Discapacidad: todo lo que usted quería saber sobre sexualidad y no se atrevía a preguntar
Por Liliana Urruti*
“En la sexualidad de las personas está incluido el amor en un sentido amplio, tal como lo hablan los poetas” (Sigmund Freud, creador del psicoanálisis)
Probablemente muches crecimos navegando la sexualidad de manera descordinada, no haciendo pie. El resultado fue carecer de sentimientos positivos acerca de nosotres mismos, y no rechazar aquellas ideas equivocadas, que nos definen como hombres y mujeres no dignos de ser amados o incapaces de mantener una relación afectiva satisfactoria. Podríamos decir, también, dime de qué época eres y te diré si consideras al goce de la sexualidad parte importante de la salud física y mental.
Suena a disruptivo, pero podemos hablar de feminicidios, violación seguidas de muerte, secuestros, violencia, pobreza, niños con hambre, toleramos una deuda externa que no contrajimos y debatimos horas sobre si pagar corresponde o no corresponde, y si hay un accidente nos detenemos a mirar a la víctima pero no hablamos de sexualidad, mucho menos de goce, de placer sexual.
La pandemia también puso lo suyo: la separación de los cuerpos. Un estudio sobre 2500 españoles “refleja que el «sexting» es el juego más habitual desde que comenzó el confinamiento. Tres de cada cinco españoles reconoce haberlo practicado, siendo las mujeres quienes más lo practican, el 83% del total. Como dato destacable: el 71% de los encuestados asegura no haberlo practicado con anterioridad”. En contradicción con el relato, parece que en pandemia es posible lo imposible y la fantasía con el vecino de al lado puede resolverse con un clic.
Pero si además emparejamos la palabra “sexualidad” con “discapacidad”, estamos en problemas. Casi que comenzar a hablar nos obliga a una lucha en un cuadrilátero en el que el rival “prejuicios” es difícil de derrotar. No solo en el afuera sino en nuestra subjetividad. Habría que animarnos a reconocer que todo lo que no se nombra no existe y hablar más de sexualidad, tenerla presente en el cerebro puede favorecernos.
La sexualidad es un derecho inexorable, y en términos generales, “la discapacidad no afecta el deseo sexual de una persona y sólo condiciona parcialmente su nivel de funcionamiento. Sin embargo, la discapacidad puede afectar las habilidades de comunicación y la imagen de sí mismo, resultando así un factor condicionante de la vida emocional y sexual.
En un corto de NOMITEX, Agencia de Noticias del Estado Mexicano, una mujer que quedó en silla de ruedas, a raíz de un accidente automovilístico, cuenta que la primera idea que se le vino a la cabeza, por esos momentos fue, “nadie se va a fijar en mí”. Claro, la mirada social esa que nos ve angelizados, asexuados, sin deseos y que eso es para “otras personas” es la que te deja tatuado en el corazón con una frase que casi es un designio “a ti quien te va a querer”. Y revela una verdad: “muchos médicos, al preguntarles por la sexualidad, dicen olvídate de eso ahora, dedícate a la rehabilitación” Una orden que también toma la familia. En México señalan con muy buen criterio que la Convención por los Derechos de las Personas con discapacidad no sirve por si sola si el Estado no obliga a los sistemas de salud a adecuaciones razonables. “El Estado debe proporcionar los derechos”. Se habla de salud reproductiva pero una persona con discapacidad tiene dos alternativas o no tiene hijos o los cría la familia. No hay sistema que proporcione las herramientas adecuadas. La asistencia a la formación de una familia en iguales condiciones que el resto de los ciudadanos.
Afectividad no es lo mismo que sexualidad y la sexualidad que nos muestran es diferente a la real. En el año 2014 se llevaron las primeras jornadas de diversidad Funcional organizadas por Silvina Pereyra en el anexo de la Cámara de Diputados. Para visibilizar y difundirlas fue entrevistada por Veronica G. para la TV PÚBLICA. La organizadora a quien se entrevistó por espacio de 10 minutos dejo en tres oportunidades que las personas con discapacidad “no son como nosotros”. Si hay un “nosotros” es porque hay un “ellos”. No creo que merezca más análisis pero me preocupa y me asusta pensar que haya un nosotros en ese “nosotros de los organizadores porque con esa forma de nombrarnos nunca dejaremos de ser los otros” (Extracto de la entrevista a la licenciada María Elena Villa Abrille, psicóloga y sexóloga especialista en discapacidad, por Verónica González. Emitido por Visión 7, noticiero de la TV Pública argentina, el martes 8 de abril de 2014.)
Tanto la discapacidad que viene de la niñez, como la adquirida nos impone una imagen de nosotros mismos que “puede ser diferente del de la mayoría y debe además incorporar elementos tales como prótesis, bastones, sillas de ruedas, orinales, sondas. Esto implica una serie de desafíos psicológicos en la construcción de la autoestima y la relación con los demás”, dirá la ESI (Educación Sexual Integral). No solo estigmatiza el afuera, a las personas con discapacidad, sino la misma persona “negando y reprimiendo su sexualidad. “La ignorancia y algunas actitudes sociales hacia la discapacidad (basadas en tabúes milenarios) construyen y sostienen la mayoría de las barreras y limitaciones”.
El sexo, según Paula T
Mientras leía que Francia estudia legalizar la asistencia sexual para personas con discapacidad y que el presidente, Emmanuel Macron, afirma que "el derecho a la vida sexual" otorga "dignidad", me enteré que una mujer de 40 años y 2 hijos, divorciada, docente de danzas, cuyo seudónimo es Paula T, y que ejerció la prostitución hasta hace algunos años, escribió un libro para contar las historias de un grupo de ex colegas. Pero lo que más me llamó la atención fue la manera de presentarlo: es un libro de confesiones eróticas y se llama “El sexo es mi lenguaje”. Se trata de, según sus palabras, “visibilizar el goce en el intercambio por dinero. También contar de amigas mías de otros ámbitos que tienen amantes y/o amores no correspondidos. Tomé todas esas historias y las adorné con reseñas autobiográficas para tratar de hacer un libro sincero. Una crítica al esqueleto encéfalo heteronormativo que felicita al macho infiel y condena moralmente a la mujer que hace lo mismo. Con esta premisa, llegué a contarle estas historias a Any Ventura, quien además de ser una excelente entrevistadora y periodista, es una mujer muy sorora. Enseguida me contactó con editores y formó un equipo para que el proyecto 'Paula T' cobrara sentido”.
¿A qué obedece que tu verdadera identidad sea una icógnita?, le pregunté. "El ocultamiento de mi figura obedece a varias cuestiones pero principalmente es fiel reflejo de lo que declaro en el libro. Paula T. se esconde entre las sombras y escribe a modo de diario íntimo porque es el lugar que la sociedad patriarcal le adjudica al tema del deseo femenino. Si saliera a la luz de golpe, sería estigmatizada. Es por eso que voy apareciendo de a poco", me contó.
¿Te considerás feminista? ¿Cómo se maridan el ser feminista y trabajadora sexual? ¿Cómo te llamo trabajadora sexual, prostituta?, insistí. "Soy feminista, por supuesto. El libro es feminista. Ser trabajadora sexual, prostituta, cortesana, acompañante, etc. es igual para mí. No molestan los títulos. El feminismo es un movimiento mundial que afecta, en el mejor de los sentidos, tanto a hombres como a mujeres. En el caso de las que ofrecen sus servicios sexuales a cambio de dinero subyace la idea de revanchismo o deuda histórica. La mujer al ser penetrada biológicamente de por sí es lastimada. Pequeño corte imperceptible implica el acto sexual más clásico. La mujer recibe. Se somete. Se siente vulnerada de alguna forma. El recibir dinero a cambio, de alguna manera, equipara el poder. Con mi libro pretendo visibilizar lo que siente la mujer, como goza, que pasa, que no le pasa, etc.", describió.
Según la Organización Mundial de la Salud, la sexualidad “es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de toda su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual” (OMS, 2006).
La sexualidad humana tiene aspectos que la distinguen de otras especies: la necesidad de privacidad, el carácter personal del deseo que se expresa de distintas maneras y a través de diferentes búsquedas. Hablar de sexualidad implica hablar de afectos, sensaciones, emociones, sentimientos, significados, etc.
Paula T: ¿Alguna vez te planteaste o pensaste la sexualidad desde la perspectiva de la discapacidad? ¿Crees que hay diferencia entre el goce de una persona con discapacidad y una sin discapacidad?, volví a preguntar. “En primer lugar celebro la asistencia sexual en este contexto de pandemia. Tengo historia personal y también historia de acompañante sexual relacionada con la discapacidad. Tuve muchos clientes con discapacidades motrices que me enseñaron cuáles eran sus zonas erógenas. Aprendí mucho y, a raíz de eso, me di cuenta que todo el deseo está en la mente de uno”, aclaró.
Todas las sociedades promueven determinadas ideas acerca de la belleza y la perfección exterior de hombres y mujeres. Promueven así valores e ideales de belleza física y nos convencen de que hay que ser “súper modelos” o contar con determinadas características físicas para poder atraer a las demás personas. No cuentan sus sentimientos, su personalidad, sus deseos, sus acciones. Podemos apreciarlo en las series, en las publicidades, en las revistas del corazón, de chismes, del espectáculo. En las series estadounidense no solo hay una bandera en cada casa sino que la protagonista tiene un prototipo de belleza que no es igual al de las series nórdicas, por ejemplo, y hasta de las inglesas.
En Alemania, Países Bajos, Bélgica o Suiza la práctica de asistencia sexual a personas con discapacidad es ya una realidad. El tema genera una gran polémica para algunas asociaciones que lo consideran como una forma de prostitución. Otras dicen que no es justo condenar a este colectivo a vivir sin sexo.
¿Con cuál de las dos posturas te identificás y por qué?, le pregunté a Paula. “Es un tema complicado. Mi postura, después de muchos años de ejercer la prostitución, es abolicionista en cuanto a la regulación. Considero que tal como están las cosas beneficia al proxenetismo. Por ahí deberia pensarse una ley que realmente les de derechos a las trabajadoras sexuales como por ejemplo, tener un programa de asistencia psicológica y medica integral donde las ayude a visibilizar la violencia. Un monotributo con categoría propia quizá, no lo sé. En el caso puntual de la asistencia a la discapacidad, sería con otro fin, por lo cual me parece necesario, a veces”, aclaró.
La literatura dice que en la mayoría de las instituciones, por ejemplo, se pierde el derecho a la intimidad, no existen cerraduras en las habitaciones ni se facilitan habitaciones para las parejas de estas personas, irrespetándose sus derechos.
Hand Angel es un equipo de voluntarios con base en Taiwán que ayudan a hombres y mujeres a masturbarse. El servicio dura 90 minutos. Los voluntarios pasan seis meses preparándose. Cuentan en el documental sobre una persona con discapacidad que siempre le habían dicho desde niña que no necesitaba del sexo y jamás había estado desnuda frente a alguien. Por su parte el voluntario lo tomó como una noche de sexo casual. Otras de las voluntarias se reconoce como trabajadora sexual, no le molesta, y ambos explican que “hay otras organizaciones que ayudan a conseguir trabajo o a vivir de forma independiente pero no piensan en sus derechos sexuales”.
Es importante recordar también que tanto hombres como las mujeres con discapacidad, y muy especialmente las mujeres, son agredidas sexualmente, y víctimas de maltrato intrafamiliar y más propensas a sufrir abusos.
¿Qué recomendaciones le harías a una persona con discapacidad que no se anima a vivir plenamente su sexualidad?, volví con Paula. “El orgasmo es personal. Cada uno goza de diferentes maneras. En cuanto a la discapacidad que las limitaciones físicas llevan a buscar alternativas de placer. Esas búsquedas son estándares para toda la humanidad porque uno sigue su deseo, así que no encuentro diferencias. Este trabajo tiene que ver con la realización de fantasías, por lo cual hay mujeres diversas. Con discapacidad la modalidad y la paga es la misma. Todo tiene que ver con lo que desean los clientes, en ese sentido la oferta es amplia. La prostitución es obtener algo de dinero a cambio de sexo. Abarca muchísimas implicancias psicológicas”, relató.
Y en este contexto podemos asimilar experiencias y distinguir diferencias entre prostitución y trata de personas..., reflexioné. “En mi caso, en mis relatos, la pase muy bien porque mi goce se relaciona con lo prohibido y quería probar mis propios límites, pero no puedo desconocer que la mayoría de las mujeres lo hacen por necesidad. Es dinero rápido no fácil. Para hacerte de una suma importante en esto tenes que romantizarlo y bancarte los deseos y desplantes del otro, que terminan en casamientos por interés. No conocí nunca a ninguna chica que solo por media hora de intercambio sexual a lo largo de un tiempo, haya tenido una posición económica importante. Respecto de la trata La trata es esclavitud, no prostitución porque no reciben dinero, son esclavas y esclavos. Un horror que debe ser desterrado y está peligrosamente beneficiado con la regulación como sucede en Alemania. La trata es el crimen de lesa humanidad silenciado”, siguió Paula.
¿Si te pidiera un consejo para les personas con discapacidad, cuál sería?, fue mi última pregunta. “Mirá, yo siempre digo que uno coge como es. Nacemos del sexo, morimos en nuestros orgasmos, matamos simbólicamente por amor. El disfrute sexual va variando con los años en mi caso y por suerte. La felicidad sexual pasa por estar en armonía con el otro y con uno mismo. Mi consejo es que busquen alternativas, prueben sus límites de placer, interactúen con el otro, jueguen solos, no teman a pedir lo que necesiten. La vida es una sola y mientras no existan aberrantes situaciones como la pedofilia, el estupro, la zoofilia y las violaciones, sigan su deseo y relájense”, concluyó.
Algunas revelaciones de la ESI…
¿El sexo es una necesidad? ¿Es un derecho? ¿Las personas con discapacidad tenemos derecho a sentir o desear? ¿Por qué es importante la educación sexual? ¿Qué debe hablarse en familia y cuándo debemos hacerlo? ¿Cómo y hasta dónde puede desarrollarse la sexualidad de un niño o niña con discapacidad? ¿Cómo manejar las situaciones incómodas y enseñar a cuidar la intimidad y el respeto? Son las preguntas que pretende poner en discusión el material de apoyo sobre educación sexual integral y discapacidad para compartir en familia. Este material ha sido elaborado para el Programa de Educación Sexual de ANEP, Sergio Meresman, del Instituto Interamericano sobre Discapacidad y Desarrollo Inclusivo (iiDi), con la colaboración de Valeria Ramos (UNFPA) y Diego Rossi (Programa de Educación Sexual, ANEPCODICEN). El derecho de las personas con discapacidad a recibir Educación Sexual Integral en las escuelas está previsto en la Ley 26.150.
De ese material se desprenden algunas revelaciones que vale compartir:
- Las personas con síndrome de Down pueden dar a luz niños sin discapacidad, aun si su pareja es también persona con discapacidad intelectual.
- Muchas veces las señas utilizadas por la comunidad sorda y relacionadas con la sexualidad son “vistas” por los oyentes como “demasiado explicitas” ya que involucran “literalmente” las partes del cuerpo y necesitan tocarlas para comunicarlas. Del mismo modo que no tienen la posibilidad de hablar en secreto, o en voz baja, como hacen los oyentes cuando necesitan tratar un tema privado.
- Los niños con discapacidad visual están privados de algunas herramientas que permiten aprender acerca de las diferencias sexuales, comprender los códigos para relacionarse con otros y ajustar sus comportamientos, tomando en cuenta lo que la cultura considera apropiado.
- El conocimiento insuficiente de la anatomía masculina y femenina puede ocasionar inseguridad, por ejemplo, si el niño o niña no consigue explicarse los cambios en su cuerpo al llegar la pubertad. También pueden pensar que no tiene una apariencia atractiva y sentirse en duda de su potencial para conquistar a otros/as. Muchas de las formas de comunicar el interés sexual o amoroso entre los jóvenes tiene características visuales (ropas, adornos, insinuaciones) lo cual coloca en desventaja a un/a adolescente ciego.
- Las discapacidades físicas son muy diversas. Sin embargo, puede decirse que la mayoría de ellas no impide a la persona desarrollar una vida amorosa y sexual placentera y saludable.
- Es común encontrar niños con parálisis cerebral que por su dificultad de habla emiten sonidos no entendibles o desproporcionadamente altos, en su esfuerzo por comunicarse. Enseñe a las otras personas a escucharlos con atención y ser paciente. Enseñe con el ejemplo que es posible tratar a los niños con parálisis cerebral de la misma manera que a cualquier otro: con cortesía y respeto.
* La autora del artículo responde preguntas en el siguiente mail: biografias.anabella2016@gmail.com