. Ese año la fiesta estaba desapareciendo porque no se exteriorizaba, eran reuniones familiares puerta adentro, sin Tambor”. También nos dice que fue el mismo Roffe quien propuso el parque Camba-Cuá como un gran patio para poder celebrar los festejos. Allí, en el 94, se hizo la misa de campaña dando a conocer la religiosidad (católica apostólica romana) del Santo, quien esta canonizado por el Papa Leo IV en el año 506, lo mismo que San Melchor y San Gaspar. Año tras año esta festividad ha sumado de participantes hasta ser una de las fiestas más importantes de la ciudad.
Cofradías de ayer y de hoy
La primera Cofradía de la que hay registros es la Cofradía de San Baltazar y Ánimas en la Iglesia de La piedad, del barrio de San Nicolás, en Buenos Aires, en el año 1776, que luego se disolvería en 1856 pero en Corrientes el culto parece ser más antiguo aún. Las características entre las cofradías de aquella época colonial y las de ahora son muy distintas. Las coloniales fueron impulsadas por la iglesia Católica para evangelizar a los africanos esclavizados y someterlos, aunque nunca lograron del todo su cometido. Esto generaba no poca resistencia, al intentar éstos defender su cultura: entre otras cosas, tenían expresamente prohibido el toque del tambor y realizar sus cantos. Las cofradías en Corrientes, parientes lejanas de la primera, han servido para que los descendientes de esos africanos hayan resguardado parte de su acervo cultural, de sus creencias religiosas y filosóficas, reforzando la manera de percibir a San Baltasar en su dualidad de Santo y Rey, como parte de un concepto filosófico venido del África. Gabriela nos cuenta que “La cofradía de San Baltazar” está integrada por 14 familias: Mónica Ramírez, Elena Encina, Sra. Zeniquel de Godoy, Hipólito Galarza, Willy García, Francisco Torres Ruda, Mauro Santamaría, Verónica Silberman, Marta Zarza de Maciel, José María Sayago, Federico Méndez, Jorge Alegre y La familia Caballero. Agrega que en el año 2019 los acompañó Cepillo Aranda.
Ubuntu y la “Comparsa Camba-Cuá candombes”
La fiesta más popular del Camba-cuá dura dos días. El 5 es el gran encuentro de la cofradía con los tambores mientras que el 6 de enero es el día para la procesión, donde los 14 santos hacen su histórico recorrido desde la Parroquia de Ntra. Señora de la Merced hasta el parque Camba-cuá. Desde 5 de Enero estaba dispuesto el escenario donde desfilarían diversos grupos de música y baile tradicional de Chamamé. Allí se presentó el grupo Ubuntu liderado por Gabriela Caballero, que interpretó “Corrientes Camba” y “Camba-Cuá”, de Sosa Cordero. Cuando el sol baja, se hace presente la energía del santo en el parque: él se mueve mejor en la oscuridad. Los tambores de Ubuntu comenzaban a congregarse, arrimándose a la fogata para templar sus cueros, que es la manera en la que se afinan los tambores de candombe. Mientas tanto, muy cerca de allí, frente a la casa de Uli Gómez (otro de los históricos del barrio) se congregaba una multitud de bailarines y tambores de la “Comparsa Camba-Cuá”.
Francisco Raúl Uli Gómez (38) es el líder de la tradicional comparsa “Camba-Cuá Candombes”. Él nos explica que no es casual la forma plural de la palabra candombes: no sólo tocan candombe afroporteño, afrouruguayo, sino también los distintos toques de Charanda como la de Empedrado y el toque del barrio Camba-Cuá (que es una variación del anterior). “Este toque de Charanda fue implementado por las comparsas de Corrientes hace más de 50 años. Nosotros le decimos Candombe o Charandeado”, nos aclara. Hace tiempo que viene realizando estudios de los toques, los santos y las familias de afrodescendientes que fueron quedando en el barrio. “Me acuerdo de chico ver en la fiesta de San Baltazar una comparsa que se llamaba “Los Dandis” y otra que se llamaba “Los prehistóricos”. Me llamaba mucho la atención, así nació esta pasión por esta fiesta”.
Uli se fue criando entre tambores hasta que comenzó a tocar en las comparsas que iluminan el Carnaval correntino. “Antiguamente se tocaba dos estilos, uno era el candombe o charandeado, y el otro era la marchinha. Con el tiempo fui tomando conciencia de nuestra identidad. fue entonces que conocí a un tamborero de nuestro barrio llamado Tony Cortez”. Con él tocó, por primera vez, en el parque Camba-Cuá para un santito. De él aprendió el toque de Candombe en el tambor. Tony tocaba en muchas ceremonias religiosas. “El tocaba en las ceremonias Umbanda y Batuque y viajaba mucho por Uruguay y Brasil, era un gran tamborero. Con el tiempo comenzamos a escuchar nuestra música, a Osvaldo Sosa Cordero y al gran Zito Segovia del Chaco”. De estos autores son las composiciones de música popular más antiguas que hablan de Charanda y chamamé, del Barrio Camba-Cuá y su fiesta. Uli recuerda que a través de Pocho Roch y de una vieja ilustración que éste les mostró pudo conocer cómo eran los antiguos tambores de candombe. “Eran muy parecidos al tambor alegre de la cumbia de Colombia”. A través de esta fuerte historia, Uli comenzó en 2003 a juntarse con amigos recreando el toque de candombe y el bailecito, saludando a los santitos de la familia Valenzuela y de la familia Ríos, así fue formando la comparsa. Con el pasar de los años la fiesta fue creciendo y hoy llegan a participar personas de todo Corrientes, Chaco y Buenos Aires. “Mucho mérito en que se hayan unido las familias a través de las cofradía y del crecimiento de esta fiesta lo tiene la familia Caballero”, nos cuenta. quien conoce a Gabriela Caballero desde pequeño y conservan una larga amistad.
Volviendo a la noche del 5 de Enero de 2019 a la puerta de la casa de Uli, junto a los tambores, están por salir una treintena de bailarines de Candombe que, después de saludar a los santitos del barrio, seguirán su camino hacia el parque Camba-Cuá. Las mujeres con sus polleras blancas, los varones con pantalón tipo pescador y camisa blancos, con el típico pañuelo rojo en la cabeza. Bailando frenéticamente se encontraban integrantes de la Red Federal de Afroargentinos del Tronco Colonial, integrados por diversas organizaciones como la Asociación Misibamba, de Buenos Aires; Afro.ch. de Chaco; Entre Afros, de Entre Ríos y la perteneciente a la Casa de la Cultura Afro-indo-americana de Santa Fe. Pudimos saludar al tío Carlos Lamadrid, secretario de Misibamba, quien miraba el espectáculo con una sonrisa.
La comparsa fue haciendo un recorrido por los distintos santitos del barrio, regalándoles el toque de candombe, el bailecito y una canción, hasta llegar al parque Camba-Cuá donde esperaban la cofradía con sus 14 santitos y Obuntu, con sus tambores y bailarinas, todo acompañado por varios miles de personas y muchas cámaras que registraron este histórico momento. Uno de los momentos más emotivos de la noche, además del saludo a la cofradía y el baile, fue el gran abrazo de Uli y Gabriela que selló una historia de lucha por visibilizar la identidad del Camba-Cuá.
6 de Enero ¡Que viva San Baltazar!
El gran día comenzó por la tarde, con una misa dedicada a San Baltasar en La antigua Parroquia de Ntra. Señora de la Merced, donde los Santitos de la Cofradía comparten el altar mientras el cura da la misa. Una vez que salen de allí, cada cófrade toma su santo y lo lleva a una especie de carro donde viajarán acompañado por los tambores de Ubuntu, la comparsa Sapucay, antorchas, bailarinas y un comentarista que va arengando como en carnaval, contando todo lo que sucede. Como abanderado de la cofradía, vestido con un traje plateado (ya que son los 25 años) está Don Osvaldo Caballero llevando el estandarte. Rita Sosa Cordero, hija de Osvaldo y amiga de los Caballero, también desfila vestida de blanco con una antorcha en la mano. Acompañan este cortejo un centenar de personas, entre las que se encuentran tres Reyes muy especiales, de los cuales dos son niños. Además, un Santo Rey muy particular, no sólo porque su atuendo fue usado por la comparsa Sapucay, promesera del Santo, sino porque esta persona hizo una ofrenda viajando desde Buenos Aires hasta Corrientes en bicicleta. La Comparsa Sapucay, después de haber dedicado un carnaval a la temática de San Baltasar y quedar primera, se convirtió en devota inseparable.
Delante va el carro de bomberos que los acompaña casi desde el principio de la fiesta. Al llegar al Parque se comparte la sangría con vino, azúcar, soda y limones de caipiriña que, año tras año y como tradición, van a buscar a la localidad de Santa Ana, cerca de Corrientes capital, donde son donados para la fiesta. Los Santos se van acomodando y abren sus altarcitos, algunos vidriados, otros más sencillos, para que se le pueda bailar, tocar el tambor y rendirse ante él, por todo lo que el Santo significa para sus creyentes. De esta manera mostramos nuestra entera entrega a su poder y hacemos las promesas necesarias. Todos los asistentes deben pasar frente a ellos para agradecerles. Unos bailando, otros tocando o simplemente inclinándose ante él para mostrarle devoción. Para finalizar, los cofrades alzan sus Santitos en forma de agradecimiento y todos al unísono vivan: ¡Que viva San Baltasar!! Tal vez sea el momento de mayor emoción. Luego de la performance litúrgica, es tradicional preparar una torta en honor al Santo. Por ser los 25 años se prepararon 3 tortas de gran porte, las que fueron repartidas a todos los asistentes.
De promesero en bicicleta a Rey de la fiesta
Miguel Angel Figueroa vive en el barrio Villa Santa Rita en la ciudad de Buenos Aires. Es músico profesional, docente, percusionista, marimbista y toca el bombo con platillo como los dioses. El sería (sin saberlo) uno de los protagonistas de esta antigua fiesta. Le preguntamos como se había acercado a esta tradición correntina. “Hace 2 años mi amigo Nacho Piana me mostró un cd con temas de la Cofradía, que había grabado Gabriela con su hermano. Yo nunca había escuchado esos ritmos, los relacione mucho con la milonga y la murga porteña. Tenía experiencia en viajar en bici, hice 930 km en 8 días, lo que no sabía es que iba a hacer tanto calor en la ruta”. Sonríe y agrega: “En diciembre me contacte con Gabriela. Ni bien se enteraron que iba en bici me apoyaron, me mandaron toda la buena energía del Santo.” Al llegar a Corrientes, Miguel tuvo una recepción inesperada. “Cuando llegué a la capital de Corrientes me esperaba la familia Caballero y me invitaron a una conferencia de prensa por la apertura de la fiesta de San Baltazar. En la conferencia me presentan como “el peregrino”. Hicimos entrevistas en diarios, radio y televisión. No me imagine que iba a ser tan groso. Después del desfile del 5 de enero, Gabriela me propone representar al Santo”. El vestuario que iba a usar tenía unos zapatos dorados muy vistosos. “Me los probé y me quedaban pintados” -dice Migue- “Así que el Santo me pidió permiso, me dijo: voy a usarte” -Se ríe- “¡Me poseyó San Baltasar! Primero estuve parado en la puerta de la Iglesia durante la misa y la gente se sacaba fotos conmigo… me habré sacado mas de 500 fotos”. Es que Miguel estaba vestido con el traje que representaba al Santo de la comparsa Sapucay. “De la iglesia hicimos una caminata al parque Camba-cuá y la gente me paraba y me agradecía por los regalos a los hijos. Fue increíble”. Es que, además, Miguel llevaba un tambor colgado el cual tocaba junto a otros tambores, bailarinas y promeseros que portaban velas mientras bailaban al ritmo del candombe.
Marcha de tambores por los ancestros
Este año 2020 volvimos a la fiesta de San Baltasar junto con el grupo Quindembo, de Buenos Aires, y como le habíamos prometido al Santo, construimos un tambor a partir de un tronco de paraíso agüecado a modo de reconstrucción histórica de los viejos tambores afroporteños, con un diseño pirograbado en homenaje al Santo. El diseño fue realizado por Erre Burundi y tiene una corona, que es el símbolo del Santo Rey, y el nombre de todos los cofrades de la Cofradía de San Baltasar. Este tambor fue tocado por los integrantes de Quindembo y Gabriel Caballero, hermano de Gabriela, durante la marcha de Tambores y frente al Santo en el parque Camba-Cuá. Posteriormente fue entregado a la familia Caballero para su conservación, en reconocimiento de tantos años de lucha.
Gabriela Caballero nos cuenta cómo surgió la idea de la Marcha de Tambores: “El barrio Camba-Cuá hoy está cerca del centro antiguo de la ciudad. Pero antes eran los extramuros de la capital. Allí existían caseríos de pescadores donde la mayoría era población afrodescendiente. Este festejo se remonta a fiestas muy antiguas en este sector de la ciudad llamado Camba-Cuá, que significa cueva de negros”.
El barrio llegaba hasta las barrancas del río Paraná donde hoy está emplazada la costanera San Martín. Es desde esta costanera y la calle Edison donde comenzaría la marcha de tambores, transitando por la misma costanera hasta la calle Chaco, entrada al parque Camba-Cuá. Además existe otro circuito tradicional de tambores, que se hace por el interior del barrio saludando a familias que tienen imágenes y que acostumbran a festejar en sus casas. “Este segundo recorrido que hicimos fue para reivindicar el antiguo caserío de los negros que vivían a orillas del Paraná”
Eran barrancas de piedra que daban sobre las playas naturales del río. Este recorrido pasa exactamente por donde estaban estas barrancas, en esas cuevas de piedras talladas donde el agua va socavando por las crecidas del río Paraná, vivían familias de negros con sus imágenes de San Baltasar. Una de ellas era la familia Villanueva. Muchas de estas familias de afrocorrentinos debieron trasladarse cuando creció la ciudad y fueron expulsadas por un proceso que la antropología moderna llama gentrificación y que en esta ciudad sucedió masivamente durante la última dictadura militar de 1976. Como resultado de aquellas políticas de estado que siempre favorecieron a las capas medias y altas a la hora de acceder a la propiedad inmobiliaria fueron desplazadas las capas más pobres que habitaron allí, por más de un siglo. Ellos debieron trasladarse con su santito al barrio Pirayuí, a orillas de la ciudad. Custodios de esta imagen nos contaron que sus antepasados afros vivían en las cuevas, a orillas del río, con esa imagen de San Baltasar que data de principios de 1800, quizás un poco antes. Cuántos relatos más habrán quedado silenciados por fallecer sus custodios y quizás perderse estas imágenes o quedar allí mismo enterradas por el paso de los años o las crecidas del río. Muchos de los que habitaban estos caseríos tenían su trabajo en el centro de la ciudad pero, como nos explica Gaby, por ser afrodescendientes eran considerados cosas y no tenían derecho a ser enterrados en el cementerio del centro, que quedaba en la Iglesia de los Santísimos Milagros. “Por eso creemos que muchos de estos negros están enterrados ahí mismo, debajo de la costanera Gral. San Martín, por donde vamos a hacer nuestra marcha y así poder llevar el ritmo y el latir del tambor hacia todas sus almas, sus luchas y festejos ya que seguramente los 5 y 6 de Enero harían sonar los tambores como nosotros lo vamos a hacer”.
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