"Paisajes con agua en movimiento": poemas de Melisa Papillo
Por Victoria Palacios
La nota contiene lenguaje inclusivo por decisión de la entrevistada.
Como antesala de Paisajes con agua en movimiento, de reciente publicación (julio, 2020), mes de refugio en esta pandemia de incierta finalización, circuló el libro electrónico, y sus curvas oníricas y caleidoscópicas que juegan con el concepto que tenemos de “libro”, de “lectura” y de “poética” en una fiesta de los sentidos que es una invitación a viajar. Ahora, con el libro en papel, editado por La Carretilla Roja, conversamos con Melisa Papillo, su autora.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cuál fue el punto de partida de la escritura de Paisajes con agua en movimiento?
Melisa Papillo: El punto de partida de Paisajes con agua en movimiento fue la estadía en casa plena y rotunda, cuando atravesaba el puerperio con mi hijo. Siempre fui muy espectadora de documentales, pero particularmente en ese período no podía leer, no me concentraba. Encontré en los documentales un refugio casi, pasaba horas dando la teta o acunando o sacándome leche, llorando y, mientras, miraba documentales de todo tipo. Uno me llevaba a otro. Todo esto en el medio del caos que supone, y no había imaginado así, el puerperio. Miraba documentales casi en el plano onírico, confundida por no dormir, atravesada por el dolor del primer tiempo, por la presencia de un ser que está ahí, abriendo la boca a cada segundo pidiendo por una, un ser que está mirando con ojos recién estrenados, tal como lo hacía yo. Y en medio de ese mundo casi de ensoñación, pensé que lo que estaba pasando en la pantalla me hablaba a mí, que cada revelación era dirigida a mi vida. Cuando un documental contaba el proceso de fotosíntesis de una planta, estaba describiendo exactamente lo que me pasaba. Y lo que yo sentía como único, resultaba pasarle a otras especies, a un ecosistema, a otras personas. Y me sentí acompañada por la ficción también, interpretada por ella, y establecí el diálogo que dio el puntapié para Paisajes con agua en movimiento.
APU: A medida que avanza la lectura, imágenes que parecían ser solo descriptivas ingresan en una zona inquietante, de una intimidad que no se conforman con lo dado... ¿cómo trabajaste esa voz?
M.P.: Trabajé los poemas individualmente y en su conjunto, creo que la voz hace un recorrido a través de todos ellos con una tonalidad en común y a la vez se van cruzando con otros tonos venidos de otros discursos, de gente hablando a la cámara de cómo un tornado arrasó su ciudad, de cómo su boca quedó chueca después de un sueño, de una inmigración contrariada: ilusión y dolor. Me gusta mucho y siempre recuerdo la frase que dice Agnes Vardà en su documental Les Plages d'Agnès, “si abriéramos personas, encontraríamos paisajes”. Si yo me abriera, ¿qué sería? ¿sería siempre el mismo paisaje? ¿qué tan desolador puede ser el paisaje interior para algunxs? Me quedo con preguntas, siempre. Muchas veces para encontrar mi propia intimidad necesito escuchar las palabras de otrxs, volver a palabras que sentí fieles, humanas. No sé bien qué es ser fiel, quizá se parezca a lo que carece de pose.
APU: El pasaje entre el cuerpo principal y las citas, parecen ser traducciones del lenguaje audiovisual, ¿qué poética de la territorialización abordaste ahí?
M.P.: Los poemas que están en las citas son transcripciones muchas veces literales, otras mínimamente intervenidas de fragmentos de los documentales que dialogan con el poema que está en el cuerpo de la página. Algunas veces mis poemas surgieron como diálogo a lo que vi y escuché, otras veces surgieron primero y después encontré que la ficción me estaba contestando aquello que había escrito. Entonces los dispuse así. Cuando hay una llamada a una nota al pie, en general no sé qué leer primero. Acá tampoco hay un orden, se puede leer antes el poema al pie o el del cuerpo.
APU: El libro se abre o se completa con la reconstrucción de un mapa QR, ¿qué hecho poético continúa o se cristaliza ahí?
M.P.: Los paisajes que integran el recorrido en los poemas están en constante movimiento, no existe el lugar en el que quedarse y los territorios que habitamos corren sus fronteras y sus límites a cada rato. Creo que otra opción de mundo interno y externo es posible, que se puede vivir en otro mapa. Pero también y sobre todo, que todas las aguas desembocan en los mismos océanos, que los continentes una vez no fueron así, que el caos es y la catástrofe o la paz son parte ineludible, cuestión de ciclos. Me gusta recordarme que “no soy la única planta en mi especie”, siento que así vivo mejor, que puedo hacerme mejor a mí y a lxs demás. Los cartogramas que integran el libro los calqué con toda la rusticidad que tengo en la materia y Ximena Puppo, quien comparte conmigo el sueño de los muchos territorios, de las fronteras cada vez más corridas, le puso su sutileza en la digitalización y producción del Atlas en movimiento que se encuentra siguiendo el código QR (que está al final del libro, https://paisajesconaguaenmovimiento.blogspot.com/ ) y que se puede descargar libremente.
Melisa Papillo (1984) nació y vive en Caseros, provincia de Buenos Aires. Trabaja como docente en escuelas secundarias y bachilleratos para adultos; es librera en Mochila de libros, proyecto abocado a la difusión y distribución de literatura para las infancias y colabora en El Tresdé, revista alternativa y feminista. Estudió Letras en la UBA y la Diplomatura en literatura infantil y juvenil en la UNSAM. Publicó el libro de poemas la mecánica de los días (Editorial Simulcoop, 2012). Se olvida cosas en lugares.