Oscuro deseo: mucho más que una serie erótica
Por Marina Jiménez Conde
Hace dos semanas, Netflix estrenó Oscuro deseo, una serie mexicana. La misma, se centra en la historia de Alma Solares, que comienza a engañar a su marido luego de conocer a un joven llamado Darío Guerra. Si bien el inicio de la trama gira entorno a esta relación, lo más valioso tiene que ver con el supuesto suicidio de la mejor amiga de Alma, y con tratar de descubrir quién es el asesino.
El énfasis en la estrategia de marketing estuvo puesto en promocionar la serie a partir de su contenido erótico, mostrando escenas de sexo producto de un deseo desenfrenado, entre una mujer casada hace 20 años que reencuentra la pasión en los brazos de un hombre más joven. Luego –como el deseo es oscuro– las cosas se complican porque el amante tiene conductas propias de un acosador y se obsesiona con ella.
No hay que quedarse con esa primera impresión, porque la productora Argos ofrece una historia mucho más rica. Lo más intrigante de Oscuro deseo pasa por saber quién es el supuesto asesino de Brenda, la mejor amiga de Alma. Es en esa trama donde se empiezan a conocer los secretos detrás de cada personaje y la propuesta resulta mucho más superadora que una película erótica, que no tiene nada que envidiarle a una serie de suspenso.
Los giros que se van produciendo a lo largo de los 18 capítulos –de 30 minutos de duración–. Se van construyendo con tiempo, a través de pistas previas que van apareciendo en escena, a medida que los personajes secundarios ganan protagonismo. Quizás el problema es que existe un uso demasiado reiterativo de ese recurso y, una y otra vez, se arma y se desarma el rompecabezas sobre la muerte de Brenda.
Esto genera cierto desconcierto, pero las principales líneas argumentales son explicadas al final. Puede ser que quede algún cabo suelto, sobre todo porque hay detalles importantes que se explican muy brevemente y hay que tener un alto grado de atención en esos momentos.
Además, se aprovecha al personaje de Alma Solares, que es abogada y se dedica a la docencia, donde es especialista en género, utilizando sus clases para agregar información sobre los distintos tipos de violencia contra las mujeres y datos concretos sobre femicidios. Aunque puede ser que la protagonista, al tratar estos temas durante los primeros episodios, quede en un registro un poco forzado y “políticamente correcto”, luego, con el avance de la historia, va ganando credibilidad. Que se agregue ese contenido meramente informativo, y hasta casi pedagógico, no es menor, teniendo en cuenta el contexto donde se realiza la producción: México es un país con una sociedad anquilosada en el patriarcado.
El prejuicio por ver una serie mexicana hace que se espere encontrar un culebrón o la típica telenovela melodramática. En Oscuro deseo, lo que más remite a ese tipo de estructura es que la venganza es el motor principal de las acciones de uno de los personajes principales. Esa sed de revancha sería el motivo por el cual se termina haciendo daño a otros sin querer –queriendo–, lo cual suena bastante absurdo, y es el punto más flojo de la historia.
También es cierto que hay un tratamiento, por momentos, hasta amarillista, sobre todo en escenas con cuerpos de mujeres asesinadas. Si se presta atención, en la mayoría de las series –y no solamente en Oscuro deseo– es normal encontrar imágenes que se detienen en los cuerpos de mujeres completamente desnudas, mostrando los rastros de violencia hallados en ellos. Parecería ser que hay algo de cautivador en la violencia misma.
¿Por qué ese modo de contar y de mostrar los cuerpos de las mujeres? Si se hace el ejercicio inverso, ¿por qué no pasa lo mismo con los cuerpos masculinos? La serie no escapa a ese morbo. Esto se nota, además, en los distintos sueños que los personajes tienen, y que resultan un tanto raros. Sin embargo, se puede decir que gran parte de esas escenas, con alto contenido sexual, están justificadas porque muchas muestran pistas sobre lo que ya sucedió.
Otra cuestión pasa por el límite que existe entre lo perverso y el morbo sobre lo perverso. La pareja entre Alma y Darío está basada en la perversión. No está mal mostrar ese tipo de vínculos porque existen en la realidad. El problema es, tal como le sucede a series como You o a películas como la polaca 365, cuando se romantizan las conductas psicopáticas de sus varones protagonistas.
Por momentos, parece que Oscuro deseo transita por el mismo camino, porque las figuras femeninas terminan teniendo acciones contradictorias entre lo que sienten, dicen y hacen. Pero eso es también lo que podría pasarle a cualquier mujer en la sociedad patriarcal bajo la cual fue criada. El machismo no es algo que esté por fuera sino que se porta.
Y ahí sí hay algo para destacar. En los momentos reflexivos de esos personajes femeninos, se termina concluyendo que ese tipo de vínculos, donde el sufrimiento está en primer plano, guardan relación con los modos sociales bajo los cuales se concibe el amor y que son necesarios desarmar para que se pueda querer de otra manera.
Hay una línea claramente delimitada que marca cuál es el posicionamiento de la serie. Todo esto podría cambiar en una más que posible segunda temporada, imaginable por el capítulo final y por el éxito que está teniendo en Netflix, donde lleva dos semanas en el top diez de lo más visto. Por el momento, y hasta donde llegó, Oscuro deseo representa un paso hacia adelante en la producción de series con este tipo de temática para el mercado latinoamericano.