Mi maestro el pulpo: la amistad entre un hombre y un animal que se llevó el Oscar
Por Jazmín Manuel
Una de las grandes revelaciones de la ceremonia de los Premios Oscar fue la categoría a Mejor largometraje documental, en donde Latinoamérica tenía sus fichas puestas en la chilena El agente topo. La ganadora, finalmente, fue Mi maestro el pulpo. Su historia comienza cuando Craig Foster, un cineasta criado a la orilla del océano en Sudáfrica, tras sufrir una crisis personal y laboral, comienza a bucear todos los días en Cabo Occidental buscando recobrar la inspiración que siente haber perdido. Un día como cualquier otro, sin saberlo, vive una experiencia que resultaría en un antes y un después en su vida: se cruza con un pulpo, animal que acapara su atención por completo.
Desde ese encuentro, Craig dedica sus días a ganarse la confianza del animal, a la vez que observa sus comportamientos y estudia su entorno. Así surge este maravilloso documental, que nos muestra en primera persona la inusual amistad entre un molusco y un hombre. Este aspecto fue el más destacado en la valoración para llevarse el galardón el domingo pasado.
Con una expectativa de vida muy corta —los pulpos comunes suelen vivir por menos de dos años—, Craig filmó el 80% de la vida de una hembra que encontró en el bosque de algas en el que nadaba regularmente, lo que resultó en el film de casi una hora y media, estrenado a comienzos de septiembre en Netflix. En el mismo, somos testigos de distintas grabaciones donde se demuestra la impactante inteligencia de estos animales y, a su vez, la conexión emocional que parece unir a los dos protagonistas.
Es increíble pensar que un pulpo pueda tener algo que ver con el concepto de amistad, pero es un elemento que se percibe a lo largo del documental constantemente. Desde el primer momento en el que el animal estira sus tentáculos para tocar la mano de Craig hasta las emotivas imágenes del mismo apoyándose en el pecho del cineasta, este film nos muestra el paso a paso en la construcción de un vínculo extraordinario de completa confianza entre un animal de naturaleza antisocial y un hombre.
La paciencia y la constancia de Craig, que pasó todos los días, durante un año, dedicando horas a presenciar a este animal, resultó en ciertos descubrimientos increíbles. El pulpo, cómodo ante la presencia de este extraño visitante, le permitió presenciar momentos únicos: lo dejó, por ejemplo, seguirla mientras ella se dedicaba a cazar.
Foster fue testigo de momentos impensados para quienes conocen de la naturaleza completamente antisocial del pulpo, y no sólo eso, sino que logró capturarlos en cámara. Así podemos presenciar en el documental hermosas escenas que muestran al animal jugando con peces y otras donde lo vemos recostándose sobre la mano de Craig, permitiendo que éste la lleve hasta la superficie. En una entrevista con CNN, el director explica cómo llegó a presenciar estas acciones tan inusuales, asegurando que el pulpo le mostró muchos comportamientos que eran completamente nuevos para la ciencia porque, a diferencia de lo que suele ocurrir en las grandes producciones en las que suele participar un equipo de muchas personas, el animal realmente confiaba en él.
A la vez que nos informamos más sobre los comportamientos y la inteligencia de este animal, somos testigos de los cambios que esta amistad genera en el protagonista. Desde su encuentro con el pulpo, Craig empieza a desarrollar una empatía especial hacia todos los animales y una conexión más fuerte con la naturaleza. Un hombre que reconoce nunca haber sentido una cercanía emocional con los animales, de repente llora frente a la cámara recordando los momentos que conforman el documental. Encontró en esta extraña relación un sin fin de metáforas que lo ayudaron a renovar su forma de concebir el mundo, lo que le permitió encontrar el incentivo para volver a trabajar, y lo ayudó a fortalecer aún más la relación con su hijo.
Podemos decir que grabar este documental fue una experiencia que cambió la vida de Craig. Su forma de concebir su relación con la naturaleza cambió por completo tras conocer a este animal, sintiéndose no sólo más cercano a la misma, sino, también, responsable de resguardarla.
Con respecto a esto último, en el film Foster lo explica claramente: "Lo que ella me enseñó fue a sentir que eres parte de este lugar, no un visitante. Hay una gran diferencia en eso". Debido a esto, después de terminar de grabar, el cineasta no dejó de bucear, sino todo lo contrario: fundó el Sea Change Project, una comunidad grupal dedicada a la protección del bosque de algas, cuyo objetivo es proteger el medio ambiente marino de Sudáfrica.
Inusual y extraordinario, Mi maestro el pulpo es un documental extremadamente conmovedor. Es un film que nos recuerda, una vez más, que todos deberíamos aportar nuestro granito de arena para ayudar a la conservación del medio ambiente y la vida silvestre. Nos recuerda las maravillas del mundo animal y de la naturaleza, y nos invita, tal vez inconscientemente, a preguntarnos qué estamos haciendo –o qué podríamos hacer– para ayudar a disminuir el impacto que tienen nuestras acciones cotidianas en la contaminación. Es un film que nos entretiene y nos conmueve, pero que, además, podemos aprovechar para repensar, desde nuestro lugar, la importancia de tomar acciones urgentes para resguardar el ecosistema y salvar espacios naturales únicos.