Tandil: ¿Cómo impactó la pandemia en la vida de familiares de personas privadas de su libertad?
Por Lic. Manuel Chiavarino y Lic. Eduardo Martinez
La presente investigación se propuso analizar cómo las mujeres familiares de detenidos y detenidas han sido impactadas por el COVID-19, cuáles han sido sus experiencias y qué dificultades han atravesado durante el Aislamiento Preventivo, Social y Obligatorio.Metodológicamente se realizaron entrevistas en profundidad (Sauto, 2004 y Scribano, 2008), a seis mujeres que participan activamente de una organización de derechos humanos a nivel local de la ciudad de Tandil llamada FADDET (Familiares de Detenidos y Detenidas Tandil).
En tal sentido, uno de los elementos identificados está vinculado a la reorganización del cuidado dentro del hogar. Siguiendo a Rodríguez (2014), hacia el interior de los hogares es una práctica altamente feminizada. Por cuidado se hace referencia a la manera que interrelacionadamente las familias, el Estado, el mercado y las organizaciones sociales, producen y distribuyen la actividad. Refiere a las actividades indispensables para satisfacer las necesidades básicas para la reproducción de las personas, brindando soportes físicos y simbólicos que les permita vivir en sociedad (Rodríguez, 2016).
Ahora bien, sobre tareas del cuidado Esquivel, Faur y Jelin (2012), plantean la urgencia de discutir el concepto de cuidado ya que se constituye en un aspecto central de desigualdad social. Así, en la construcción capitalista y patriarcal del hogar, el hombre es visto como el trabajador que aporta los recursos económicos, mientras que la mujer realiza el trabajo doméstico (no remunerado) y cumple su papel de “ama de casa-madre”, a partir del cual cumple tres roles: la reproducción biológica, es decir la de gestación; las tareas propias del hogar; y la reproducción social, o sea el cuidado físico y emocional de los niños, tanto dentro como fuera del ámbito doméstico.
Aquella mujer que ingrese en el mercado formal de trabajo tradicional (formal o informal) tiene mayor responsabilidad dentro del grupo familiar por lo que presenta mayor grado de sub ocupación. Esto materializa una discriminación en el mundo laboral que se visualiza en la caracterización de los trabajos (tiempo parcial, precariedad, servicio doméstico, niveles de sub contratación, etc.). Rodríguez Enriquez (2010) sostiene que la división sexual del trabajo, que comprende la distribución del trabajo productivo y reproductivo entre los hogares, el mercado y el Estado, por un lado, y entre varones y mujeres, por el otro, implica una subordinación económica de las mujeres que se expresa en una menor participación en el trabajo remunerado (y mayor en el no remunerado), una peor participación en el mercado laboral (en términos de remuneración y condiciones de trabajo), un menor acceso a recursos económicos y como consecuencia de todo lo anterior, un menor grado de autonomía económica.
Teniendo en cuenta lo anterior, se puede decir que las transformaciones familiares a partir del encarcelamiento de un miembro del hogar, repercuten en las condiciones económicas de la familia. De las entrevistas realizadas se pudo notar que ante la ausencia de la figura que prevé la economía del hogar, las mujeres deben buscar distintas “estrategias familiares de vida” para la reproducción de la unidad familiar, y esas estrategias consisten en optimizar las condiciones de vida dadas ciertas determinaciones estructurales (condiciones socio-económicas) y coyunturales (políticas públicas) (Torrado, 1981).
Según las fuentes indagadas, se puede construir un panorama general de la situación de las mujeres familiares de detenidos a partir del contexto de aislamiento. De las entrevistas realizadas sobresale un mayor desafío para cubrir necesidades básicas como alimentación y abrigo para los niños, niñas y adolescentes.
Romina tiene 23 años, su pareja, padre de 2 de sus 3 hijos, se encuentra privado de la libertad en la Unidad número 7 de la ciudad de Azul. Ante la situación de la cuarentena preventiva social y obligatoria comenta; “La verdad que se me hacer re cuesta arriba todo. Yo limpiaba en cinco casas de familia y ahora con todo esto no puedo ir más y por eso no puedo comprar para comer. Vivimos de la jubilación de mi mamá que tiene la casita atrás pero no alcanza”
Johana tiene 19 años y es madre de una niña de 4 años, su pareja padre de la niña se encuentra privado de la libertad en la cárcel N° 37 de Barker hace 3 años, y la sobre la dinámica del hogar a partir del contexto de aislamiento manifestó que “…lo que más me cuesta es conseguir leña. No sé, porque algunos me dicen que tengo que mandar un mail a desarrollo social. De eso antes se encargaba X (el novio detenido) y como no tenemos gas sin leña los chicos se cagan de frio, igual tenemos un montón de acolchados, antes me ayudaba mamá un poco, pero ahora los coles no andan mucho y ella vive en Villa Aguirre…”.
También sostiene que los ingresos económicos disminuyeron a partir del encarcelamiento del novio y se agravaron en este contexto de pandemia. En este sentido, Johana se encontró en la situación de buscar nuevas redes donde solicitar refuerzo para la alimentación de ella como de la niña. “… el que trabajaba era X, él era albañil. Tengo la asignación (Asignación Universal por Hijo), pero no alcanza. Que se yo, te la vas arreglando, por ahí vamos a merendar a lo de cacha, sino no sé, está la iglesia o de algún lado sacamos, pero si, siendo yo sola me cuesta mucho más, la cagada que ahora está todo cerrado, dependo que me traigan viandas a casa o mercadería. Yo sé que ella (por la niña) no tiene todo, hasta con la ropa me cuesta…”
María tiene 29 años, es madre de una niña de 4 años y un niño de 7 años. El padre se encuentra privado de la libertad en la cárcel N° 37 de Barker hace 4 años y algunos meses. Sostiene que el mayor desafío a partir de la prisión del padre es cubrir las necesidades como alimentación y calefacción del hogar. A partir del contexto de aislamiento obligatorio observó mayores desafíos a la hora de buscar estrategias para paliar la situación alimentaria. “… Estaba trabajando limpiando una oficina, pero no pude sostener mucho porque los chicos no están yendo a la escuela y no tengo con quien dejarlos. No me quedo otra que irme del trabajo por mi cuenta. Ahora el bajón es conseguir comida. Llame a desarrollo social varias veces pero todavía no se nada…”
El presente trabajo dialoga con el recorte pre-pandemia para potenciar la fragilidad de las trayectorias analizadas. La inestabilidad y precarización laboral es un patrón común de las entrevistadas. Una torre de naipes que se desploma ante cualquier situación anómala. La pandemia visualiza a este sector que lucha por los derechos de sus familiares históricamente vulnerados y con sus necesidades básicas insatisfechas. Esta construcción es interpelada por los medios de comunicación y un sector de la sociedad reaccionario. Estas luchas se materializan en la búsqueda de la igualdad en el ejercicio de los derechos, que son una condición necesaria para la constitución de la plena ciudadanía. Como relata Romina “´…Por momentos no doy más, pienso que el X no tiene para comer, no me atienden en la defensoría y no me lo dejan ir a verlo, que está bien, es para cuidarlo, lo re entiendo. Pero sé que antes no comía y ahora menos y yo y los chicos tampoco a veces. Encima con todo esto vuelven para atrás las domiciliarias y me re angustia…”
Bibliografía
Rodríguez Enriquez, C. (2010): “ANALISIS ECONOMICO PARA LA EQUIDAD: LOS APORTES DE LA ECONOMIA FEMINISTA”. SaberEs. Nº 2
Rodriguez Enrique, C (200): “LAORGANIZACIÓN DEL CUIDADO DE NIÑOS Y NIÑAS EN ARGENTINA Y URUGUAY”. CEPAL.
Esquivel, V. Faur, E. Jelin, E. (2012): “LAS LÓGICAS DEL CUIDADO INFANTIL ENTRE LAS FAMILIAS, EL ESTADO Y EL MERCADO”. 1a ed - Buenos Aires : IDES
Sauto, R. (2004): “El MÉTODO BIOGRAFICO. LA RECONSTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD A PARTIR DEL TESTIMONIO DE LOS ACTORES”. Ed. Lumiere.
Scribano, A. (2008): “EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN SOCIAL CUALITATIVO”. Ed. Prometeo.