¿Alguien quiere pensar en los niños? Cuando poner el cuerpo nos puede matar
Por Daniela Giorgetta y Adelqui Del Do
* Por decisión de los autores el artículo incluye lenguaje inclusivo
“Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley…
Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.”
Pacto de San José de Costa Rica.
Entre todas las aristas que se han abierto en torno a la pandemia, entre todas las demostraciones de irresponsabilidad de referentes de Juntos por Cambio, de ciertos periodistas y de un sector de la sociedad, nos encontramos ahora con una suerte de “grieta” entre el reclamo de presencialidad o no presencialidad de las clases. Claro que esta grieta se expande fundamentalmente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, acaparando todos los medios de comunicación y los debates en cualquier programa de televisión.
Entendemos que esta grieta ha enfrentado dos posiciones: la del derecho al cuidado de la vida vs. el derecho a ir a la escuela. Es así como nos encontramos con el eje de discusión desviado desde el planteamiento de la discusión, ya que no es cuestión de que un derecho esté cercenando a otro, sino que en este trágico contexto sanitario, se han establecido y decretado prioridades: la vida, la salud y el no colapso del sistema sanitario. Nadie niega que la presencialidad en las escuelas brinda posibilidades de socialización y vinculación muy necesarias en la infancia y en la adolescencia, pero lamentablemente esta “presencialidad” ha sido transformada y utilizada como consigna política para mellar las políticas públicas
Lejos ya ha quedado de todo debate el argumento fundamental, el argumento sanitario, el cuidado de la salud, el cuidado de les otres, el cuidado de les niñes y del personal docente y no docente, y en consecuencia, el cuidado de nuestro sistema de salud del AMBA ya en estado de alerta, tanto de recursos materiales como de recursos humanos.
Habría que ver si aquellos que hoy aprietan sus manitos, se las llevan al pecho y gritan mirando al cielo que alguien piense en les niñes, tal como la esposa del Reverendo Alegría, son los mismos que tienen una mirada sin perspectiva de derechos, que declaman la baja de inimputabilidad, que se oponen a que les pibes voten con 16 años, que cuestionan a los centros de estudiantes, que miran con desprecio al niñe de la calle.
Por eso, ninguno de todes elles hablan -ni una palabra- de les niñes que quedaron fuera de toda conectividad porque Horacio Rodríguez Larreta ni les entregó las notebooks ni les garantizó la virtualidad para que no pierdan el vínculo con la escuela. Tampoco hablan de les niñes que se quedan afuera del sistema educativo en CABA porque no hay vacantes para todes. Estos niñes no le importan ni al Gobierno de Larreta ni a aquellos que se convocan a abrazar una escuela porque la educación de sus hijes es lo más importante.
Parece no interesarles ni preocuparles la terrible situación epidemiológica que estamos padeciendo actualmente, ni mucho menos la profunda desigualdad que existe entre las infancias de esta Ciudad. Y lo que llama más aun la atención, tampoco parece importarles que se enfermen sus hijes.
Hoy sabemos que en el los Hospitales de Niños Garrahan y Gutiérrez hay niñes y adolescentes de entre 6 y 19 años internades, y que desde que comenzaron las clases se quintuplicaron los casos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sumado a esto, el fallecimiento de docentes y auxiliares, el crecimiento exponencial de contagios y la campaña de vacunación paralizada.
Coincidimos en la importancia de la presencialidad, pero no a cualquier costo; no al costo de exponer al Covid 19 a toda la comunidad educativa, no al costo de desobedecer un DNU, no al costo de desconocer un fallo de la justicia federal.
Como señala el colectivo de docentes de la Cátedra I de Psicología Educacional de la Facultad de Psicología (UBA): ““Educación” no es sinónimo de escolarización o de asegurar la presencia en un edificio. Tampoco es aceptable la afirmación de que “lxs chicxs están abandonadxs”. Por el contrario, la docencia de todos los niveles educativos ha ido buscando nuevas maneras de relación y de acceso a los conocimientos en el marco de la pandemia. En todo caso, remediar el “abandono” planteado por la gran desigualdad y la brecha educativa debería apuntar a lograr que todxs lxs estudiantes tengan acceso a las tecnologías y a la conectividad (la negrita es nuestra).”
¿Y quiénes se encargan de que estemos asistiendo ahora mismo a este falso debate que encubre una conveniencia electoralista? Bueno, no hay que ser muy sagaz para saber la respuesta. Otra vez la oposición a través de los medios de comunicación, y esta vez atacando un sistema de salud golpeadísimo por una pandemia. Lobos disfrazados de corderos poniendo caras de indignación y preocupación por el futuro de nuestres niñes, incitando a la desobediencia civil en medio de una catástrofe mundial. Claramente nada de esto es gratuito para la salud mental de la población, se han observado días de angustia, incertidumbre y confusión, tanto en adultos como en niñes.
Las infancias y adolescencias requieren de un acompañamiento responsable de parte de les adultos y de parte del Estado, es una canallada utilizarlos en pos de intereses políticos partidarios.
Una ética del cuidado implica relaciones con otres y una posición de responsabilidad colectiva. Necesitamos preservar las vidas para seguir aprendiendo.