La resistencia cultural palestina: la escritura o la vida
Por Jorge Hardmeier | Ilustración: Jorge Hardmeier
¿Dónde están los que antes te habitaban? / ¿Has sabido de ellos? / Aquí soñaron, sí, / aquí estuvieron, / y trazaron los planes del mañana. / Mas, ¿dónde están los sueños y el mañana? (“No lloraré”, Fadwa Tuqan)
La literatura es un bello país
Creación del Estado de Israel. Palestinos que debieron huir o exiliarse y aquellos que permanecieron dentro de las fronteras impuestas, soportando una ocupación que aún les acosa y denigra. Es entonces cuando la literatura funda un territorio y la poética palestina comienza a girar en torno a la cuestión nacional, la supervivencia y distintas modalidades del resistir. Acontecimientos como el de Cisjordania, la Guerra de Gaza y la continua división del territorio palestino generados por el ejército de ocupación israelí no han hecho disminuir la producción literaria del pueblo. Sí la modificaron e, inclusive, la potenciaron. No solamente la de los escritores y escritoras que aún permanecen en sus tierras sino, también, la de aquellos que resisten desde la escritura del exilio y de la diáspora. Tal vez dejen de escribir en árabe, pero dedican su obra a la causa palestina. Es el caso de Suheir Haddad (Ammán, 1973), hija de refugiados palestinos y afincada en Nueva York, Rafeef Ziadah, poeta que afinca en Canadá y Dareen Tatour, poeta y activista palestina, encarcelada en octubre de 2015 por escribir un poema, “Resistid, mi pueblo, tenemos que resistirlos", que se convirtió en viral. Dareen permaneció en arresto domiciliario hasta que, el 31 de julio de 2018, se la condenó a cinco meses de cárcel y seis meses de libertad condicional por "incitación a la violencia". Actualmente reside en Suecia. (Ver nota en Revista Sonambula). Constituyen ejemplos de cómo la literatura palestina construye diversos territorios de resistencia poética. La desterritorialización geográfica no amaina al espíritu palestino en la construcción de una geografía de la mente.
La Nakba: Resisitiré
El 14 de mayo se conmemora el día de la Nakba en Palestina. Se recuerda el desastre de 1948. Ocupación de tierras y limpieza étnica. Comienza el germen de la poética de la resistencia y marca un punto de inflexión en la literatura del pueblo palestino y, por extensión, en la del mundo árabe. La producción literaria y, especialmente, la poética dan un brusco giro tanto desde lo estructural como desde lo temático: cárcel, hambre, desarraigo. Las poetas y narradores pronunciaban aquello que los líderes políticos callaban.
Yabra Ibrahim Yabra (Belén, 1919 – Bagdad, 1994) en el exilio, Samira ‘Azzam (Acre, 1924-1967) en el interior de Israel y Fadwa Tuqan (Nablus, 1917-2003) en Cisjordania son tres nombres insoslayables de esta primera época. Yabra fue uno de los primeros escritores en narrar la tragedia palestina en “Araq y otras historias” (1956): contiene nueve relatos sobre la experiencia palestina durante la diáspora. Azzam narró, de modo realista, la experiencia palestina cotidiana, al contrario de Yabra, quien a veces perdía cierta noción de lo que ocurría en los territorios ocupados, esa realidad circundante. “Pan del sacrificio” de Azzam es un registro irónico de la tragedia de 1948. Fadwa Tuqan es conocida como la “poetisa de Nablus”. Tras el año 1948 sus versos se convirtieron en una crónica del sufrimiento del pueblo palestino. La casa está llamando a quien la edificó. / La casa está dando el pésame por él.
Seis días que conmovieron al mundo
La guerra de 1967 es conocida popularmente como la “Guerra de los seis días”. La derrota de los ejércitos árabes produjo un fuerte impacto en los escritores de la época. Israel se apropió de nuevos territorios. Las tierras palestinas eran devoradas por Israel. La mayor potencia de la resistencia poética comenzará luego de este conflicto. Los poetas que sufrían la ocupación y los exiliados trazan una suerte de trato y simbiosis y el plan se unifica: resistir desde el lenguaje. Disparar palabra tras palabra. Es la época en la que poetas como Mahmud Darwich, Samih Al Qassim o Fadwa Touqan se hacen populares. Durante muchos años los poetas y escritos palestinos que habitaban Israel habían permanecido prácticamente aisladxs de sus compatriotas exiliados. Se establecieron conexiones entre ambos grupos y fue así como ambas literaturas, la de la Palestina histórica y la de aquellos en la diáspora, comprendieron la diversidad de las experiencias y la necesidad de conectarse para resistir. En lo político, se crea la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), década de los 70’s, su líder: Yassir Arafat. Es en este contexto donde el novelista Gassan Kanafani (Acre 1936-Beirut 1972) acuñó el término “literatura de resistencia” (adab al-muqawama). Bajo esta terminología, Kanafani se proponía dejar de diferenciar la literatura escrita bajo la ocupación (tahta al-ihtilal) y la literatura del exilio (manfa) para que se conformara una poética literaria común: resistir. Entre los árabes de la Palestina histórica se destacan Mahmud Darwix, Emile Habibi, Tawfiq Ziyad y Samih al-Qásim. Muchos de ellos ya poseían un recorrido previo pero, luego de la Guerra de los Seis Días, darán paso a una literatura comprometida políticamente. Ziyad: Con los dientes. /Defenderé cada palmo de/tierra de mi patria./Con los dientes./Y no aceptaré otro en su lugar./Aunque me dejen/colgando de las venas de mis venas. Veinte años después, con la Primera Intifada, el trabajo textual tendrá un nuevo impulso. Los textos escritos en las cárceles y campos de detención de Cisjordania y Gaza serán publicados y difundidos en los periódicos locales.
La letra y la furia
El levantamiento popular conocido como Primera Intifada fue una rebelión sin violencia a pesar de las imágenes propagadas por los debidos medios occidentales: jóvenes palestinos arrojando piedras al ejército opresor. La respuesta represiva por parte del ejército sionista catalizó el incremento de la furia, que terminó tres años después con los siempre mentirosos acuerdos de paz. Los asentamientos en territorios palestinos continuaron y la represión presentó una nueva escalada. Tal acuerdo no garantizó a la sociedad palestina el cese de la ocupación ni la vejación a la que era sometida. Escribe el poeta Rafael Ziadah: Hoy, mi cuerpo fue masacre televisada que tenía que caber / en audio digital y límites de palabras / y conmover a quienes / son insensibles a la sangre. La literatura de la Intifada elabora una respuesta rápida y urgente, directamente relacionada a los acontecimientos, la poesía es el género de reacción más inmediata y la prosa sobre los hechos se desarrolla en el transcurso posterior al primer año de la revuelta. Los acuerdos de Oslo de 1993 sustentaron una nueva mentira internacional festejada como corresponde a la hipocresía de la época: los asentamientos de los colonos israelíes siguieron multiplicándose, la represión jamás cesó. Visita provocadora de Ariel Sharon a la mezquita de Al- Aqsa y Segunda Intifada a fines del año 2000. La temática literaria de esta nueva Intifada es similar a la primera. Uno de los tantos escritos generados por esta nueva rebelión es el diario “Cuando los pájaros pararon de cantar: La vida en Ramala bajo la Ocupación” de Raja Shahadeh, abogado palestino. Casas registradas, poblaciones saqueadas, arrestos y asesinatos. Shahar Jalifa es otra de las escritoras que decidió dedicar una de sus novelas a este suceso. Su obra “Primavera caliente” se basa en la descripción del conflicto interno de aquellos que viven bajo la ocupación. Otrxs autorxs emergerían. La literatura palestina profundizará, entonces, su fortaleza: entre ellxs, Mahmud Darwix, uno de los mayores poetas árabes contemporáneos, palestino dialoguista que colmaba estadios con gente que se convocaba a presenciar sus recitales y Gasán Kanafi, cuya trilogía de novelas sobre los padecimientos de las y los palestinos en sus propios territorios y en el exilio revolucionaron la narrativa árabe.
La frase de Rodolfo Walsh en su “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar” tal vez sea uno de los diversos modos de definir la posición ética y estética asumida por gran parte de la literatura palestina: Sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.