Bolivia vota contra las botas
Por Carlos Iaquinandi Castro (*) | Foto de Paula Conti
El próximo domingo el pueblo boliviano podrá revalidar su apoyo a Evo Morales tras ser destituido hace un año por una conjura cívico militar que le acusó de fraude. No podrán votarle a él, porque fue vetado por la “justicia” de los golpistas. Pero sí a su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS) y a su candidato, Luis Arce, que fue su ministro de economía.
En diciembre de 2019, Morales había ganado con el 47% de los votos. En principio su victoria fue homologada, pero tras varios días de agitación desde los medios opositores, los golpistas ocuparon la Casa de Gobierno.
El epicentro subversivo fue Santa Cruz de la Sierra, un departamento controlado por latifundistas y refugio de fascistas europeos. De allí salió el personaje que encabezó sectores de ultraderecha y de la policía contra el gobierno constitucional, Luis Fernando Camacho, que será uno de los candidatos presidenciales para este domingo. La represión duró varias semanas y provocó decenas de muertos y heridos, en especial en barrios populares.
Casi un año, deshaciendo lo construido por el MAS
Desde entonces, en once meses, la presidenta provisional Jeanine Añez y su elenco de gobierno, han provocado fuertes retrocesos sociales y económicos al país, creando una situación insostenible.
En menos de un año, los golpistas provocaron un gran retroceso al país. El desempleo, que era del 4,8%, se disparó a 11.8. Según la CEPAL, la pobreza extrema, que estaba en el 12,9%, subió al 16.8. La deuda externa vuelve a dispararse. Con el MAS, en 2019 se había colocado en el 24,6% del PIB, el segundo más bajo de toda la región. En gobiernos anteriores había superado el 50%.
Con los golpistas cayeron también los indicadores en educación y sanidad públicas. Se quitaron derechos y beneficios a los trabajadores y ayudas al campesinado. Cada medida regresiva originó protestas que fueron reprimidas, pero finalmente el gobierno accedió a convocar nuevas elecciones.
Los antecedentes históricos
Evo Morales, dirigente indígena y campesino boliviano, fue elegido por primera vez como presidente en diciembre de 2005 con una clara mayoría electoral que superó el 50% de los votos.
Los años precedentes habían sido de una gran inestabilidad, por las protestas populares contra los gobiernos neoliberales.
Con el MAS se inició una etapa de profundas transformaciones. Una nueva Constitución que declaró a Bolivia como un estado laico y plurinacional, integrando así las diversas etnias eternamente postergadas y marginadas. Avances en sanidad, educación y en la legislación laboral.
Nacionalizaciones y reparto de tierras
En lo económico, el Estado asumió el control de empresas básicas a través de la nacionalización de los recursos de hidrocarburos y otros estratégicos. Esa medida invirtió la relación de los beneficios. Hasta entonces, el 73 % de las ganancias era para las empresas extranjeras y el 27% para el Estado.
Bolivia recuperó los derechos sobre sus recursos. Se quintuplicó la producción de gas natural, obteniendo grandes ingresos por la exportación a Brasil y Argentina. También se recuperó la propiedad estatal en áreas claves como telefonía, metalurgia, alimentación, transporte aéreo y construcción. Se aprobó una reforma agraria que recuperó tierras ociosas y latifundios improductivos (más de un millón de hectáreas) para ser repartidas entre familias campesinas.
Evo Morales se inspiró en el pensamiento indígena, que se contrapone al desarrollo convencional del crecimiento, y del dominio de la naturaleza. Planteó un nuevo modelo de convivencia con el entorno natural, donde el eje es lo comunitario frente al individualismo extremo propio del capitalismo.
La construcción del nuevo Estado
A pesar de la resistencia de los sectores que tradicionalmente se repartieron las prebendas del poder como si se tratara de una herencia, se fueron consolidando medidas que mejoraron sensiblemente la vida de los sectores mayoritarios: indígenas, campesinos y trabajadores urbanos.
Se definió que la economía debía ser “plural”, dando cabida a iniciativas estatales, privadas y cooperativas, pero siempre bajo la orientación del Estado y en base a las necesidades comunes. El PIB per cápita prácticamente se triplicó pasando de 1.051 dólares en 2005 a 2.919 en 2013, según datos del Banco Central de Bolivia. Contra ese proyecto de país en marcha se impulsó el derrocamiento del gobierno.
Cierre de campaña en El Alto
El acto de cierre de campaña del MAS reunió en El Alto, ciudad joven próxima a La Paz y bastión de Morales, a miles de personas.
Luis Arce, candidato presidencial dijo:
“Hemos vivido, luego de un sangriento golpe de Estado, una pesadilla donde el pueblo ha sentido dolor, luto y hambre. Ha vuelto el racismo, la discriminación, la prepotencia, pero hermanas, hermanos, pensaron que iban a matar al MAS y aquí en El Alto les decimos, aquí estamos y estamos vivos, se les ha olvidado que el pueblo es inmortal”.
Todas las encuestas señalan al MAS como ganador
Las encuestas coinciden en señalar como vencedor al MAS, que obtendría entre 7 a 13 puntos de ventaja. Si supera el 40% y tiene más de 10 puntos de diferencia, ganaría en primera vuelta.
De lo contrario, habría una segunda entre los dos primeros. Tres partidos derechistas se retiraron a último momento, alegando que no querían facilitar una eventual victoria del MAS. Implícitamente, admitieron que orientaban el voto hacia Carlos Mesa, un expresidente. Precisamente fue quien precedió a Evo Morales en su primer gobierno.
Mesa está segundo en las encuestas, y reúne diversos apoyos de pequeños partidos y grupos derechistas, propietarios latifundistas y posiblemente también de partidarios del ultraderechista Camacho que a toda costa quieren impedir el regreso del MAS al gobierno.
Quien es el rival de Luis Arce (MAS)
La carrera política de Mesa comenzó cuando fue vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Losada, un triste personaje que generó en su contra un gran movimiento social, donde precisamente comenzaba a destacar el hoy líder del MAS.
Cuando estalló la llamada “Guerra del Gas”, en 2003, la población reclamó que el Estado asumiera el control de los hidrocarburos bolivianos. Sánchez de Lozada reprimió provocando decenas de muertos y finalmente tuvo que abandonar el país refugiándose en Estados Unidos, cuyo gobierno le protegió ante un pedido de extradición de la Justicia boliviana por su responsabilidad en ejecuciones extrajudiciales.
En ese momento asumió el hoy candidato Mesa, quien logró mantenerse en su cargo, prometiendo que permitiría un referéndum para que los bolivianos decidieran sobre sus hidrocarburos. Pero finalmente decidió renunciar, lo que dio lugar a las elecciones que dieron su primer mandato al líder del MAS, Evo Morales.
Si gana el pueblo los golpistas pueden reincidir
Al momento de cerrar este análisis, se conocen diversas denuncias que señalan que los golpistas no reconocerían la victoria del MAS.
Suboficiales del ejército denunciaron que se han entregado armas automáticas a los oficiales, porque los mandos desconfían de los soldados, mayoritariamente de origen indígena o campesino.
El Ministro de Gobierno Arturo Murillo amenazó con expulsar a los observadores internacionales que no se comporten correctamente. “Les espera la cárcel o el avión”, les advirtió.
Documentos filtrados señalan los nombres de 11 militares que desde hace meses preparan acciones represivas contra dirigentes y activistas del MAS.
El periodista norteamericano Ben Norton denunció que hay una campaña de amenazas y calumnias contra los periodistas extranjeros. En Santa Cruz de la Sierra grupos de extrema derecha les amenazaron con represalias violentas.
En países vecinos habría dificultades para el voto de los migrantes bolivianos. En Chile se denuncia que el gobierno de Sebastián Piñera está bloqueando el voto con el argumento de la pandemia.
En Argentina residían 350 mil, pero esa cifra tuvo un fuerte incremento tras el golpe de hace un año en Bolivia. En las últimas elecciones Evo Morales obtuvo más del 80 por ciento de los votos en estos países.
Este es el clima previo a los comicios del domingo. Las mayorías sociales apoyarán la continuidad del proceso transformador iniciado en el 2006 por Evo Morales y el MAS. Es de esperar que esta vez la comunidad internacional no permita que la voluntad popular sea otra vez burlada. Y menos aún, que consienta una nueva represión violenta contra el pueblo boliviano.
(*) Por el Servicio de Prensa Alternativo (SERPAL).