Pasión de gavilanes: el deseo también era femenino
Por Marina Jiménez Conde
En un contexto de escasez de estrenos y luego de haber retirado el mismo contenido en octubre pasado, durante los últimos días de febrero Netflix volvió a subir a su catálogo los 188 capítulos de Pasión de gavilanes. Así como en 2005 la novela lograba números increíbles para un producto extranjero en las tardes de Telefe, con la misma sorpresa, hoy todavía logra meterse en las tendencias de lo más visto de la plataforma de streaming en Argentina y varios países de la región.
Llama la atención que luego de tanto tiempo siga siendo vista, más si se tiene en cuenta que los consumos han cambiado bastante en la última década. Es mucho más común mirar series, inclusive algunas con una gran cantidad de temporadas, que novelas. Sin embargo, es cierto que en las plataformas hay poco de esta oferta como para poder hacer una comparación más justa.
La novela producida por Telemundo se centraba en los hermanos Reyes que, tras la muerte de su hermana, intentaban vengarse del amante de ella, planeando enamorar a sus tres hijas para luego romperles el corazón y quedarse con su fortuna. Esa idea, además de terrible por el daño que se les intenta hacer a las hermanas y el lugar donde se las coloca, resultaba de entrada poco seria. También, ver a los Reyes hacerse pasar por albañiles, con largas escenas intentando levantar paredes, tenía su efecto disparatado. Claramente, la historia no era la más elaborada.
Por otro lado, con una lectura posterior, es imposible no criticar la idea del amor que se expresaba, como aquel que todo lo podía, hasta inclusive vencer al odio. El macabro plan de conquista termina saliendo mal y los hermanos se enamoran en serio. Cualquier mensaje subliminal, acerca del poder que puede tener una mujer sobre un hombre enamorado, es mera coincidencia.
Telefe, en su momento, había decidido promocionar el producto optando por “arjonizarlo” con la canción ¿Por qué es tan cruel el amor? Pero en esa decisión guiada por el marketing, como lo estuvo la de pasar dos capítulos juntos cuando la novela empezó a ser furor, se perdió de vista una cuestión que es importante para entender su éxito.
Pasión de gavilanes contesta menos la pregunta de ¿Por qué es tan cruel el amor? que la que se hace en la canción de la banda sonora original ¿Quién es ese hombre? (Fiera inquieta es el título en realidad) interpretada por una mujer que deja en claro que se siente intimidada y, a la vez, atraída por ese hombre. En eso, la figura de los tres “galanes”, que además fueron elegidos con físicos y personalidades distintas como para que haya para todos los gustos, fue fundamental para que el público se enganchara.
Pero lo realmente distintivo radica en otra cuestión. Hace no mucho tiempo atrás, cuando los productos ficcionales no duraban ocho capítulos, era común que los canales de televisión promocionaran el momento del beso de la pareja principal del programa. Así, se podía estar media novela esperando por un choque de labios.
Pasión de gavilanes rompió con ese código novelesco. Por ejemplo, la pareja principal conformada por Juan (Mario Cimarro) y Norma (Danna García) se conoce en el episodio siete, otros siete después ya se besan, y dos posteriores a ese tienen su primer encuentro sexual. Todo esto mediado por un fuerte juego de miradas pero prácticamente sin entablar conversaciones entre los dos. No hay que esperar al capítulo 150. De hecho, los últimos episodios de la novela son lentos y tediosos porque, justamente, de entrada pasan las cosas importantes.
Frente a la figura recatada de la mujer que desea pero que sabe que no debe, presente en la mayoría de las novelas, acá el deseo es querer y se concreta sin que la contradicción moral se termine interponiendo. Los problemas y las idas y vueltas aparecen después cuando el amor se vuelve un dilema, pero en principio el deseo no es un conflicto para estas mujeres que se salen del rol pasivo, históricamente asignado a los personajes femeninos en las novelas.
¿Los hombres están ahí para conquistar? Sí, pero también son objeto de un deseo activo que se permite pasar a la acción. Tal vez, el reconocimiento de esa igualdad en el deseo es lo que haya hecho de esta novela algo distinto, que la hace persistir en el tiempo. Mientras la idea del amor romántico se expandía, también podía aparecer cierta reivindicación del deseo de las mujeres, sin tener que esperar demasiado para concretar las fantasías del público.