Informe de un día: la revolución del amor en “La conquista del espacio", último álbum de Fito Páez
Por Inés Busquets | Ilustración: Lonzo
Las rutas argentinas, ya lo dijo Luis Alberto tienen ese componente inagotable. El norte, los Valles Calchaquíes y Fito parecen la combinación perfecta. Inmersa en esta atmósfera escucho una y otra vez La conquista del espacio que emergió en pandemia como un acontecimiento, una llave en el medio del encierro.
“Hoy amanezco en la montaña podría ser el mar o la ciudad...” el mensaje de Fito es universal y a su vez contextual, remite a un tiempo: aquí y ahora. Y a varios lugares como punto de partida: Argentina, Buenos Aires, Rosario y de ahí al mundo. Sin embargo, el gran tópico que atraviesa el disco es el amor. La fuerza matriz y fin de todas las cosas: “El amor es la palabra perfecta,” “El amor es lo único que te dará libertad.”
Rock, pop, cumbia son algunos de los ritmos que se fusionan acompañados por diferentes personalidades: Lali Espósito, Ca7riel, Nacho Godoy y Hernan Coronel de Mala Fama. Popular, rupturista, aggiornado a la actualidad, al lenguaje inclusivo y a la expresión misma de las problemáticas sociales, como la gente sola en la calle o la violencia de género, reunidas en un disco. Distintos estilos para confluir en la misma idea. Fue grabado en Los Ángeles con Diego Olivero, Guillermo Vadalá y Juani Agüero, entre otros.
Son nueve temas donde se recorren historias de traiciones, amor, desamor y redención con una fuerte revalorización de lo simple, de lo cotidiano, de la búsqueda de la verdad, del arte como salvación y camino a la libertad. La huella de Edgar Alan Poe en “Maelström” en referencia al cuento “Un descenso al Maelström” en el cual prevalece la fortaleza frente a las adversidades. Y “un chifle Lamborghiano” como bien explicó él en “Ey,You!”
En “La canción de las bestias” la incertidumbre, la autocrítica, la pregunta:¿ cómo se puede arreglar un mundo donde todos llevan la razón? Y la respuesta, quizá en nuestro propio proceder. Escucharlo entero, reiteradamente. Descubrir cada una de sus singularidades. Detectar un eje vertebrador, un concepto que reúna todo el álbum completo. Esa especie de juego al que nos prestamos cuando escuchamos un disco nuevo. Sumar una más a las múltiples interpretaciones de una obra según como impactan en nuestra experiencia. Entonces, pienso en el Tao de Lao Tse. En esa filosofía china que encuentra en la dualidad el equilibrio del universo, el camino, el origen. Lo bueno y lo malo, la luz y la oscuridad, la tierra y el cielo, el caos y el orden. Fuerzas opuestas, pero complementarias.
La búsqueda de sentido en la conquista constante de todo lo que nos rodea, la acción para lograr la verdadera transformación, desde lo particular a lo general. La redención y el perdón como en “Resucitar”; el despertar, el misterio y la ceguera ante algunas situaciones en “Las cosas que me hace bien”; la música que todo lo precede en “ La conquista del espacio. ”La canción que cierra el disco “Todo se olvida” pareciera funcionar como un manifiesto, me atrevería a decir de toda su obra. Un barco que parte, la tormenta perfecta y un deseo posible en un futuro incierto: que el arca de Noé está vez no olvide la poesía.