Los asesinatos de Atlanta: un viaje al corazón del racismo y la desigualdad
Por Manuela Bares Peralta
Hace poco menos de un mes la muerte de George Floyd inundaba los titulares de diarios y portales, a la vez que despertaba masivas manifestaciones a lo largo de Estados Unidos. Floyd podría haber sido cualquiera, porque en su figura se encarna la discriminación racial y la desigualdad económico-social que aún persiste en nuestra sociedad y en el sistema.
Esta muerte evoca uno de los casos que sembró terror y desconfianza en Atlanta en los años 70: la desaparición y muerte de treinta jóvenes afroamericanos. La historia de las familias de las víctimas es la voz de una comunidad repleta de fisuras y grietas; y es también la memoria colectiva de una ciudad que fue un refugio en el sur de Estados Unidos para muchos afroamericanos.
Atlanta evocaba la posibilidad de progreso y ascenso social. El sueño americano parecía dejar de ser una fantasía para convertirse en una certeza. Una vidriera hacia el resto del mundo, un nuevo territorio donde la igualdad y la armonía racial no eran una utopía. Pero, en esta ciudad, las oportunidades estaban reservadas para quienes más tenían. Las promesas de equidad no se materializaban en los barrios del sur de Atlanta, donde nada había cambiado. Pero otros logros simbólicos se hacían palpables como el triunfo de Maynard Jackson en las elecciones de 1973, el primer alcalde negro en gobernar la ciudad.
La serie reabre la investigación criminal y nos obliga a volver a la Atlanta de los años 70: la sentencia a Wayne Williams, el tratamiento y el escrutinio mediático a las familias de las víctimas, los conflictos sociales y las consecuencias políticas. Esta no es sólo la radiografía de una ciudad, sino también de las personas que la habitaron y de una comunidad cuya cotidianeidad cambió para siempre.
40 años después, la investigación vuelve a abrirse y, por primera vez, las víctimas van a tener nombre y sus familias voz. HBO construye un nuevo encuadre para transitar los hechos que ocurrieron en el corazón del sur de los Estados Unidos. Esta nueva porción de realidad es el punto de partida para volver a hacernos las mismas preguntas: estas muertes ¿importan?