Teatro: “La vida extraordinaria”, una épica de época
Por Milagros Carnevale | Foto de Tapa: Timbre 4
Aurora Cruz vuelve a Ushuaia, la ciudad “del Fin del Mundo”, su ciudad natal, para despedir a su padre que ha muerto. En el velorio se reencuentra con Blanca Fierro, su mejor amiga de toda la vida. Ese viaje es develador para Aurora. Ve una ballena muerta y ahí encuentra una cantidad inmensa de vida. Así empieza La vida extraordinaria. Después de este puntapié inicial se despliegan escenas de la infancia y la adolescencia de las dos amigas, ambientadas desde el vestuario en el final de la primera mitad del siglo XX. En el escenario no hay mucho: unos bancos y piezas cuadradas de madera que las actrices irán moviendo a lo largo de la obra, una mesita con su correspondiente silla, un micrófono, una máquina de escribir y un velador, un perchero y dos músicos extraordinarios: Elena Buchbinder en el violín e Ian Shifres en el piano y el teclado.
La obra está dividida en tres partes, luego de esta introducción. La primera parte es el diario íntimo de Aurora, la segunda el diario íntimo de Blanca y la tercera es la parte final, con las dos amigas reunidas nuevamente en Ushuaia con el propósito de reabrir la vieja librería del papá de Aurora. El texto dramático se combina con otros dos géneros discursivos, la carta y el diario íntimo, para contar una historia larguísima, que es la historia de la misma humanidad, en un poco más de dos horas. Son dos horas para reír y para llorar, con un manejo impresionante de la tensión que no le da casi respiro al público. La historia de la misma humanidad: el nacimiento, la amistad, el amor, el desamor, el abandono, la furia, la depresión, la muerte. Simplemente eso. Es inútil contar qué les pasa a Aurora Cruz y a Blanca Fierro a lo largo de la obra. Por dos razones. Primero, porque no les pasa nada original. No hay una trama que no se haya visto antes, no hay giros inesperados, no hay sorpresas. Segundo, porque les pasa todo. No hay nada que no les pase. Les pasa que vivir es difícil y hermoso a la vez.
Ushuaia: el fin del mundo. La ciudad austral. De donde Aurora se va para comenzar una vida en Buenos Aires y donde Blanca permanece. Ushuaia: el fin del mundo. Donde un día se espera el aterrizaje de un meteorito. Ushuaia: lo inminente. Dícese de inminente: “que está a punto de suceder o que está muy próximo en el tiempo”. Como la vida y la muerte. Ushuaia es el extremo.
Blanca Fierro y Aurora Cruz: Martín Fierro y su compañero Cruz. La vida extraordinaria dialoga con la obra de José Hernández y la reversiona con protagonistas mujeres, más adelante en la línea de tiempo de nuestra historia, pero es más ambiciosa: no pretende nada. La vida extraordinaria no pretende, como sí el Martín Fierro (más que nada su segunda parte) dar consejos sobre la vida. Sólo la cuenta. Sin vergüenza, sin tapujos, sin vallas morales. Con toda la pena y todo el amor. La vida extraordinaria es emocionante, es divertida, es triste, es desopilante, es necesaria. Hay que ir a verla.
La vida extraordinaria, escrita y dirigida por Mariano Teconi Blanco y actuada por Valeria Lois y Lorena Vega, es una de las primeras obras que vuelven a la presencialidad en la ciudad de Buenos Aires. Harán funciones durante todo marzo en el teatro Timbre Cuatro. Las entradas salen $850.