Palestina en foco: Sahara Occidental, una misma causa con idénticas características
Por Néstor A. Suleiman | Ilustración: Luiso Garcia
En el proceso geopolítico vinculado al Mundo Árabe, en esa masa geográfica extendida desde el Magreb noroeste de África hasta el golfo Árabe, desde el Sahara Occidental y Mauritania hasta el territorio árabe de Al Ahuaz, convergen elementos culturales que determinan una unidad histórica indivisible.
En este espacio distintos procesos emergen con características similares, donde las cuestiones internas van ligando las comunidades fortalecidas a través del fenómeno religioso, lingüístico, tradiciones y un pasado de tiempos de esplendor y gloria.
Las crisis fueron apareciendo en distintos tiempos de los registros históricos recientes, con manifiestas pretensiones de algunos en la proyección de hegemonía territorial y la ambición de imponer un formato cultural distinto al que portan los originarios de un determinado espacio. Sin embargo, también la idea de fundar estados artificiales ha sido una cuestión que ha desarrollado apropiaciones de territorios con los argumentos relacionados a derechos de conquista militar; sofismas cargados con una distorsión de los hechos del pasado, con fuentes de dudosa procedencia y modalidades instrumentadas para adueñarse ilegítimamente de las posesiones ajenas.
Los pueblos tienen la decisión irreversible de vivir libres e independientes. Vocación y deseo de distintas comunidades, y en esa dirección tanto los palestinos como los saharauis han observado la indiferencia de la Liga de los Estados Árabes, y la falta de compromiso de la ONU y otros foros internacionales en el tratamiento de los temas preocupantes en la agenda de descolonización tanto del Sahara Occidental como de la cuestión Palestina. Ese cuadro de situación ha dado lugar a una serie de conflictos cruentos a lo largo de las últimas décadas en la región del Magreb, contribuyendo a desestabilizar al resto del noreste de África, una situación idéntica emerge en el Creciente Fértil (Medio Oriente).
La cuestión saharaui, en el extremo poniente del Mundo Árabe y la ocupación de Palestina, forman parte de la obligada hoja de ruta en los procesos de liberación e integración en esa cartografía panárabe. Existen coincidencias y similitudes en las distintas realidades, desprendidas de las permanentes aspiraciones del sionismo ligadas a las anexiones de los territorios palestinos, acciones que están en simetría con los sueños chauvinistas de la dinastía alauita, cuyo rey Mohamed VI pretende cerrar el diseño familiar del Gran Marruecos, un expansionismo territorial que alcanza Mauritania, Sahara Occidental y parte de Argelia. En este caso la apetencia de Rabat tiene el diseño de un proyecto imperialista que amenaza el Magreb.
El Sahara Occidental, es la última colonia en territorio africano con un formato de sometimiento de la población cautiva, una verdadera réplica al existente en Palestina instrumentado por Israel. Además, las políticas sionistas de aculturación guardan características similares con las materializadas por la dirigencia monárquica marroquí, ergo concebir una verdadera unión del Mundo Árabe que ayude a fortalecer los lazos desde el Magreb hasta el Creciente Fértil, sólo será posible rechazando los intentos neocoloniales de algunos actores, superando las burocracias, el nepotismo y fundamentalmente resistiendo las embestidas foráneas regionales y las provenientes de las metrópolis imperiales.
Palestina y el Sahara Occidental, se encuentran con características muy parecidas en las orientaciones del colonizador. Cualquier iniciativa independentista o situación de crisis bélica en el norte de África, con seguridad repercute en el Golfo Árabe y en el Creciente Fértil. Asimismo, los acontecimientos en el oriente de la cartografía árabe tienen eco en el Magreb. Es imposible analizar cada hecho o cuestión emergente en un sitio, desconectado de las repercusiones en el resto de la extensión geográfica.
El concepto de Panarabismo, esboza la importancia de abordar las distintas problemáticas como integrantes de un conjunto de realidades, en muchos casos con iguales características. Además, esta definición desde el punto de vista geopolítico, implica reconocer la multiplicidad de formatos presentes en las minorías nacionales, religiosas y étnicas, ergo son condenadas las embestidas de algunos estados integrantes de esa Patria Árabe en contra de los derechos de comunidades históricamente afincadas en un sitio, con tradiciones y estilo de vida que son propios.
Liga Árabe y los protagonistas con los mismos comportamientos
Es importante reflexionar sobre las perspectivas del enfrentamiento árabe-israelí, y su alcance al resto del Mundo Árabe. El criterio de palestinizar el conflicto limita la posibilidad de involucrar a otros protagonistas en la cuestión, cuando en realidad el tema de Palestina es central a la hora de considerar todos los acontecimientos que se desarrollan en la región del Creciente Fértil. De la misma manera o si se prefiere con el mismo formato, la cuestión saharaui debería ser tratada en el seno de la Liga Árabe, con categoría de análisis, reflexión y resolución ecuánimes, es decir de incumbencia de todo el Mundo Árabe, pero excluyendo el viciado protagonismo de algunos actores de esa cartografía panárabe, vinculados al sostenimiento político y apoyo económico a las retorcidas intenciones de uno de los beligerantes: el estado monárquico marroquí.
Rabat no ha descartado ayuda de ningún sector para el logro de su objetivo, incluso la asistencia de Israel a cambio de asumir el papel de agente al servicio del sionismo. El Estado teocrático judío presta auxilio militar al régimen monárquico; el diseño del Muro de la Vergüenza que separa los más de 2700 km de largo, la zona ocupada de la liberada del Sahara Occidental, es un calco del otro muro vergonzante que divide zonas en Cisjordania en la Palestina ocupada. Por otro lado, la planificación de la colonización en las regiones saharauis que ocupa Marruecos es parecida a la implementada por el expansionismo israelí. Se trata de enfrentar a los colonos foráneos con la población local, los lugareños, verdaderos dueños del espacio territorial.
Las presiones de la monarquía marroquí han generado conflictos en el seno de la Liga Árabe. Algunos países integrantes de esta institución han favorecido en posicionamientos políticos a Marruecos en el conflicto en el Sahara Occidental. Se trata de casos donde la precaria situación económica o la dependencia de algún tipo de asistencia, significó un vuelco “involuntario” en el apoyo hacia Rabat de los responsables de esos países en crisis y situación paupérrima en el ámbito social.
También existen debilidades en algunos segmentos históricos de los procesos revolucionarios, tanto en Palestina como en el Sahara Occidental. Encontraremos algunos pasajes de fragilidad de la resistencia contra la ocupación israelí, períodos en los que siempre estuvieron involucrados los regímenes retardatarios árabes, caracterizados por un comportamiento muy sospechoso; se trata de gobiernos provenientes de variados moldes, desde monárquicos hasta “republicanos”.
En la selección de datos es importante destacar el comportamiento de algunos actores en el interior de la Liga de los Estados Árabes, relacionados con el tratamiento de la descolonización en el Sahara Occidental y Palestina. Muchos países integrantes de esta institución no han tenido interés en los procesos independentistas de referencia, y las actitudes de verdaderos pusilánimes de los dirigentes en algunas temáticas, han quedado estampadas en las páginas más oscuras del Panarabismo. Otros mantuvieron definiciones ambivalentes, perjudicando al proceso de descolonización del Sahara Occidental y al camino de la liberación de Palestina.
Muchas veces las especulaciones oportunistas de algunos países de la región, pretendieron ganarles a los propios revolucionarios palestinos la iniciativa en la organización y planificación de la lucha; luego los condicionamientos estaban presentes para torcer los objetivos genuinos del proceso liberador. En el caso de la cuestión saharaui, la mayoría de los estados integrantes del Mundo Árabe siempre estuvieron ausentes para cualquier tipo de propuesta que acompañara una salida digna, justa y pacífica. Salvo Argelia, el resto de la comunidad de estados representada en la Liga Árabe tuvieron comportamientos estrechos con los intereses marroquíes, y en algunos casos posturas muy ambiguas que finalmente tributaron a la familia real marroquí.
Mientras que Israel siempre actuó como un verdadero Estado tapón, una barrera que imposibilita el proceso de integración de los países repartidos en el Creciente Fértil, Marruecos en el Magreb se presenta como freno en el camino de unidad entre los países que conforman este bloque en el noroeste africano. Las permanentes actitudes de provocación de la monarquía van más lejos; las iniciativas desestabilizadoras en el marco de la Unidad Africana y la intromisión en otro escenario lejano, por ejemplo, en el conflicto del Yemen dando apoyo político y militar a uno de los sectores beligerantes, marcan las terminales influyentes en el conflicto en el Sahara Occidental.
Arabia Saudita condiciona el apoyo económico a Mohamed VI a cambio de la presencia y compromiso del Reino de Marruecos en la crisis yemení. Esta petromonarquía es la principal fuente financiera de mantenimiento del Muro de la Vergüenza. Lejos de adherir a una de las posiciones en esta guerra intestina en el sur de la península de Arabia, lo importante es relacionar los distintos temas trascendentes en el problemático Mundo Árabe, donde el efecto dominó va ligando a las distintas crisis en África y Asia. Situaciones emergentes alineadas en las mismas características, sujetas a intereses en común, con los mismos actores con papeles diferentes en los escenarios.
Responsabilidades en los procesos de colonización
La acampada de protesta de Gdeim Izik El Aaiún ocupado en octubre del año 2010, ha sido el detonante original de la llamada Primavera árabe. Luego de este hecho de desobediencia civil y pacífico, manifestación de rechazo a la ocupación marroquí, siguieron los alzamientos en Tunes, Egipto, Irak, Yemen, etc., quizás en todos los casos con algunas similitudes: castas de burócratas usurpando gobiernos, dinastías de familias enriquecidas ante situaciones paupérrimas en los pueblos y una oligarquía militaristas enquistadas en las estructuras de poder.
En el caso de las protestas en Gdeim Izik, hasta el momento la manifestación pacífica más grande en la historia saharaui, significó la síntesis de los anhelos populares expresados en el repudio al usurpador representado en el majzén, una mixtura de poder repartido entre la monarquía, sectores de la sociedad privilegiada del reino y una minoría jerárquica castrense.
Los asentamientos de los colonos judíos en territorios usurpados a los palestinos, acciones amparadas por el estado israelí, forman parte de reiteradas violaciones a los acuerdos prexistentes con la Autoridad Nacional Palestina. Operaciones ilegítimas patrocinadas por EEUU, especialmente durante el gobierno de Donald Trump, una la alternativa propuesta para un acuerdo de paz que finalmente incluía la incorporación indebida de territorios de la región de Cisjordania, desatendiendo los reclamos palestinos. Acciones condenadas por organismos no gubernamentales ante la mirada cómplice de la ONU, con similitudes en el escenario geográfico saharaui, donde la extraviada Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO), estructura de Naciones Unidas, ha sido ineficaz (desde su creación en 1991) para establecer el respeto a los derechos humanos, mantener la paz en los territorios ocupados y dar cumplimiento al ansiado referéndum.
No se trata de una novedad en el accionar de la ONU. Este foro internacional generalmente contradice su carta orgánica, dando privilegios a determinadas temáticas, resolviendo cuando en realidad debería sugerir como es el caso de la cuestión Palestina y la creación del estado artificial de Israel en 1947, o bloqueando a estados que deseaban vivir en forma soberana, perjudicando a los pueblos que integran esas zonas en conflictos, por ejemplo el embargo injusto a Irak, cuyo saldo trágico desde 1991 hacia 1998 fue de más de 1500000 muertos por falta de insumos sanitarios.
Identidades y otras cuestiones determinantes en los procesos independentistas
La sociedad saharaui a pesar de su accidentada y transitoria diáspora ha conformado una identidad indivisible, esto puede medirse a partir de la unidad de criterios y de acción de sus integrantes. Desde las comunidades que viven en los territorios ocupados, en los campamentos de refugiados, en los países del Magreb especialmente en Mauritania y Argelia, y en las zonas liberadas, en todos los espacios existe un discurso homogéneo y una práctica común en el pueblo saharaui.
Con idéntico comportamiento el pueblo palestino responde a la arremetida israelí, refuerza su identidad con más fuerza ante los procesos de sionización de Palestina, una impronta del Estado teocrático judío que tiene el propósito de quitar la pertenencia árabe a los distintos sitios en la tierra ocupada.
Otro detalle que es distintivo en la identidad y quizás un aporte determinante en el ser nacional saharaui es la lengua española. Idioma incentivado por los organismos oficiales de la República Árabe Saharaui Democrática, genera un vínculo entre Sahara Occidental y el mundo hispano-parlante. El papel nefasto de la España colonialista, quizás pueda compensarse con la herencia en el plano lingüístico. Se trata de una interpretación que está lejos de añorar la presencia colonial, simplemente considerar el aporte de la lengua como un elemento distintivo de la identidad.
Registros y hechos en los últimos tiempos
El atrevimiento marroquí de abrir una brecha en el cierre del año 2020 en Guerguerat, al sur del Muro de la Vergüenza, con la intención de utilizar este paso para introducir mercaderías de la zona ocupada o de procedencia marroquí al mercado mauritano o hacia la zona subsahariana, a oxigenado la vía cruenta en el Magreb. Cuadro de situación que aumenta la inestabilidad que vive la región, con los movimientos que se están gestando en Malí y Niger, y una extensión de inseguridades y conflictos hacia otros escenarios relacionados a las actividades insurgentes de deterministas y fatalistas, representados en los grupos Al Qaeda del Magreb y sectores vinculados al Estado Islámico.
Muestra fiel de la interconexión de los conflictos ha quedado una vez más evidenciado, en las decisiones de los últimos tiempos de la gestión del presidente Donald Trump. Las reanudadas relaciones diplomáticas entre el Reino de Marruecos e Israel, fue a cambio de la apertura del consulado de EEUU en Al Aiun ocupado Sahara Occidental, una decisión de Washington que pudo arrastrar a otros países en esa dirección. Tampoco se puede esperar un cambio radical en esta cuestión de parte de la administración de Joe Biden. Los intereses vinculados a las riquezas naturales, seguirán siendo la esencia de las propuestas seductoras del ocupante para con los gobiernos interesados en el saqueo de recursos del suelo y de la plataforma marítima del Sahara Occidental.
El diseño del muro que divide las áreas ocupadas de las zonas liberadas en el Sahara Occidental bajo el asesoramiento israelí, y André Azulay, judío sefardí, asesor de la corona marroquí con estrecho vínculos con Israel, incentivan las colaboraciones en el plano militar entre ambos estados, y marcan el tejido de relaciones entre gobiernos con gestiones similares vinculadas a los procedimientos neocoloniales.
El programa de la política exterior del Reino de Marruecos está orientado al uso de cualquier tipo de herramientas, cuyo propósito está dirigido a presionar a aquellos estados que puedan asumir posiciones perjudiciales a los planes de ocupación en el Sahara Occidental. Desde el envío de precarias balsas con refugiados hacia las costas de Europa, la introducción de cargamentos de drogas en los puertos de países de la Comunidad Económica Europea y la planificación e instalación de células terroristas en algunas capitales, forman parte del esquema elaborado por la inteligencia marroquí con el objetivo de chantajear a los distintos gobiernos. Una muestra bien clara de estas políticas de presiones han sido las recientes oleadas de inmigrantes irregulares hacia el enclave colonial español de Ceuta, auspiciadas por el Reino de Marruecos con la intención de perjudicar la estadía en España de Brahim Ghali, presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, en momentos de su convalecencia y tratamiento médico recibido por infección de Covid-19.
A pesar de todas las adversidades que a lo largo de más de cuatro décadas tuvo el estado saharaui, como así también la situación vivida por los palestinos en las permanentes y cotidianas provocaciones del régimen sionista, la resiliencia forjadas en la experiencia única de estos pueblos dan muestra del alto grado de compromiso en la defensa de sus ideales. Comunidades que no han necesitado copiar modelos o formatos de otras latitudes, solo han tomado algunos ejemplos para esbozar sus propias misiones liberadoras que hoy pueden ser modelos en otros caminos transformadores en el Mundo Árabe.
Los procesos insurreccionales en el espacio geográfico que abarca desde el Sahara Occidental a los territorios de Al Ahuaz fueron dinamizando los movimientos independentistas. La intifada saharaui en el Sáhara Occidental ocupado, recorriendo los alzamientos populares en Palestina y los movimientos de protestas en la costa oriental del golfo Árabe, son legítimas manifestaciones de resistencias en ambientes donde las condiciones tanto objetivas como subjetivas, están prendidas en escenarios que muestran amplios sectores de la población enroladas en la liberación de sus territorios.
Como resultado de estos procesos revolucionarios, como expresión de estos anhelos de cambio que emanan de las grandes mayorías nacionales en todos los escenarios, las crisis fueron canalizándose con más intensidad por la vía cruenta. Una violencia que fue marcando el grado de responsabilidad de organismos internacionales, y de los bloques de países que a través de sus notables influencias aún pueden ayudar a cambiar el rumbo de las distintas regiones afectadas por conflictos bélicos. Esta cruda realidad asegura a los palestinos y saharauis, en casi todos los momentos de sus respectivas luchas, que solo deben confiar en sus propias fuerzas en las etapas decisivas del combate por la independencia.