Buenas noches Malvinas: una crónica del dolor
Por Jazmín Manuel
Un 2 de abril, hace 39 años, la dictadura cívico-militar, con Leopoldo Galtieri a la cabeza, comenzó el desembarco de tropas en las Islas Malvinas. El gobierno de facto buscaba ocultar la crisis social, económica y política que golpeaba al país. La guerra, que contó con el apoyo inicial de gran parte de la población, se convertiría en el principio del fin de la dictadura y, además, en una de las marcas más trágicas y dolorosas de nuestra historia, cuyos estragos aún hoy, casi cuatro décadas después, siguen latentes en nuestra identidad colectiva.
No hay momento más importante para hablar de este suceso que cambió tanto nuestra historia y marcó a tantas generaciones que su propio aniversario. En honor a quienes fueron enviados a la guerra hay libros, películas y distintas producciones que se centran en contar lo que pasó en las Islas y el total abandono que sufrieron los combatientes que, en su mayoría, eran adolescentes que apenas habían pasado la mayoría de edad.
Entre esta colección se encuentra Buenas noches Malvinas, de Ana Fraile y Lucas Scavino. Este documental, estrenado originalmente el 31 de diciembre del año pasado y disponible en la plataforma de Cinear, se centra en Fabián Bustos, autor del libro Crónicas de un soldado, que fue enviado a la guerra a sus cortos 18 años. Cuenta con la voz de Dalmiro y Elena, sus padres, y de Javier y María Elena, sus hermanos menores. Ellos, su familia, cuentan en primera persona cómo vivieron la partida de Fabián, el temor y la angustia que los marcó para siempre; a su vez, intentan seguir los pasos del protagonista, no sólo recitando partes de su libro sino que, también, realizando un viaje a las Islas, en el que Javier recorre los lugares donde su hermano experimentó el terror incomparable.
Si bien la guerra conlleva esta noción de lo comunitario, de ser un dolor compartido socialmente, este film lo traslada a un plano mucho más personal e individual. En primer lugar, se desarrolla a través de entrevistas directas con los padres y hermanos de Fabián. A su vez, se acompañan sus voces con citas de Crónicas de un soldado, una sesión conmovedora de teatro instantáneo en la que participan Javier y Maria Elena, y un viaje sumamente movilizante a las Islas. De esta manera, nos coloca en los lugares que recorrió un Fabián adolescente y nos permite ser testigos de las experiencias que transitó la familia desde ese 2 de abril hace casi 40 años.
En su totalidad, el film es un retrato crudo del dolor y de la tragedia que sólo existe en la guerra y que deja una herida que traspasa la vivencia personal, dejando una huella en la vivencia social, un trauma colectivo. “En la película se transpira sobre lo que muere en una guerra y muere un poco de vida y ese es el daño que queda”, dijo Fraile en una entrevista. Un film conmovedor, movilizante y poético, que nos pone de frente con la peor de las tragedias, una que tenemos que seguir teniendo presente para asegurarnos que jamás se olvide ni se repita.